Una imágenes muy bellas, una fotografía espectacular o una idea inicialmente válida no bastan, por sí mismas, para justificar una película de semejante metraje.
Hace falta algo más.
El desarrollo tiene que ser dinámico, ágil y dotado de soltura narrativa.
Y la obra de Kubrick carece de esas cualidades.
Se trata de una película lenta y premiosa.

Sin negar las cualidades que posee, incluso su fuerza simbólica y una exquisita selección musical, hay que deplorar que su duración resulta excesiva.
Al planteamiento inicial se le podía haber sacado mucho más partido.

Lamentablemente el producto es una película -con las virtudes señaladas- que tiende al aburrimiento.