Encuentros en el fin del mundo

Otra reverencia para el alemán que a los doce años presenció por primera vez un coche y vió una película, que hasta los diecisiete años no hizo su primera llamada telefónica, justo a sus inicios en el Séptimo Arte.

La voz en off en nos advierte que no es un documental sobre pingüinos, aunque se les dedica una breve e intensísima atención; uno de ellos llega a formar parte del plantel herzogiano de personajes sujetos a su destino, más allá de la ambición sobrepasando la puerta de lo mítico y subersivo. Dicha ave, en un frenético estado de locura (como Aguirre o Fitzcarraldo en la selva) se aleja de su colonia a orillas del mar y se adentra continente adentro, en el desierto frío y blanco, amén de un destino incierto en una de las escenas más bellas y sobrecogedoras de este documental. Mención aparte, se atribuyen unas espectaculares escenas submarinas, bajo una mortuoria capa de hielo donde abunda un zoo inusual de especies dignas de una película de ciencia-ficción.

Y no faltan, claro está, los humanos que viven en las bases de investigación instaladas allí. No les falta sentido del humor, ni pudor alguno para testimoniar su anterior vida antes de recalar en la base McMunro, sujetos a un estilo de vida muy diferente a su pasado. De nuevo el perfil preferido de Herzog en presentarnos un colectivo de gentes aisladas por su propia voluntad a la que la mayoría atribuiríamos un cierto sentido del friquismo y fuera de lo común.

Me dispongo a ver un documental de Herzog pensando que es semejante al maravilloso Grizzly Man (del que se dice que también es un falso documental) y me encuentro...
Un cuasidocumental que no se muy bien hacia donde quiere ir... Personajes histriónicos donde nos encontramos con carreteros filósofos, vulcanólogos locos, un indio apache que tiene los dedos corazón e indice del mismo tamaño, biólogos de lo desconocido, ermitaños estudiosos de pingüinos, incluso un informático que estudia las lenguas en peligro de extinción... Todos seres solitarios que buscan la soledad absoluta en los bucólicos parajes antárticos.
Estos personajes nos cuentan numerosas historias, desde seres unicelulares inteligentes que usan herramientas!!!, hasta focas que emiten sonidos semejantes a un concierto de Jean Michel Jarre, incluso hay un físico cazador de neutrinos (MAGNÍFICO!!! ver su explicación de los neutrinos y porque quiere cazarlos no tiene precio). Todo muy bien contado y muy bien filmado, donde te llega a confundir donde está el límite entre realidad y ficción, entre ciencia y locura...
Lo que no me ha quedado muy claro es lo que quiere poner en evidencia Herzog, ¿los documentales?, ¿la ciencia?,...
Es Herzog un visionario? o simplemente un demente?
Aunque es inclasificable totalmente, le pongo un 7 porque me ha mantenido pegado a la pantalla. Por la belleza de las imágenes (sobre todo las acuáticas) que junto con la música te hace recorrer "otros mundos" y darte cuenta que maravillas tenemos en nuestro planeta. Me ha sorprendido la capacidad de intentar engañarnos con datos y con maquinarias imposibles, con conjeturas calculadas que rayan en lo demente,... y nos lo quiere hacer ver como una realidad o quizás existen de verdad?.

Lo mejor: la capacidad de hacer real lo irreal.
Lo peor : que haya gente que se lo crea todo a pies juntillas... y lo vea como un documental de la Antártida más.

Que gozada de documental, señores !!!!!. Si es que estos monstruos de la dirección tendrían que hacerlo más a menudo, y Werner Herzog nos ha vuelto a regalar otra maravilla.
Ya dice el mismo en la introducción que no es “otra de pingüinos” y.....vaya si lo cumple.
Una hora y media de un desfile de personajes de lo más variopinto cada uno con una historia detrás, una historia que los ha llevado hasta allí. No se salva nadie; filósofos con excavadoras, médicos, fontaneros descendientes de los Incas, los que prefieren la compañía de pingüinos a la de gente; la trotamundos que las ha pasado canutas por todo el mundo y ahora está allí. Una retahíla de buena gente que está allí porque quieren algo diferente, que sobreviven porque saben que se necesitan los unos a los otros, aderezada con imágenes espectaculares, sobre todo las submarinas, todo ello para mi cubierto con un sutil velo de soledad y tristeza. Una sola frase pronunciada al principio define un poco esta sensación; “No hay nada al Sur del polo Sur”.
Y esta otra resume mi opinión; Señor Herzog muchas gracias; queremos más.

El desconcierto del hombre ante los misterios de la naturaleza, esa es la búsqueda de un Herzog asombroso y asombrado por la inmensidad de un mundo que sólo es incapaz de admirar en su secreta belleza. La Antártida pareciera un lugar donde la presencia inmensa y deslumbrante de Dios se corporiza. Hasta ahí llegó un “explorador” de lo imposible como lo es éste alemán aventurero y arriesgado, un auténtico filósofo de la naturaleza que interroga una y otra vez como consecuencia del desasosiego y la esperanza. Imprescindible para quienes nos rendimos de una forma reverencial, sagrada y mística ante los hechos extraordinarios de la creación.

Podría ser más entretenido (ya que a veces se va algo por las ramas y cae en una cierta clase de tedio), y más completo y exhaustivo, pero en este su nuevo documental, el bueno (y algo tocado de la olla) de Herzog vuelve a mostrar apasionadamente aquello que más le gusta y obsesiona: el ser humano ante la naturaleza y sus retos, que no sólo ha reflejado en su obra documental, y ahí están 'Aguirre' o 'Fitzcarraldo' como ejemplo.

Y lo hace con preciosas imágenes del fondo submarino y con entrevistas al más puro estilo "herzogiano"; esto es, con un profundo, irónico y en el fondo cariñoso sentido del humor, con el que parodia sutilmente a aquellos a quienes retrata, habitantes del inhóspito McMurdo todos; personajes realmente curiosos entre los que nos encontramos a una variopinta comunidad de frikis entrañables: un apache descendiente de los mayas con los dedos índice y corazón de la misma longitud, un ermitaño que prefiere obervar y convivir con los pingüinos que con los humanos (geniales las dos preguntas de Herzog a este tipo sobre la homosexualidad y posibles trastornos mentales de los pingüinos), un camionero-filósofo, un estudioso de las lenguas en vías de extinción, un instructor de supervivencia que organiza una especie de gymkanas para enseñar a sobrevivir en condiciones extremas (hilarante la prueba en la que los "acampados" tienen que encontrarle a él con papeleras "personalizadas" en la cabeza), un biólogo celular que pone antiguas películas de ciencia-ficción de serie Z a su equipo..., y por supuesto, miles de trillones de neutrinos... :)) Eso si, entre sus numerosos y encantadores frikis, el "osófilo" de su genial y superior 'Grizzly Man' sigue siendo insuperable...

Y ese pingüino ¿despistado o "perturbado"? es impagable, y nos ofrece una de las imágenes más bellas, y divertidas a la vez que tristes, de toda la película.