El desconcierto del hombre ante los misterios de la naturaleza, esa es la búsqueda de un Herzog asombroso y asombrado por la inmensidad de un mundo que sólo es incapaz de admirar en su secreta belleza. La Antártida pareciera un lugar donde la presencia inmensa y deslumbrante de Dios se corporiza. Hasta ahí llegó un “explorador” de lo imposible como lo es éste alemán aventurero y arriesgado, un auténtico filósofo de la naturaleza que interroga una y otra vez como consecuencia del desasosiego y la esperanza. Imprescindible para quienes nos rendimos de una forma reverencial, sagrada y mística ante los hechos extraordinarios de la creación.