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Voto de Servadac:
9
7,1
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Drama
Anne-Marie, una acaudalada joven, cree que ha encontrado su verdadera vocación al ingresar como novicia en un convento de monjas dominicas, que se dedica a la rehabilitación de mujeres delincuentes. La muchacha siente una extraña fascinación por Thérèse, acusada injustamente de homicidio, e intenta convencerla para que tome los hábitos y se arrepienta de sus pecados. Thérèse insiste en su inocencia, pero, cuando es puesta en libertad, ... [+]
28 de febrero de 2012
34 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
- El primer largometraje de Robert Bresson es la historia o aventura de dos almas. Mirad el juego de las sombras y las luces en los rostros. Anne-Marie, tan blanca, diáfana y resplandeciente… Thérèse, tan angulosa y sumergida en la negrura…
- La luz... Bresson recrea dos mundos bien diferenciados: el de la claridad y el de lo oscuro, representados por recintos de reclusión forzosa (la cárcel) o voluntaria (el convento). El entorno del convento es un jardín florido (en su cementerio reposa el fundador). El entorno de la cárcel es lóbrego, sin vegetación, un muro de cemento y calles escasamente iluminadas por la luz de las farolas –islas de luz en medio de la noche.
- Y la geometría de las líneas y las sombras en las celdas, paredes y recintos…
- La primera vez que Thérèse y Anne-Marie están a solas, la composición, la luz y los ángulos de cámara indican la jerarquía moral de ambos personajes. Los barrotes de la puerta las separan… una barrera –física y moral– que parece infranqueable.
- Hacia el minuto 24, mientras el alcaide comenta a la madre superiora el caso de Thérèse (sus gritos, fuera de cuadro, amplían y desgarran el espacio fílmico), Anne-Marie gira la cabeza y decide acudir a la fuente del chillido. La secuencia es un memorable descenso a los infiernos.
- Esas luces raquíticas en los pasillos (la verdadera luz está en el rostro y en la toca de Anne-Marie), esos muros de piedra, esa celda de castigo, negra como el abismo que se abre al alma de Thérèse…
- La secuencia desemboca en un plano fascinante (26’04”) en el que las manos de Thérèse se agarran, crispadas, a los barrotes de la puerta.... y se cierra con un grito y un fundido en negro.
- Para mostrar con la imagen las estaciones de la lucha entre Anne-Marie y Thérèse, Bresson usa, aparte del lenguaje simbólico de la luz, los besos entre ellas. Situados en momentos clave de la cinta, nos lo dicen casi todo sin palabras…
- [El beso de Anne-Marie] Cuando se encuentran, en la cárcel, Thérèse derrama a propósito la sopa encima de Anne-Marie. Ella le responde con un beso suave y mudo en la mejilla.
- La luz... Bresson recrea dos mundos bien diferenciados: el de la claridad y el de lo oscuro, representados por recintos de reclusión forzosa (la cárcel) o voluntaria (el convento). El entorno del convento es un jardín florido (en su cementerio reposa el fundador). El entorno de la cárcel es lóbrego, sin vegetación, un muro de cemento y calles escasamente iluminadas por la luz de las farolas –islas de luz en medio de la noche.
- Y la geometría de las líneas y las sombras en las celdas, paredes y recintos…
- La primera vez que Thérèse y Anne-Marie están a solas, la composición, la luz y los ángulos de cámara indican la jerarquía moral de ambos personajes. Los barrotes de la puerta las separan… una barrera –física y moral– que parece infranqueable.
- Hacia el minuto 24, mientras el alcaide comenta a la madre superiora el caso de Thérèse (sus gritos, fuera de cuadro, amplían y desgarran el espacio fílmico), Anne-Marie gira la cabeza y decide acudir a la fuente del chillido. La secuencia es un memorable descenso a los infiernos.
- Esas luces raquíticas en los pasillos (la verdadera luz está en el rostro y en la toca de Anne-Marie), esos muros de piedra, esa celda de castigo, negra como el abismo que se abre al alma de Thérèse…
- La secuencia desemboca en un plano fascinante (26’04”) en el que las manos de Thérèse se agarran, crispadas, a los barrotes de la puerta.... y se cierra con un grito y un fundido en negro.
- Para mostrar con la imagen las estaciones de la lucha entre Anne-Marie y Thérèse, Bresson usa, aparte del lenguaje simbólico de la luz, los besos entre ellas. Situados en momentos clave de la cinta, nos lo dicen casi todo sin palabras…
- [El beso de Anne-Marie] Cuando se encuentran, en la cárcel, Thérèse derrama a propósito la sopa encima de Anne-Marie. Ella le responde con un beso suave y mudo en la mejilla.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
- [El no beso de Anne-Marie] Ya en el convento, Thérèse siembra la cizaña. Anne-Marie, fuera de sí, acusa a varias de las monjas... La madre superiora le impone como castigo que bese los pies de todas las hermanas. Anne-Marie se niega a hacerlo. Ese beso no dado será determinante.
