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España España · Valladolid
Voto de elumano:
9
Acción. Aventuras. Thriller. Romance La hija adolescente de un rico hacendado mexicano se ha quedado embarazada. El padre es, al parecer, Alfredo García, un antiguo colaborador y amigo de la familia, por cuya cabeza se ofrece una recompensa de un millón de dólares. (FILMAFFINITY)
29 de julio de 2008
25 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es difícil encontrar, en la historia del cine, un elenco de personajes tan perversos, tan desalmados, envuelto en una historia más sórdida. Y es que todo arranca con un "tráiganme la cabeza" que vale un millón de dólares; evidentemente, es un deseo que la mayoría querrán satisfacer.

Será un veterano de la supervivencia, el gringo Bennie, encarnado por un espectacular Warren Oates, quien llevará las riendas en la búsqueda de Alfredo García -de su cabeza, porque el resto no importa-. El personaje de Oates es tan gris como el que más, pero humano sin duda. Continúa aguantando, con su piano y su botella, en un México que invita a llevar siempre puestas esas oscuras gafas de sol suyas. Un hombre atrapado, ansioso de encontrar algo que poder buscar y, sobre todo, enajenado por una belleza mexicana, tal vez su único alivio. Pero el momento ha llegado: mucho dinero -dinero fácil- para empezar una nueva vida: y encontrará una narración rabiosa.

Viaje de ida: la asquerosa carretera, la chica de la que está enamorado, problemas. Estalla toda la crueldad posible incluso antes de haber comenzado la acción. Viaje de vuelta: más violencia incontenible. Muerte, muerte, muerte. Mexicanos, gringos, inocentes. Y Alfredo García y su cabeza. La cabeza que sobrevuelan las moscas en el asiento del coche de Bennie. ¿Valió la pena? Bennie traga más polvo, más sangre. Los recuerdos, dolorosos; el presente, terrible. Por algún lado habrá que salir de ésta...

Pisándole los talones a "Grupo salvaje", "Quiero la cabeza..." es la más escandalosa película de Sam Peckinpah. Un buen ritmo, quizá de cierto desasosiego, quizá rozando el absurdo en algún momento. El resultado es delicioso. Recomiendo que se vea en versión original, por el continuo baile del español al inglés: así el ambiente queda más embebido, si cabe, de la magia diabólica del director californiano, el maestro que martillea celuloide contra el asfalto para conseguir joyas como ésta.
elumano
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