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Voto de Antonio Morales:
7
Comedia Falso documental sobre Leonard Zelig, el hombre camaleón que asombró a la sociedad norteamericana de la 'era del jazz'. Su historia arranca el día que miente al afirmar que ha leído Moby Dick, sólo para no sentirse excluido. Desde entonces, su necesidad de ser aceptado lo lleva a transformarse físicamente en las personas que lo rodean, convirtiéndose así en un fenómeno mediático, en una celebridad sin esencia. Testigo de algunos de los ... [+]
2 de febrero de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puede que Allen lo niegue, pero la obra del cineasta es una astuta e inteligente traducción de su propia vida al celuloide. La ficción de sus paranoicos personajes, le permiten a Allen disfrazar y magnificar sus íntimas fobias, sus sofisticadas filias y sus enrevesadas contradicciones de escéptico, agnóstico y polifacético artista, educado en un castrador ambiente de judaísmo ortodoxo. “Zelig” es la cruel metáfora del modo de vida americano, como una parodia hiriente de la esquizofrénica sociedad mediática que le ha tocado vivir a este cómico ácido y punzante. Ya el genial Orson Welles fue de los primeros en advertir las inmensas posibilidades del falso documental en su “F. for Fake” (Fraude), diez años antes.

Y es que, no se puede negar que la idea es brillante, un falso documental biográfico sobre el ficticio personaje de Leonard Zelig, un judío norteamericano afecto, durante los años veinte y treinta, de una desconocida enfermedad psicológica producida por la falta de afectividad y que se manifiesta en forma de cambios físicos de su personalidad en función de los personajes que le rodean, su capacidad de mimetismo es asombrosa. Zelig es pues, un auténtico camaleón humano – como pronto lo conocerá todo el país – capaz de despertar las más vivas curiosidades populares o científicas. Pero al mismo tiempo es también síntesis y compendio, no sólo de la naturaleza humana, sino del espíritu transformista que, como crítica a esa naturaleza, ha recorrido toda la filmografía del cineasta.

Woody Allen se recrea en un verdadero festival interpretativo, hasta ser atendido por la Dra. Fletcher (Mia Farrow), pues Zelig (Allen) recorre medularmente la historia sociológica de su país: presidentes, científicos, deportistas, rabinos, pieles rojas o simples ciudadanos de a pie pasan por el tamiz unificador de Zelig. Sirviéndole al cineasta para recuperar también su particular muestrario de psiquiatras, rabinos, intelectuales y demás bestiario extraídos de anteriores films. Por supuesto no faltan imágenes de archivo trucadas, gracias al gran trabajo de Gordon Willis en homogenizar el rancio blanco negro, tampoco faltan las entrevistas en color a personajes famosos de la actualidad opinando sobre el asunto. Un excelente trabajo documental sobre una ficción, pero también una inteligente ficción sobre un tema documental, mezclando así dos conceptos tradicionalmente separados pero que deberían unirse bajo el mismo epíteto de “cine”.

En pocas palabras “Zelig”, puede ser resumida en forma de fábula: erase una vez un niño que, no atreviéndose a admitir que no había leído “Moby Dyck”, decidió mentir. A partir de ese momento descubrió que para pasar inadvertido y no tener problemas, lo mejor era decir sólo aquello que el interlocutor deseaba oír. De ahí a la mutación física y mental tan sólo había un paso. “Zelig” permanece como una obra original y arriesgada, un juguete de lujo, una miniatura donde el artista se refleja con mayor profundidad, que se convirtió en una síntesis perfecta del espíritu transformista que recorre su vasta filmografía, pero también su trabajo más serio en lo que a manipulación del lenguaje cinematográfico se refiere.
Antonio Morales
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