Una de las historias de amor más hermosas de la historia del cine. Dos interpretaciones magníficas y una dirección magistral en todos los aspectos. Clint Eastwood nos demuestra como con pocos ingredientes se puede hacer una obra maestra; una casa, un puente, un día de lluvia, y un semáforo que se pone en verde... todo se impregna de amor desde un primer momento, a la vez que se dejan oír esas conmovedoras notas de piano. Los detalles están cuidados con meticulosidad, cada mirada, cada gesto. La historia avanza gradualmente y de forma muy contenida, sin cursiladas ni acaramelamientos excesivos como es propio de un amor maduro, dando prioridad a lo sensual frente a lo sexual. Así se consigue una gran naturalidad y realismo lo que hace que el espectador traspase la barrera de la pantalla y se emocione y sufra con los personajes. Inolvidable escena final, una mirada tierna de complicidad y el sonido de la lluvia acompañados de ese bello piano, y la gran duda entre lo que dicta el corazón y lo que impone la razón. Una gran película de un gran director que no ´sólo sabe ser un"tipo duro" sino que también es poseedor de un gran talento y enorme sensibilidad.