- En la siguiente secuencia, vemos a la madre superiora en plano medio [56’36”]. Aguarda a Anne-Marie, que deberá marcharse del convento por no cumplir la penitencia. Cuando llega Anne-Marie (la oímos entrar antes de verla), la cámara se aleja (se abre el cuadro, se diluye el rostro de la reverenda madre). Sentimos, ‘cinematográficamente’, que ha sido expulsada.
- Más adelante, la madre superiora la acompaña hasta la puerta. Bajan las escaleras. Apenas vemos el rostro de Anne-Marie. La madre superiora nos lo tapa; ya de frente, cruza un velo de sombra. En la última escena, Thérèse hará ese mismo recorrido; bajará las escaleras entre un bosque arrodillado de monjas dominicas.
- [El no beso de Thérèse] 1h05'40": Las monjas recogen a Anne-Marie, que yace sin sentido al lado de la tumba del padre fundador. Una de ella le dice a Thérèse: ¿No le das un beso? Thérèse se acerca, ceñuda y la besa en la sien. Nada más hacerlo, la cabeza de Anne-Marie se descuelga un poco más hacia abajo (el movimiento es sutil pero evidente, valga la contradicción). Da la impresión de que, más que un beso, ha sido un tiro de gracia.
- Anne-Marie, antes de morir, no logra concluir los votos solemnes pero sí que alcanza a pronunciar el nombre de Thérèse y ésta, tras una pausa, los dice en su lugar; por primera vez, Thérèse adopta una voz devota, dulce y susurrante... como la de Anne-Marie… Esa transformación vocal nos pone un nudo en la garganta...
- [El beso de Thérèse] Una vez muerta Anne-Marie, Thérèse, ya convertida, le besa los pies con verdadera devoción (no vemos su rostro, tapado por la toca blanca). Ha decidido que se entregará a la policía. Entregará su cuerpo, sí, y salvará su alma…
- El recorrido que va desde el no beso en la sien al beso verdadero, es el recorrido moral del alma de Thérèse. Desciende para ascender, igual que en la última secuencia, cuando baja por las escaleras y le ponen las esposas.
- Las manos de Thérèse… qué distintas de sus manos crispadas asiendo los barrotes en la celda de la cárcel… ahora en primer plano y esposadas, pero abiertas… y listas para alzar el vuelo…
- En la siguiente secuencia, vemos a la madre superiora en plano medio [56’36”]. Aguarda a Anne-Marie, que deberá marcharse del convento por no cumplir la penitencia. Cuando llega Anne-Marie (la oímos entrar antes de verla), la cámara se aleja (se abre el cuadro, se diluye el rostro de la reverenda madre). Sentimos, ‘cinematográficamente’, que ha sido expulsada.
- Más adelante, la madre superiora la acompaña hasta la puerta. Bajan las escaleras. Apenas vemos el rostro de Anne-Marie. La madre superiora nos lo tapa; ya de frente, cruza un velo de sombra. En la última escena, Thérèse hará ese mismo recorrido; bajará las escaleras entre un bosque arrodillado de monjas dominicas.
- [El no beso de Thérèse] 1h05'40": Las monjas recogen a Anne-Marie, que yace sin sentido al lado de la tumba del padre fundador. Una de ella le dice a Thérèse: ¿No le das un beso? Thérèse se acerca, ceñuda y la besa en la sien. Nada más hacerlo, la cabeza de Anne-Marie se descuelga un poco más hacia abajo (el movimiento es sutil pero evidente, valga la contradicción). Da la impresión de que, más que un beso, ha sido un tiro de gracia.
- Anne-Marie, antes de morir, no logra concluir los votos solemnes pero sí que alcanza a pronunciar el nombre de Thérèse y ésta, tras una pausa, los dice en su lugar; por primera vez, Thérèse adopta una voz devota, dulce y susurrante... como la de Anne-Marie… Esa transformación vocal nos pone un nudo en la garganta...
- [El beso de Thérèse] Una vez muerta Anne-Marie, Thérèse, ya convertida, le besa los pies con verdadera devoción (no vemos su rostro, tapado por la toca blanca). Ha decidido que se entregará a la policía. Entregará su cuerpo, sí, y salvará su alma…
- El recorrido que va desde el no beso en la sien al beso verdadero, es el recorrido moral del alma de Thérèse. Desciende para ascender, igual que en la última secuencia, cuando baja por las escaleras y le ponen las esposas.
- Las manos de Thérèse… qué distintas de sus manos crispadas asiendo los barrotes en la celda de la cárcel… ahora en primer plano y esposadas, pero abiertas… y listas para alzar el vuelo…