Doctor en Alaska (Serie de TV)

A quién no le gustaría vivir en Cyceli?? Surrealista, tierna, mágica, kafkiana, humana, filosófica, intemporal, naturalista.... cada capítulo era un cuento sorprendente que te hacía mantener la sonrisa... Daba igual a la hora a la que la pusieran ni lo que duraran los anuncios...

No hay ningún capítulo malo, todos son geniales. Los personajes son diferenciadísimos y los guiones buenísimos. Personajes freakis y historias aún más freakis..... Una serie que te "hace féliz"......

Para quién no la haya visto nunca le sorprenderá ese mundo totalmente onírico, en mitad de una Alaska salvaje y a la vez "culta", dónde los habitantes de un pueblo escuchan la radio en la que se habla de Proust, dónde se comen los restos de un mamut descongelado en vez de brindárselo a la ciencia o dónde la aurora boreal puede hacer que se intercambien los sueños de todos los habitantes del pueblo. Un médico judío y neuyorquino intentando resistirse a esa tranquilidad y ese "dejarse llevar" por la fuerza Cyceliana.... ser féliz en mitad de de la naturaleza.....

En Cyceli todo es posible.......

Cuando pienso en “Doctor en Alaska” inevitablemente imagino ese utópico lugar llamado Cicely, donde caben todos, buenos y malos, rechazados y admitidos, adaptados e inadaptados fuera del marco de una sociedad que nos impone constantemente un estereotipo adecuado."Nacemos únicos, morimos copia" (C.G.Jung) Y precisamente ahí es donde entra ese chiflado y onírico universo para acoger a todos los desarraigados, a los exiliados con un pasado por borrar, a los expresidiarios, a los incomprendidos…
“Doctor en Alaska” - y bajo mi humilde opinión - se puede concebir de dos formas - aunque no necesariamente separadas entre sí -: una es la que está representada por el reino de los sentidos, que normalmente es la que mantiene al espectador regocijado bajo el umbral de ese refugio embriagador en forma de serie. Donde esa quimera te atrapa, te envuelve y te mantiene aislado del mundo real. Otra es la del imperio de la razón: el surrealismo, el existencialismo, la paradoja, la filosofía, las culturas indígenas, la literatura, la música, el cine, la gastronomía, la mitología, etc… y es ahí donde aparece la exhibición de una serie coral meditada, cuidada, equilibrada, analizada y con un considerable nivel intelectual. Nada en ella es gratuito, incluso lo más desechable en apariencia o lo menos real en su uso, está condicionado por una teoría, un ideal, un sentimiento o un mito.
Ese ilusorio lugar es el amparo de lo desavenidos, de los desamparados, de los que imaginamos o soñamos en algún momento amargo de nuestra vida con un lugar mejor, hecho a nuestra medida. Cuando alguien logra - ya sea por el lugar, los personajes o los guiones - crear e inventar una atmósfera o un clima con el que todos habíamos soñado alguna vez y que no habíamos logrado definir del todo en nuestro evasivo y personal universo, es como para quitarse el sombrero y agradecer a los creadores tan humano propósito.

Veo esta serie desde hace muchos años; me costó completar las temporadas porque en la televisión a veces dejaban de emitirla, o cambiaban los horarios; en consecuencia, es una serie que me ha acompañado durante años, y he visto los mismos capítulos repetidas veces, sin cansarme de ellos. Cuando por fin pude verla entera, de un tirón, la disfruté todavía más.

Doctor en Alaska es el cuento que narra cómo a un pueblo extravagante y mágico llega un forastero lleno de prejuicios, de impaciencia, de manías, totalmente falto de paz interior y encerrado en lo palpable y empíricamente corroborable. La principal gracia de la serie es aborrecer y a la vez comprender profundamente las reacciones neuróticas del doctor Joel Fleischman. Y otra de las gracias es aprender que hay puntos de vista muy distintos para enfocar situaciones que, de entrada, sólo parecen tener una interpretación (la de Joel).

Los personajes son todos cautivadores, empezando por Joel y acabando por Maurice, el pretencioso y rico ex astronauta. Ed, el chico indio y blanco a partes iguales, Maggie, la bella e irascible piloto, Marilyn, la inmutable secretaria del doctor Fleischman, Shelly, la inocente y joven camarera enamorada de Holling, el tipo rudo y curtido, Chris y sus análisis metafísicos (que no aburren, aviso, no aburren para nada)... en fin, todo un elenco inolvidable y magistralmente compenetrado, con una evolución individual más que satisfactoria.

Si no le pongo un 10 es por algo que comentaré en la zona de spoiler; sin embargo, si son ustedes neófitos, no se detengan por este detallito de nada: vean la serie, de veras, pues es el mejor remedio para combatir la a veces irritante realidad de nuestras vidas.

Cuando la ponían en la 2, estaba enganchada. Es una serie completa llena de pequeñas joyas. Si tuviera que utilizar solamente un adjetivo hablaría de "Respeto". Respeto y tolerancia hacia el ser humano. Nadie es perfecto, pero los guiones te enseñaban a querer a los personajes tanto por sus virtudes, como por sus defectos. Detalles divertidos, inteligentes, frescos, sinceros y naturales.
Un lugar donde las personas son "Personas" y da igual el dinero que tengas, lo guapo que seas, o el coche que conduzcas, todos son bien recibidos en esa comunidad. TOLERANCIA y buen rollo.
En TNT en el Canal Satelite Digital la acaban de reponer y cuando lo supe me puse contentísima, ya que voy a poder disfrutar de la serie día a día a unas horas totalmente normales (21;15 cada día) y además voy a verla con diez años más que entonces y creo que todavía la estoy disfrutando más ahora, ya que la evolución de la persona, (bien llevaba, claro está) te hace todavía más sensible hacía cosas que antes no llegabas a entender mucho, ya que ni pasaban por tu mente (vejez, nostalgia, madurez, experiencias...) En fin que la recomiendo a toda aquella persona que tenga ganas de esbozar una sonrisa complice, llorar cuando apetezca e incluso partirse de risa con alguna de las muchas situaciones

Perfecta es la palabra con la que se podría resumir esta serie, repleta de personajes profundamente definidos, casi siempre bien intencionados y a cual más entrañable. Aunque algunos pretendan en ocasiones ser unos capullos, a todos se les empieza, se les sigue, y se les continúa queriendo. Sus diálogos ingeniosos, sus situaciones y argumentos originales marcan un antes y un después, y hacen que cada episodio se convierta en una lección de filosofía, más que en "televisión". A esta caja no se le puede llamar tonta