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Elisa y Marcela

Drama. Romance En 1885, Elisa y Marcela se conocen en la escuela donde trabajan. Lo que comienza como una gran amistad termina en una relación amorosa que tienen que vivir a escondidas. Los padres de Marcela sospechan de esta relación y la enviarán al extranjero unos años. A su vuelta, el reencuentro con Elisa es mágico y deciden tener una vida en común. Ante la presión social y las habladurías, ambas deciden trazar un plan: Elisa abandonará un tiempo ... [+]
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Críticas 30
Críticas ordenadas por utilidad
15 de febrero de 2019
21 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Elisa y Marcela, es una película maravillosa. La historia está muy bien contada, sabiendo muy bien lo que quiere decir, sin perderse en ningún momento. El amor entre dos mujeres a las que la sociedad no las deja vivir con normalidad. Y te preguntas cómo en la película hace Marcela: ¿Por qué tenéis que meteros en cómo vivimos? Ocuparos de lo vuestro.
La cámara está siempre colocada en el único lugar en el que puede estar, tanto en los planos generales de gran belleza, como cuando se acerca a los rostros de Elisa y Marcela, llenos de amor, sensualidad y sufrimiento.
La fotografía es magnífica y sutil, jugando con los diferentes tonos del blanco y negro, la gama de grises.
La música es preciosa y siempre sonando en el momento adecuado.
Natalia Molina, que ya ha demostrado suficientemente lo buena actriz que es, en esta ocasión tiene que hacer una doble pirueta. Y cae de pie y con ovación.
Greta Fernández en su primer papel de protagonista, consigue que la cámara la quiera, y esas ojeras profundas trasmiten su incomprensión de que el amor que siente no esté permitido.
Creo que todo el mundo debe disfrutarla en pantalla grande, pero gracias a Netflix, aquellos que no tengan la suerte de verla así, siempre tendrán la posibilidad de verla en cualquier lugar del mundo.
Rompiendo fronteras y en algunos sitios en donde el amor homosexual aún no está permitido.
Cristina Andreu
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30 de noviembre de 2019
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que me ha gustado

Es una película sincera y con unas actuaciones principales bastante bien logradas.

Isabel dirige esta historia desde el desarrollo de sus dos personajes centrales y su historia prohibida, y es en esa relación donde el filme toma tintes destacables, la naturalidad con la que está abordado el tema de la homosexualidad es notable. Tiene respeto y admiración por sus personajes y su historia.

Sobre todo, es una historia de amor, dejémonos de géneros y sexos. Es una historia que replica en la actualidad en el tema de la tolerancia y el respeto hacia los que son diferentes.

La foto en blanco y negro está logradísima, sobre todo apoyándose en luz natural de muy buena forma.

Lo que no me ha gustado

La elipsis narrativa irrumpe violentamente en los hechos, Isabel quiere contarnos una historia compleja en muy poco tiempo y eso hace que muchos eventos se sientan apresurados, eventos que tal vez merecían mucho más detenimiento. Esos brincos temporales le cortan sensibilidad al material.

Es por momentos algo aburrida y repetitiva.


Opinión Final : Filme un valor social e histórico ineludible. Bien interpretado, y dirigido con mucho amor a la historia y sus personajes. Peca a la hora de no saber que partes darle prioridad y resultar algo superficial. Aún con eso es una película del catálogo de Netflix que vale el tiempo invertido
CINELOCURA
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13 de febrero de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dice una canción de Serrat: "Me gusta todo de ti, pero tú no." A mi me pasa lo contrario con esta película de Coixet. Hay muchas cosas que no me gustan pero la película sí. No me gusta- como se ha escrito - el tratamiento actual que se da a unos hechos cuyo contexto a finales del XIX requerirían de una actitud psicológica de los personajes más compleja y menos maniquea. Tanto de ellas como de su entorno. Un cierto descuido en los personajes secundarios y la singularidad gallega. Mediado el metraje una pérdida de foco y un ritmo narrativo que languidece y que no acaba de encontrar el tono en su parte más dramática encaminandose a un final previsible y algo efectista.

En el otro lado de la balanza la sobresaliente fotografía en blanco y negro de Jennifer Cox que paradojicamente con sus mimados encuadres acaba por robar protagonismo al asunto y la sentida y contenida interpretación que fluye en la relación entre Natalia de Molina y Greta Fernández que nos regalan momentos emotivos por mucho que Coixet se permita boutades como la del pulpo para epatar al personal. Con todo y a pesar de todo se rescata la historia de estas dos mujeres como ejemplo y aportación más que necesaria en favor de la libertad sexual, derecho aún frágil en el mundo que habitamos. En ese sentido Coixet suma.

cineziete.wordpress.com
ELZIETE
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2 de junio de 2019
7 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película no está mal, refleja perfectamente como se vivía en esa época el ser homosexual. En cuanto a la historia, no encuentro vacíos. Lo que no me gustó del todo fue la actuación de Natalia De Molina, considero que fue un poco floja y a veces otros actores también parecía que actuaban forzadamente.

