Pleasantville es una maravillosa historia de amor, pasión y cambio. En el mundo en blanco y negro, alegre y monótono de Pleasantville, donde todo lo que sucede es lo que se espera que suceda, no hay contratiempos, no hay cambios, nada que altere la "placentera" y autómata forma de vida de los pobladores de esta sitcom, en la que Jennifer y David (dos hermanos adolescentes que apenas conviven en su entorno habitual) se adentrarán inesperadamente como miembros de ese mundo "perfecto". La historia va muy bien y la forma en que todo literalmente va tomando color es sencillamente maravillosa, y este tomar color es darse cuenta que salir de los propios límites, que experimentar cosas diferentes, le da "color" a la vida. Así los personajes de esta villa que viven en un aparente paraíso, son sacudidos por estos adolescentes venidos de otro tiempo y espacio. El arte de esta película es genial, del blanco y negro al color, con vestuarios de época, autos antiguos y mobiliario de los 50s. La narrativa es asombrosa y los personajes cobran vida haciéndose más entrañables. Verla es una delicia aderezada por un rico soundtrack.