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Fugitivos

Drama. Thriller Odisea de dos fugitivos encadenados y condenados a huir juntos. Ambos desean lo mismo, alcanzar la libertad, pero aun así las tensiones raciales no tardarán en enfrentarlos. (FILMAFFINITY)
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Críticas 18
Críticas ordenadas por utilidad
5 de julio de 2020
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Kramer va directo al tema en esta película desde los títulos de crédito oímos cantar a Sidney Poitier un triste blues sobre el largo camino no sin vicisitudes que hace el protagonista de la canción lo que es un claro guiño de lo va acontencer en la película. Desde su huida veremos como los protagonistas se enfrentan varias veces por cuestiones raciales que se verán unidos a la fuerza por la cadena que les une a cooperar si quieren escapar. Lo que en un principio los dos presos pueden parecer los dos antogonistas de la película en su huida se encontrarán con toda clase de personajes y situaciones como el linchamientos sin saber la razón o el episodio de la viuda que actúa de forma egoista hace que la huida sea más de la sociedad que los rodea que del penal.

Es una película cargada en todo momento de denuncia social, ¿es la sociedad tan indefensa?, a juzgar como trata la sociedad a los fugitivos cargadas de prejuicios, de utilizarlos a sus propios intereses a nuestros antagonistas, nos pone en duda realmente quien es la víctima si la sociedad o los fugitivos. Kramer hace un trabajo impecable donde las pocas muestras de humanidad hacía los fugitivos vienen de parte del sherrif (buena interpretación de Theodore Bikel) al que se le enfrentan todos por querer darles un trato humano y donde la sociedad pretende ser juez, jurado y verdugo.

Grande la evolución de los protagonistas que en un principio no paran de pelearse y a medida que suceden los diversos acontecimientos se dan cuentan que son más parecidos de lo que pensaban. Tony Curtis hace un excelente trabajo muy del estilo que interpretara en la película "Chantaje en Broadway" que filmó un año antes muy alejado de las comedias en las que siempre interpretaba el papel de truhán que le hizo tan famoso y con quien tiene una gran química en la pantalla con su coprotagonista el insigne, Sidney Poitier, que consiguió fama internacional y que abrió muchas puertas a los actores afroamericanos. En resumen, dos mitos de Hollywood bajo la dirección de un gran director que narra una historia llena de denuncia social pero con sentimiento con un ritmo que no decae contada con una maravillosa fotografía en blanco y negro.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Semadar
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3 de mayo de 2011
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Historia sobre la máxima evangélica del amor al prójimo más ignoto, el enemigo, cuya idea sirve de precedente a títulos posteriores como "Infierno en el Pacífico" o "Enemigo mío". Contra las apariencias, los seres humanos -o los seres sentientes y racionales en el caso de "Enemigo mío"- son capaces de que germine la amistad en el campo del odio. El mecanismo de convergencia es aquí el imperativo de la supervivencia. De esta manera el enemigo pasa a ser adversario para tornarse luego ayudante y finalmente un amigo. El contexto es la persecución de dos presos fugados de un furgón policial encadenados el uno al otro. El odio que se profesan es de carácter racial, que en el 58 estamos al principio del Movimiento por los derechos civiles. Pese a la loable inclinación por la destrucción de prejucios en que se afana la película, causa pasmo en el espectador contemporáneo la denigrante identificación de madre soltera y putón desorejado en la que se incurre, sobre todo cuando no resulta difícil imaginarse alternativas argumentales más afortunadas. El dúo Curtis-Poitier hace un buen mano a mano, si bien resulta superior el comedido Poitier al más afectado Curtis. Cierto buenismo cursi avejenta un tanto la obra.
Talladal
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6 de octubre de 2012
5 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la naturaleza masculina está colaborar los unos con los otros. La cinegética (que es el modo más pedante que conozco de mentar “la caza”) tiene su origen en la unión de monos sin pelaje que, ya huérfanos del árbol del que bajaron, se dedicaron a acorralar animales imposibles de batir en el “uno contra uno”. Hete ahí el origen de “la amistad”. Milenios después, hoy no hay dos hombres que puedan llamarse “amigos” si no colaboran en algo: de ahí, por ejemplo, la tontería esa de irse a pescar juntos, tú me pasas el cebo, yo te abro la cerveza. Más inusual es reforzar esos lazos escapando a pares de una prisión, que es de lo que va esta película.

“Fugitivos” es mucho menos de lo que esperaba en todos los sentidos. Narra la huída de dos presidiarios encadenados mutuamente por bosques y zonas pantanosas. Les perseguirá un comité de fuerzas locales reforzado con paletos duchos en la caza del conejo, de fusil en ristre y gatillo fácil; y también por perros rastreadores.

La película explora en el racismo, en la violencia gregaria que precede los linchamientos, en la solidaridad de los ex convictos, en la sensatez de un sheriff tan apático como poco carnicero. Son buenos temas, dan de sí teniendo a Sidney Poitier en pantalla, pero el resultado final me parece a mí un poco fallido, no brilla, no sorprende, no cuenta nada nuevo por más que la antigüedad de este trabajo me obligue a la indulgencia. Así pues, no comprendo, o sencillamente no comparto lo que he leído en algunas críticas: que los diálogos son brillantes. A mí me han parecido forzados y vulgares.

De entre todos los temas del film, como he sugerido al principio, el de la amistad es el principal, y nos conduce a la brillantísima conclusión de que el roce hace el cariño. Pues vale, un segundo que aplaudo. Yo… si quieren que les diga la verdad… he visto más un precedente de “Brokeback Mountain” (2005) en los abrazados cuerpos empapados de los fugitivos jadeantes al salvarse de los remolinos de un río, que otra cosa. De verdad que hay escenas en las que falta el canto de un duro para que Toni y Sidney se coman la boca.

Conclusión: si tú también estás condicionado por temazos de jazz clásico como “Stormy Weather”, piensa que no todas las películas que empiezan con una lluvia torrencial y un negro cantando un blues han de ser buenas. Y menos si el que canta es Sidney Poitier, tan buen actor como horroroso cantante.
Joan Ramirez
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