El arrecife

Andrew Traucki, el hombre que dirigió junto a David Nerlich, aquella otra buena película con también malhadados humanos tratando de sobrevivir en una situación aparentemente cotidiana (dentro de lo que, como en este caso, es navegar en un pequeño velero por esos océanos de Dios con una baliza de todo a cien como toda seguridad) devenida en sumamente peligrosa (la también australiana, "Black Water 2007"), vuelve a las andadas en solitario, y 3 años después, en este su segundo largometraje, con también sencillos mimbres (en su primera película era un cocodrilo asesino el peligro), y con el plus que supone estar basado en una historia real, vuelve a lograr generar tan fuerte tensión y angustia en el espectador sin dar prácticamente un segundo de respiro, llegando hasta agradecer los pocos momentos de calma que viven desde que su velero zozobra, que ya sin ningún género de dudas se ha ganado a pulso el galardón de todo un especialista en este tipo de historias.

A lo veraz que luce la supuesta recreación real de lo sucedido, sumamos una buena edición y banda sonora, correctas actuaciones de su escueto casting, y un tiburón real que con su sola presencia física aterroriza más que el mas rebuscado animal generado por CGI (es la sensación que da, aunque algún sencillo efecto hay), y tenemos otra interesante y entretenida función de un subgénero que dado lo previsible y ya visto en bastantes otras películas, a mi juicio tiene un indudable merito mantenerte en tensión pegado a la pantalla hasta su ultimo fotograma.

Evidentemente estamos asistiendo a "Mar abierto" en versión mejorada (Basada en hechos reales, un grupo de amigos queda atrapado en altamar y son acosados por, la siempre estrella, un enorme tiburón blanco), y aún así "The reef" tenga suficientes deudas con aquella historia sobre la desafortunada pareja que quedó a la deriva, esta cinta pule en dinamismo y tensión lo que aquel film logró en su momento.

No será "Tiburón" (desde luego), pero aquel subgénero que hubiera empezado con gran júbilo Spielberg ha sido con el tiempo lo suficientemente manoseado como para producir un grito o siquiera una ligera angustia en estos tiempos que, me atrevo a decir, la cinta de Traucki algo hace y lo hace muy bien. Hay escenas que quitan el hipo, posee una edición dinámica y, a decir verdad, nos otorga momentos que llegan a ser verdaderamente atemorizantes.

Creo que hace mucho una película de tiburones no conseguía inquietar tanto, algo que posiblemente puede producir en aquellas personas que aún le siguen la pista a un subgénero que hoy en día está sumamente desgastado. Vale la pena hacer la prueba.

LO MEJOR: Edición casi perfecta y buenas escenas para generar tensión

LO PEOR: Su final

Película australiana firmada por Andrew Traucki, un director que le va eso de dirigir cintas de terror con animalitos que disfrutan tanto de darse un chapuzón en su hábitat, el agua, como el de zamparse a los humanos sin ton ni son. Después de darse a conocer con “Black Water” (2007), un ejercicio de intriga animal protagonizada por unos enormes cocodrilos y basada en hechos reales se dispuso a rodar una cinta hermana de ésta pero ésta vez desarrollada en alta mar, con tiburones y algún que otro delfín que no se le ve ni la cara.

Pero hay que tener mucha cara en derrochar, aunque sea poco presupuesto, para un film que ya pasa de lo previsible por lo inaguantables de sus protagonistas; todos desconocidos. Tal vez para darle más realismo a la carnicería de alta mar que se supone va a sucederse cuando el grupito de rigor se van con el yate, naufragan en medio de la nada, y hala… Pasto de escualos y del tórrido Sol que no les quita el ojo de encima. Ni se les entumece la piel por las aguas. Increíble.

O tal vez, como he leído en algunas críticas, pretendía ser algo más superable que otra pretenciosa cinta del género, “Open Water” (2002), siguiendo un similar estilo a ésta. Mucha intriga, alta tensión, todo lo que queráis, pero al final todo queda en lo mismo: un patrón de calma porque si no se le da un toque de originalidad, por mucho que se haya filmado con tiburones de verdad, el aburrimiento acaba siendo el vencedor.

Presupuesto bajo, actores desconocidos...Como compensación un film muy bien llevado, verdaderamente la acción te envuelve por todas partes, es una angustia que te invade hasta el final del film. Los actores, los náufragos, son tan reales que te encuentras entre ellos como uno más. Un nudo te oprime la garganta y oteas el inquieto horizonte marino con las pupilas dilatadas buscando el peligro que se cierne.

La situación es tan real que el actor que parecía más decidido y comandaba el grupo de náufragos, encaraba al tiburón que les acosaba. Situación que se parecía bastante a la relatada en algunos de los documentales de expertos filmando tiburones, en los que se afirmaba que nunca había que darles la espalda. Parece que estos depredadores, en la realidad, nunca atacan de forma directa, ni a un grupo de bañistas, sino estudiando pacientemente la vulnerabilidad de la presa. Incluso el hecho de que uno de los náufragos, la chica que se hace una herida en el pie, es determinante en el planteamiento de la acción.

En definitiva una buena película, sin efectismos, muy real. Recomendable.

Buena película, muy entretenida y que te mantiene en tensión hasta el final. Pero si algo he de criticar es el final, ya que nos detalla lo que pasa con dos de sus personajes sin imágenes, de forma escrita y eso no me gustó demasiado (1 vale pero 2...)

Es una buena película, para mí interesante, mi nota 6 sobre 10.

Un saludo.