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Conducta

Drama Cuenta la historia de Chala (Armando Valdés Freyre), un niño de once años cuya vida transcurre en un ambiente de violencia, con una madre adicta a las drogas y al alcohol, y perros de pelea que entrena para sostener su hogar. Este niño, que acude a la escuela sin despojarse de su marginalidad y conflictividad, tiene una relación especial con su maestra Carmela (Alina Rodríguez). (FILMAFFINITY)
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Críticas 27
Críticas ordenadas por utilidad
16 de junio de 2015
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¿Saben lo que es una historia de vida? Se trata de una metodología de investigación cualitativa que permite reconstruir, tal y como han quedado grabados en la memoria, los acontecimientos más importantes en la vida de una persona, todo aquello que ha dejado una huella indeleble en su carácter y personalidad: de dónde venimos, qué herencia sentimental y ética hemos recibido de nuestros padres y como nos ha marcado el contexto económico, político, social y cultural, que nos ha tocado vivir.

Chala, con apenas 11 años, arrastra una pesada carga sobre sus hombros de niño-adulto. Sin padre conocido, con una madre drogadicta y alcohólica, entrena perros de pelea para llevar el sustento a ese hogar que, aunque no parezca tal, es el único que conoce, lo único que tiene. Condenado a moverse en el universo crudo y desesperado de los mayores, que no debería conocer, los problemas los tiene a la hora de integrarse en el mundo infantil que le corresponde. Acostumbrado a la necesidad material y a las carencias emocionales, se relaciona con sus iguales con ese violencia que constituye su día a día, lo que le genera graves problemas de adaptación. Es un niño, a quien no dejan serlo, que siente como pierde su infancia arrastrado por la marginalidad y la ausencia de una familia que le proporcione el calor y la protección que le aseguren un desarrollo normal. Su inteligencia y desesperación le hacen comprender que Carmela, la maestra, constituye su única tabla de salvación, y a ella se agarra con fuerza.

A medida que avanza la historia queda patente que menos Chala (serio, leal, cariñoso, y muy responsable) cualquiera de los adultos se merece ser internado en esa temida y etiquetadora escuela de conducta.

“Conducta” no es un drama novedoso ni rompedor (ni siquiera tengo claro que se trate de un drama) pero si es una maravillosa historia de vida que, además de tocar la fibra emocional de quienes la contemplan, contiene una critica social nada encubierta mientras nos recuerda la importancia de la educación como requisito fundamental para tener una oportunidad en la vida.

La especial relación entre Chala y Carmela me hizo pensar en los años de escuela e instituto. Recordé a todos aquellos y aquellas que junto con los misterios de las matemáticas, la biología y la historia, me educaron para enfrentarme al mundo. Busque y rebusque en mi memoria quien había despertado en mí una especial curiosidad por una materia concreta, quien había dejado más huella en mi conciencia de alumno ávido de aprender. Siento decir que no encontré a nadie especial. Tal vez se deba a que la vida errante que me correspondió por la profesión de mi padre me obligaba a cambiar cada cierto tiempo de escuela o instituto, por lo que no pude establecer ese vínculo especial que te ata a tus educadores cuando lo han sido durante varios años seguidos.

Pese a ello, quiero tener un especial recuerdo para Don Manuel, Dña. Conchita y Azucena, todos ellos profesores de lengua y literatura en diferentes momentos a lo largo de mi vida, porque con sus consejos, correcciones y notas, me animaron a seguir escribiendo, algo que siempre fue una pasión en mi vida.

Gracias a todos.

Y es que esta película es, sobre todo, una loa al maestro vocacional.
MAFALDA
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17 de junio de 2015
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Ernesto Daranas nos lleva a La Habana más pobre y nos introduce en la clase de primaria de Carmela. Ella es una maestra de las de antes, de las que sabían querer a los niños y por eso darles lo que necesitaban. Pero la salud de Carmela es precaria y el corazón le da un aviso, mientras que el difícil entorno de unos de sus alumnos, Chala, empuja constantemente al chaval al precipicio. Él tiene once años, no conoce a su padre y su madre está enganchada a la droga, cuida perros de pelea para llevar dinero a casa, y en la escuela se muestra tan despierto e indomable como sensible y maduro. Entre Carmela y Chala hay una relación especial, pero todos los niños de la clase quieren a esa abuela entrañable que les enseña con un corazón de oro y con una conciencia que supera las reglas impuestas y que les permita volar como las palomas que cuida Chala. Ese es el escenario de "Conducta", película cubana de título que apunta a la escuela-internado que amenaza a un Chala incorregible en sus travesuras y comportamiento pero noble y leal.

Daranas recoge un ambiente de miseria en el que resaltar la calidad humana de sus personajes. Ahí contrasta la categoría de la maestra con la estrechez de miras de la asistente social, la sensibilidad y candidez de los niños con la dureza de una mujer atrapada por la droga y el alcohol, la dulzura de una escuela que es lugar de encuentro con la agresividad de una sociedad sumida en la corrupción y la pobreza. Entre esos polos, Chala tiene que sobrevivir y reparte su tiempo entre los perros preparados para la lucha y las palomas destinadas a volar, mientras su corazón sufre tanto el dolor por esa madre atrapada o ese padre ausente como el amor por esa niña palestina. En su vida han encontrado eco, a pesar de su carácter vivo y rebelde, los principios de Carmela para la educación: rigor y afecto han conformado un sentido de la lealtad y un cariño capaz de soportar las mayores adversidades, y las personas que quiere -su madre irresponsable, su abuela adoptiva, su novia de la infancia, su amigo atacado- se convierten en resorte de cada uno de sus actos.

