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Voto de Antonio Morales:
8
Aventuras. Drama Jess Birdwell es el patriarca de una familia de cuáqueros, una secta cristiana que se niega a participar en las guerras. Su hijo Josh desea adherirse al pacifismo familiar pero, temiendo ser tomado por un cobarde, se alista en el ejército, lo que provoca el disgusto de su madre. (FILMAFFINITY)
27 de octubre de 2014
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
A William Wyler se le catalogaba como un director sin estilo, pero yo creo que era un maestro con un estilo indefinido, que sabía aplicar el estilo adecuado a cada film. Apoyándose en una inteligente puesta en escena y fundamentalmente en dos elementos: un sólido guión y unos actores adecuados. Ante todo esta película defiende la libertad de conciencia, pues como muy bien recuerda el protagonista a su esposa: “Un hombre, no es nada sin su conciencia”. Un film de un humor y una emoción deslumbrante. Una película sobrada de maestría y de dominio del oficio, con un ritmo medido y perfecto. Todo fluye con una cadencia armoniosa, serena y apacible, entre el drama y la comedia costumbrista.

Michael Wilson figuraba en la execrable lista negra del ultraconservador senador McCarthy, precisamente perseguido por su libertad de conciencia. Por lo que no pudo firmar con su nombre este magistral guión basado en el libro de Jessamyn West. Narra las vicisitudes de una familia de granjero cuáqueros al sur de Indiana en tiempos de la guerra de Secesión, con una detallada reconstrucción de las formas de vida de la familia y su colectividad, el nudo argumental gira en torno al problema de conciencia surgido en el momento en que la guerra se acerca a la granja y el respeto a la no violencia se sus moradores entra en conflicto con la propia supervivencia del núcleo familiar y su propiedad.

De una parte tenemos, pues, la Ley del Señor, de otra las leyes civiles y finalmente una ley de la naturaleza que coloca entre sus primeros mandatos la simple supervivencia. Aprovechando el exotismo de las costumbres cuáqueras, la gran fisicidad de Gary Cooper, el debutante Anthony Perkins y el buen trabajo de Dorothy MacGuire, consiguen gracias a Wyler, que el espectador se plantee algunas reflexiones, por ejemplo: ¿Es posible mantener posturas radicales pacifistas en medio de un clima agresivo y violento?; ¿Es preciso seguir a rajatabla unas normas irracionales por unos principios morales anacrónicos? Son dilemas que han de asumir una familia consolidada a la que les une algo más que la religión.

Si a todo lo expuesto añadimos una estupenda música de Dimitri Tiomkim, unas escenas maravillosas llenas de pasión y lirismo, nos queda una aguda reflexión sobre la conciencia humana y sus creencias que deben respetarse aunque no estemos de acuerdo, un asunto que se mantiene actual. Una película hermosa, llena de detalles que buscan la complicidad del espectador, una película deliciosa e inolvidable.
Antonio Morales
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