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Voto de El ermitaño:
10
Drama Ante la proximidad de la muerte de una de ellas, tres hermanas se reúnen en la vieja mansión familiar. Una vez en la casa, comienzan a recordar el pasado, y cuando la enferma entra en la agonía desvela la parte más oscura y tortuosa de su vida. (FILMAFFINITY)
21 de octubre de 2010
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde los mismos títulos de crédito, que se van sucediendo con un golpecito cristalino y misterioso, hasta su plano final, "Gritos y susurros" es una obra sobrecogedora porque en ella el artista expresa con sinceridad, con hondura y con fascinante belleza formal los eternos problemas que siempre han conturbado al hombre. En este sentido, es un film perfectamente fiel y consecuente con toda la obra anterior de su realizador. Vuelve a ser otra reflexión sobre su mundo interior con sus problemas, sus inquietudes, sus interrogantes y sus dudas sobre el sentido de la vida y de la muerte, la existencia de Dios, la terrible soledad del alma, la tragedia de la incomunicación... El cine de Ingmar Bergman, difícil y complejo, será rechazado, con toda seguridad, por aquéllos que no quieren pensar e inquietarse y que no otorgan al séptimo arte más categoría que el mero espectáculo de evasión y entretenimiento. Sin embargo, el cine, como un arte más, tiene la obligación de ahondar sobre el hombre y su circunstancia, posibilitándonos un mejor conocimiento de la condición humana. Con Nietsche, podríamos decir que Bergman es un artista humano, demasiado humano, para quien ninguno de los graves problemas que nos afectan le es ajeno, y cada obra suya tiende a iluminarlos desde un ángulo distinto y personal.
"Gritos y susurros" es un film traspasado de belleza. Las cuatro figuras femeninas vestidas de blanco paseando por el jardín, el color rojo que reviste el interior de la casa, el juego de los rostros, de las miradas, de las manos, el fascinante empleo del tiempo, donde se mezcla sabiamente presente y pasado, realidad y sueño que nos permite oir hablar a la muerta de su soledad en el más allá; el estilo lúcido, eficaz, sobrio, capaz de recorrer toda la gama de los sentimientos, el clima que crea, esa corriente misteriosa, llena de fuerza y de verdad, nos hace que, al terminar la proyección, nos sintamos empequeñecidos en nuestro contacto con la miseria y el dolor humanos, con el alma conturbada, arrepentida, iluminada por una luz suave que nos habla en silencio.
Ingmar Bergman, poeta, moralista, hombre que sufre, que medita, que nos desvela los abismos de nuestro propio corazón, nos ha dado con "Gritos y susurros" una obra maestra, tremenda e inolvidable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
El ermitaño
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