La narrativa que imprime el director a la historia es ágil y su estética está imbuida de naturalismo sin perder el sentido de humanidad. Los diálogos son rápidos y espontáneos -tanto que a veces queda dificultado su entendimiento-, los sentimientos afloran con autenticidad y dejan paso a momentos de emoción nada artificiosos, mientras que el retrato social de la Cuba actual es tan fidedigno como respetuoso. Las reglas y el miedo a la autoridad hacen que una simple estampita de la Virgen de la Caridad del Cobre sea motivo grave de sanción y amenace con el futuro de unos niños inocentes, que los educadores se conviertan en altavoces del Partido para acallar su propia conciencia y corazón -excelente es la evolución de la maestra sustituta, imagen de todo un pueblo-, que el peso de la fuerza aplaste la humanidad de un pueblo silenciado y atropellado. De ahí, la importancia de esa estructura de la trama en que la lectura del texto de la maestra hilvana una historia de resistencia y se erige en voz para la lucha.

Este milagro cubano que recientemente ha comenzado a aflorar no podría darse sin la antológica interpretación de Alina Rodríguez, mujer de mirada profunda y corazón valiente y entrañable, y sin la frescura de Armando Valdés Freire al dar vida a un niño convertido en paradigma de la inocencia y defensa de la propia personalidad. Los distintos desenlaces no hacen si no remachar la idea básica de Carmela y que algunos no acaban de comprender: que las personas están por delante de las reglas y que cada uno debe actuar con prudencia pero con convicción. Estamos ante un emotivo drama social, ante un ejemplo de lo que es la buena educación, y ante un retrato humano -lírico y esperanzado- de quienes sobreviven en la miseria gracias a su conciencia y a su corazón.
La mirada de Ulises
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17 de junio de 2015
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La crítica a la Revolución es muy fina y apenas tocas aspectos aparentemente nimios como mostrar imágenes religiosas. Aunque sí muestra una clara división entre la población que está a favor del Régimen Castrista y aquellos que aprecian la sinrazón de muchas normas que les imponen sin atender al sentido común.
Luego está el prestigio de la edad y la experiencia de una profesora que sigue trabajando después de sobrepasar con mucho su edad de jubilación y que por este mismo motivo ya no la calla nadie y sin miedo asume la desobediencia civil como arma contra las injusticias. La relación entre esta profesora y sus alumnos de primaria resulta maravillosa.
La película muestra una Habana dura, desconchada y vieja; pero no fea. Al contrario, la luz dorada que inunda toda la película embellece cada toma y cada escena. Los colores resultan muy agradables y todos los personajes se te aparecen hermosos. Aparecen buenos hospitales, una escuela pública aceptable, fábricas en funcionamiento y mucho movimiento de vehículos y personas; una especie de hormiguero en continuo movimiento. Una especie de juego entre ocultar lo que no quieres que se vea de la ciudad y de mostrar todo lo hermoso de cada barrio.
La película mantiene un buen ritmo en todo momento, con unos actores geniales y una historia emocionante por momentos. Muy recomendable!
Quiscol
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31 de julio de 2015
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La conducta, me ha parecido una película que refleja bastante bien las miserias del pueblo cubano, con una dura crítica de trasfondo la película logra sensibilizarnos y hace que empaticemos rápidamente con sus personajes, sobre todo con “chala” y la maestra, los cuales destacan del resto con unas actuación soberbias. En cuanto a su eje central, la historia de chala, la película flojea un poco faltándole algo de profundidad a la historia y algunos diálogos aunque aparentemente parecen cargados de significado son bastante superfluos y no llegan a trasmitir ni decir nada.
En resumen, a pesar de los fallos la película me ha gustado y aunque no lo hace de manera muy brillante logra sus objetivos, sensibilizarnos de la situación de algunos niños cubanos.
soser
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18 de septiembre de 2015
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La amplia y contrastada experiencia del director cubano en el mundo de la televisión se deja notar en este film que destila un cierto aroma de telenovela dignificado por la rotunda fotografía de Alejandro Pérez. Fotografía que juega con la luz del caribe y una paleta de colores que no siempre apoyan dramáticamente el drama que se nos está contando.
El notable trabajo de sus intérpretes también se resiente de ese tufillo televisivo como si de un "Cuentame" cubano se tratara. Al alimón de lo que pudo ser y no fue de la excelente "Regreso a Ítaca" (Laurent Cantet /2014), toca ahora el porvenir de una Cuba en transformación, donde una buena parte de sus nuevas generaciones arrastran el lastre de las miserias y aciertos de su historia reciente. Sentido homenaje al nunca bien reconocido trabajo de los maestros y maestras que perfilan nuestro futuro el resto no acaba de engancharnos la entrañas como merecen muchas de sus aristas. Al final queda una bonita y bienintencionada historia de iniciación a la vida que apuesta por un futuro sin dejar atrás a aquellos que siempre creyeron en él.
C
ELZIETE
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