El hecho de que estuvieran en Galicia y ninguna de las dos tuvieran ni un poco de acento gallego tampoco me gustó, considero que aunque no hables gallego, sigues teniendo acento, y yo creo que eso se tendría que mantener ya que Greta Fernández solo tenía un poco de acento cuando hablaba con la vecina "cotilla" del pueblo.
Alba
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14 de marzo de 2023
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece bastante obvio que el cine que refleja el amor entre dos mujeres está siendo artífice de muchas de las mejores películas de los últimos años. Prueba de ello son “La vida de Adèle” de Abdellatif Kechiche, “Carol” de Todd Haynes, “Carmen y Lola” de Arantxa Echevarría o, también de época como “Elisa y Marcela”, “Retrato de una mujer en llamas” de Céline Sciamma, todas ellas portentosas obras maestras.

Igualmente resulta obvio que, si existe en este país una cineasta con la sensibilidad formal y argumental exquisita para levantar tamaño templo cinéfilo en reivindicación del amor entre dos mujeres, ella tenía que ser Isabel Coixet, poderosa cineasta de los sentidos y la sensibilidad, autora de películas inmortales como “Mi vida sin mí”, “La vida secreta de las palabras!”, o “Elegy".

"Elisa y Marcela" es una de las mejores joyas de la cinematografía de la cineasta catalana. No es solo la exquisitez de la historia de amor que se cuenta, es el virtuosismo estético con el que se susurra al oído del anonadado espectador la misma.

Porque Isabel Coixet lo borda en “Elisa y Marcela” hasta la perfección exquisita, y ello por un catálogo de circunstancias que concurren para permitir que tengamos que postrarnos de rodillas ante un templo del cine moderno:

1.- Lo estético. Poseedora de un estilo visual exquisito y reconocible (como ocurre con Pedro Almodóvar o Julio Medem), lírico y cargado de poesía visual, “Elisa y Marcela” es puro caviar cinéfilo. Para empezar, desde su bellísima fotografía en blanco y negro de Jennifer Cox (también se ha exhibido una versión en color, que resulta igualmente insuperable en su belleza).

2.- El manejo del tempo narrativo por parte de Isabel Coixet, lento, cadencioso, romántico, para permitir al espectador paladear cada gesto, cada escena, cada sutil movimiento de cámara. Puro néctar para alimentar el alma del amante del mejor cine. Algunos (aunque breves) planos secuencia son absolutamente maravillosos y de una exquisitez propia del mejor Paul Thomas Anderson, dios del plano secuencia.

La escena de la playa es de lo mejor que han visto estos ojos defectuosos. La sublimación del cine como arte y como experiencia visual hipnótica. Belleza en grado sumo.

3.- Un guión cargado de lirismo poético y de rabia contenida. Si bien es cierto que la película va de más a menos y que la fascinación que te deja sin respiración en su primera hora de metraje no se sostiene al mismo nivel sublime en su segunda, también lo es que, cuando decide narrar sentimientos más que la historia en sí misma, se eleva por encima de todo.

4.- Natalia de Molina y Greta Fernández. Simple y llanamente perfectas. Para ponerles un monumento en la puerta de la Academia de Cine. Absolutamente impresionantes, te dejan sin respiración con cada gesto, con cada caricia, con cada mirada. Lo de Natalia de Molina ya lo tenía clarísimo, una andaluza universal con una capacidad soberbia para hacer cine (“Techo y comida” de Juan Miguel del Castillo). Lo de Greta Fernández (hija, ni más ni menos, de Eduard Fernández) también, porque ahí está “La hija de un ladrón” de Belén Funes para demostrarlo. Greta no es de este mundo. Su belleza y su mirada a cámara deja trastornado al más ecuánime espectador. Greta Fernández nos ofrece una lección magistral inigualable como Marcela, uno de esos personajes que, como la Lola de "Carmen y Llola", nos acompañarán ya para siempre.

5.- El inconmensurable halo poético de las escenas sexuales entre ambas protagonistas. Sin cargar las tintas en lo estrictamente sexual, Isabel Coixet, maestra en todo, sabe equilibrar la poesía con el sexo en su justa medida, brindando una filmación del sexo no conocida desde “Habitación en Roma” de Julio Medem, con una excelencia indiscutible.

Más allá de estos cinco argumentos, hay que destacar la bellísima partitura original de Sofía Oriana Infante, que acompasa y acuna con su dulzura todo el dolor al que se ven obligadas a enfrentarse sus dos eternas protagonistas. Sobre todo cuando uno cae en la cuenta de que se está narrando una historia real.
Sergio Berbel
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