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Voto de Antonio Morales:
8
Drama Fiel adaptación para el cine de la obra homónima de Shakespeare. Terminada la guerra civil entre César y Pompeyo (49-46 a. C.), César se convierte en dictador vitalicio y concentra en su persona todos los poderes, lo cual implica, de hecho, la desaparición de la República. En el año 44 a. C., Casio y Bruto, dos nobles romanos defensores a ultranza de las libertades republicanas, encabezan una conjura contra el dictador, que es asesinado ... [+]
10 de junio de 2014
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Conocido como el director de la palabra, Joseph Leo Mankiewicz, guionista, productor y cineasta no podía dejar de sustraerse a la tentación de llevar a la pantalla la inmortal obra de Shakespeare basada en los textos de Plutarco. Y lo hizo con un modesto presupuesto en blanco y negro pero con un reparto de lujo, que huía de los fastos del Technicolor y el Cinemascope para centrarse en la magia del lenguaje y la interpretación. Como es habitual en las obras del dramaturgo, sus temas son universales y afectan a la condición humana, una profunda reflexión sobre los regímenes autoritarios, la ambición, el poder, la lealtad y la traición. Las palabras de un humilde ciego son premonitorias: “César, cuídate de los idus de Marzo”, ratificada en sueños por la esposa de éste.

Roma, año 44 antes de Cristo, Julio César, tras haber derrotado a Pompeyo en la batalla de Farsalia, es aclamado por sus fieles pero repudiado por sus sempiternos enemigos, que por las calles lanzan continuos discursos al pueblo recordando cómo antes de su victoria vitoreaban a otro, hoy vencido. Básicamente, Julio César vive esas diatribas con dos personas muy cercanas a él: su fiel y leal amigo Marco Antonio y Casio, “hombre extremadamente peligroso” en palabras del propio dictador. Casio trama una conspiración y busca su legitimación en otro noble romano: Bruto, un hombre popular y respetado por el pueblo. Pero el noble tiene problemas de conciencia y se debate consigo mismo, intentando hallar la frontera que separa el bien del mal.

Evidentemente los diálogos y monólogos son magistrales, por parte de la pléyade de actores que lidera un Marlon Brando asombroso con su famoso discurso desde las escaleras del senado al pueblo de Roma. Recomiendo versión original para apreciar en toda su pureza la calidad del lenguaje, su fidelidad al texto original. Esta no es una película espectacular, ni de batallas épicas, en todo caso, son batallas dialécticas, pero de una precisión y belleza absoluta. Una narración creativa y elegante en la puesta en escena, lo que prevalece son los personajes atormentados por encima de los decorados y todo lo aleatorio. Excelente la fotografía y la música de Miklos Rozsa.

Según las crónicas, los actores cobraron una cuarta parte de su caché habitual, el director afirmaba que desistió del color para que “el rojo de la sangre no inundara las relaciones de los protagonistas”. En cambio el productor John Houseman aludía al discreto presupuesto, incluso que tuvieron que utilizar el vestuario de “Quo Vadis”, gran superproducción anterior. Es obvio que esta versión de Shakespeare es la personal visión del cineasta como un “drama contemporáneo”, pero en mi opinión, está a la altura de los maestros en el tema de adaptaciones como fueron Orson Welles y Laurence Olivier, genios de la escena.
Antonio Morales
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