Spike Lee fue uno de los directores de cine que se adscribieron a la paranoia del 11-S y a su trágica estela, dejando constancia de ella en el Nueva York particular (y bastante estereotipado, todo hay que decirlo) que construyó en este drama sobre un hombre que se asoma a las puertas de su conciencia, de sus equivocaciones y de su arrepentimiento. Y, sobre todo, del espantoso dolor de tener que pagar por lo que ha hecho. ¿El precio es desorbitado e inmerecido?
Quitando el tufillo sobradamente patriótico típico en tantas películas que muestran ese aire de condescendencia pro-estadounidense (y que a mi criterio está de más, por más que la película sea estadounidense), sacando reiteradamente las repetitivas banderas de estrellas y barras, y el subirse al carro del oportunismo aprovechando el triste tirón del 11-S (la escena de la zona cero), detrás de esos elementos de obligada propaganda que por desgracia distraen a veces de lo realmente importante de la trama y que restan empaque, se agazapa una trama que pasea con autenticidad y tristeza por las últimas horas de libertad de Montgomery Brogan.
Tiene todo lo más valioso que se pueda poseer. Y se lo ha jugado todo.
No tendrá vida suficiente, aunque muriera siendo un longevo anciano, para terminar de lamentarse por lo que hizo, por lo que no, por lo que debió haber hecho y por lo que jamás debería haber intentado siquiera.
Él tiene ya su propia penitencia, y será la peor de todas, por más que el panorama no pinte precisamente bien sin necesidad de cargar con el peso de su culpa, de su rabia hacia sí mismo.
Ahora solamente le queda una última noche para despedirse, para liberar la cólera, el dolor y la desconfianza, y para absorber lo que ama.
La fotografía está llena de garra, impactante, cautivadora, haciendo gala de múltiples recursos que personalizan la imagen y remarcan los detalles. Estupenda música. Geniales actores y actrices. Flaschbacks y regresos al presente sin transiciones, pensamientos que confunden a veces realidad y fantasía, monólogos interiores, conversaciones fluidas. Dudas, miedos, decepciones, traiciones. Amor y amistad, de los que no se encuentran con frecuencia.
Su mundo a su alrededor, tan precioso como turbio, acompañándole en su última noche.