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España España · Barcelona
Voto de Glasshead:
4
Acción. Thriller Bill Williamson ha vuelto en plena forma. Ahora se ha propuesto realizar una misión en Washington D.C, donde espera causar el suficiente daño dentro del país como para que sus acciones sacudan al planeta entero. Para ello se ha propuesto asesinar al presidente de la Casa Blanca y a todo su equipo de servicios secretos. (FILMAFFINITY)
1 de octubre de 2016
1 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de una primera parte de acción y una segunda donde esta se equilibra con las reflexiones antisistema que ya se apuntaban claramente en la primera, llega la tercera parte de la saga para finalizar la trilogía como peor podría haberse hecho: con un protagonista-terrorista empeñado en dar la brasa.

La cualidad de asesino de masas filósofo se potencia hasta el punto de que está claro que quiere seguir matando, pero en este caso, de aburrimiento. La mayor parte de la película consiste en las reflexiones grabadas en vídeo de este pelmazo de categoría, repitiendo una y otra vez las mismas ideas con su cara de estreñido furioso, para dejar claro que ahí hay una realidad social. Además, el director definitivamente toma partido por su anti-héroe, al que ha tomado demasiado cariño, y nos lo presenta incluso en su vertiente más sensible, conmovido al ver en su bebé y a su mujer.

Claro, un asesino despiadado, frío y que se siente llamado por una gran misión, "emocionado", una cualidad eminentemente humana que en este caso no pega ni con cola y que chirría como las tripas de Robocop sin engrasar, en largos y aburridísimos fragmentos destinados a endulcorar un poco a tan odioso personaje.

Todo esto hace que queramos que el protagonista muera de una puñetera vez, de la manera más lenta y dolorosa posible, por listillo, repelente y, sobre todo, brasas. Pero esto es muy difícil, debido a un cuerpo de policía de élite que, pese a saber que se enfrentan al "mayor asesino de masas de la historia de norteamérica", un tío capaz de montar el parque de atracciones de Rambo en un bosque dejado de la mano de Dios, sin que sepamos cómo diablos ha conseguido tantas minas, granadas e incluso una metralleta teledirigida, se acercan a él como corderos hacia el matadero, poniéndole las cosas facilitas para morir a puñados.

Digamos que Uwe Boll se ha flipado con su propio personaje y ha caído descaradamente en la autocomplacencia. El resultado es con diferencia la peor de las tres películas. con un Brendan Fletcher ahostiable a más no poder, más pesado que una película de Julio Medem, con pocas dosis de acción, espectaculares pero por otro lado nada creíbles, y una cualidad como de "invencibilidad" y de lograr cosas imposibles que lo hacen más irritante aún si cabe.

Ala Uwe, ahora lárgate con el asesino al bosque y os dais la brasa mutuamente. Pelmazo.
Glasshead
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