Mi tío Jacinto

Ladislao Vajda justo después de realizar su obra más famosa -no la mejor- "Marcelino, pan y vino" y "Tarde de toros" realiza esta apreciable "Mi tío Jacinto".
La película parece una versión españolizada de la obra magna "Ladrón de bicicletas". Desde el tono neorrealista hasta la trama, El tío Jacinto tiene que conseguir 300 pesetas para poder torear en la plaza y poder ganar así 1500.
Durante todo un día se muestra una catálogo de picaresca y costumbres de los años 50. Desde ese punto de vista el interés es innegable.
La interpretación de Pablito es prácticamente idéntica a la de Marcelino. Su mirada es penetrante y su rostro entrañable.
Antonio Vico, interpretando a Jacinto, es magistral, en todo momento resulta un personaje patético, pero a la vez tan humano, resultado de una España gris, que ni sus imperfecciones evidentes te apartan del cariño que le procesa su sobrino.
Por último señanar que Ladislao Vajda realizaría dos años más tarde una auténtica obra maestra del cine mundial: "El cebo", siempre con menores por medio.

Es posible que no lo(o la) hayas conocido aun, es posible que ya este contigo o que lleve toda la vida a tu lado, pero siempre habrá alguien que te espere, alguien que te necesite, alguien al que importes por encima de todo, alguien que crea tus mentiras y acepte tus errores. Esa es la historia que nos deja esta película, llámalo amor, llámalo amistad.

La historia cuenta las vicisitudes de un niño huérfano y su tío en el Madrid de los 50. Rodeados de pobreza y miseria vivirán una serie de aventuras por casualidad, esa casualidad que suele ser el origen de grandes guiones y este no es una excepción.

Grandes Pablito Calvo y Antonio Vicó y gran plantel de secundarios.

Jacinto, un torero fracasado vive miserablemente con su sobrino Pepote en una chabola, en el extrarradio de Madrid. Jacinto es bebedor y sin oficio al que su sobrino adora. Ambos se cuidan mutuamente y afrontan su indigencia de las maneras más inverosímiles.

El gran director Ladislao Vajda (1906-1965), ligado al expresionismo alemán y cineasta de pro afincado en España, en esta obra logra llevar a buen puerto con sabia mano una cinta de excelencia, una obra que considero muy importante en nuestro cine. Por otra parte, una película injustamente olvidada de una época de gran necesidad donde la ppillería y la picaresca juegan un papel importante.

El guion de Andrés Laszlo, José Santugini, Max Korner, Gian Luigi Rondi y el mismo Vajda, basado en una historia del actor y escritor Laszlo, es un libreto con una frescura y una confección impecable y muy bien elaborado; parece mentira que cuatro guionistas pudieran acordar un guión tan consistente como ocurrente, que hace revivir y por el cual transpira la realidad española de los años cincuenta. Muy buena música de Román Vlad que encuadra la historia muy bien. La fotografía genial, sí, genial y maravillosa la fotografía en blanco y negro de Enrique Guerner, que era el sobrenombre hispano de Heinrich Gärtner, austriaco de origen, un maestro de luz y uno de los mejores directores de fotografía europeos de todos los tiempos.

En el reparto tenemos en toda su salsa a un inconmensurable Pablito Calvo, uno de los niños revelación de la época que hace un papel de antología, con su expresividad y su capacidad para atraer la cámara y sintonizar con el espectador: interpretación de una madurez portentosa y conmovedora de niño de listo, simpático, sonriente, a veces triste: maravilloso (con Vajda ya había trabajado en la celebérrima Marcelino pan y vino de 1954; y en, Un ángel pasó por Brooklyn, 1957). Merecen mucho la pena las escenas ya acabando el film, cuando Pepote acompaña a la plaza de toros a su tío mirándole con orgullosa admiración por la calle y en el Metro, mientras de fondo se puede ver a la gente comentar o reír burlonamente el aspecto estrafalario del pobre tío vestido de torero. Antonio Vico está superlativo en su papel de tío, novillero fracasado, borrachín y hombre que vive con su sobrino como un paria; su cara trasluce una gama de emociones que van desde el drama de la pobreza, hasta la ilusión de las imágenes finales cuando hace una representación inventada de la gloriosa tarde toros que ha tenido, que en realidad es una farsa, pues todo concluyó en un grotesco fracaso. José Marco Davó, excelente; el gran actor que fue Juan Calvo hace su papel de sastre con sintonía y gran oficio; y resulta curioso poder ver en este film a dos de los grandes humoristas españoles del pasado siglo en papeles discretos, como Miguel Gila y Luis Sánchez Polack (Tip).

Ver esta película conlleva darse cuenta de que existe otro cine en la era Franquista, otro muy diferente a esas típicas películas de "cine de barrio" y sus toscas sandeces. Esta película es una obra cuidada y con un guión muy interesante, que merece y mucho la pena ser visionada, a mayor gloria de nuestra cinematografía de los años ´40, ´50 y ´60. Estamos ante una obra maestra.

Concluyendo, un clásico de nuestro cine, con cierto sabor al cine Capra, superando en su terreno a cintas del neorrealismo italiano, que sabe provocar limpiamente y con honestidad alguna lágrima al espectador. La época que aborda, la penalidad en la que profundiza Vajda y los grandes intérpretes, logran verdaderamente emocionar.

¿ Como no acordarse del Ladrón de bicicletas del gran Sica al ver esta película?

Aunque con algunas distancias que salvar, ambas están cortadas por el mismo patrón. La Miseria, le necesidad y falta de todo en una vida dura, La ternura aportada por un niño que da alegría a lo largo toda la trama intentando sobrevivir entre tanta picaresca que le rodea.

No todas las películas que abordan esta realidad logran transmitir de esta manera,

Ejemplo del buen cine que se hacía en España cuando, con independencia de la época y de su dictadura, había gente que sabía hacerlo. Una comedia triste y llena de ternura, con unos actores de primera.
Recuerda al neorrealismo italiano pero sin copiar, con algo muy propio. Los actores son magníficos. Pablito Calvo, el grande Marcelino, pan y vino. Un Antonio Vico que demuestra el talento que tenía.
Una película de obligado conocimiento. Un maravilla.