La marca del lobo (por lo visto Sangre y chocolate, traducción literal del título original, no era lo suficientemente llamativo) vendría a ser el contrapunto licántropo a la saga Crepúsculo (Twilight). En ella se narra el amor entre integrantes de bandos enfrentados (tema harto recurrente desde los tiempos de Montescos y Capuletos). La protagonista es una joven mujer lobo, Vivian (Agnes Bruckner), quien se enamora de un humano, Aiden (Hugh Dancy), ante la oposición de su violento entorno.

Este trabajo coincide con las películas protagonizadas por Robert Pattinson tanto en el tema central (el amor entre un humano y un ser sobrenatural) como en sus puntos destacables (en ambas la fotografía es excelente). Casi se podría decir que hasta las intenciones son, a priori, similares, recordemos que las dos son historias juveniles de amores imposibles salpicadas de terror para todos los públicos y con base literaria.

Olivier Martinez es el rostro más reconocible del reparto, pero quien acaba llamando la atención del respetable es la bellísima Bruckner. Si bien, las actuaciones son simplemente correctas. Como correctos son también sus, simples pero efectivos, efectos especiales. La marca del lobo se deja ver como lo que es, un divertimento que poco tiene que ofrecer más allá de servir como mero pasatiempo durante hora y media. Lo mejor: los bellos escenarios en los que se desarrolla la trama.