Mi pie izquierdo

Lo mejor de MI PIE IZQUIERDO es evidentemente la actuación de Daniel Day-Lewis encarnando al pintor y escritor irlandés Christy Brown, aquejado de parálisis cerebral; el título del filme remite, precisamente, a la única extremidad del cuerpo de Brown que le fue realmente útil por permitirle expresarse artísticamente; el resto estaba afectado por triplejia. Dicha actuación le valió a Day-Lewis el Oscar 1989 al Mejor Actor, que recibió, dicho sea de paso, con un público aplaudiendo de pie. Ahora, toda una película no puede evidentemente ser juzgada en virtud al desempeño de uno de sus protagonista, y sin embargo en el caso de MI PIE IZQUIERDO habría, a priori, muy poco que recriminarle: está de veras muy bien hecha. El problema es la fidelidad a los hechos reales, que a esta altura y tratándose de Hollywood debería inspirar una saludable desconfianza, pero que muchos espectadores insisten en tragarse como si de un remedio recetado por su médico de cabecera se tratara, con los ojos cerrados prácticamente. También en este caso es complicado ser específico, porque lo reprochable en la película no es tanto lo que muestra, como lo que sugiere al final.

Tuve el privilegio de trabajar con los llamados 'discapacitados físicos' por varios años, y durante esta experiencia maravillosa, pude llegar a una clara y definitiva conclusión: No existe más que una discapacidad, la de la mente. Se puede ser discapacitado con ambos brazos o sin ellos; con la vista abierta o con los ojos apagados; con las dos piernas activas o sentado en una silla de ruedas... pero quien pueda pensar, aprender, percibir, crear, adaptarse, resolver problemas y emocionarse, no tiene ninguna discapacidad realmente importante. Tiene limitaciones físicas omisibles. ¿Y quién no las tiene? Todo el mundo sabe hacer cosas con su cuerpo que otros no saben hacer. Por ejemplo, yo sé utilizar mis manos para escribir y para acariciar, pero no sé usarlas para tocar una guitarra o para pintar un cuadro. Aquel sabe levantar una pelota con sus pies durante varios minutos... y a mí me resulta imposible hacerlo... y ni te compares con los animales porque, entonces, vas a saber lo “discapacitados” que estamos.

<<MI PIE IZQUIERDO>>, es la historia de un personaje valeroso, talentoso y admirable: Christy Brown, un irlandés de empuje y de dignidad invencible; un hombre que vio los obstáculos como una oportunidad y asumió sus limitaciones como un reto a vencer. Nació en Dublín y los médicos le diagnosticaron una enfermedad muy “elegante” (como suelen llamarse ahora): Parálisis Cerebral Ateloide que, en castellano del pueblo es simplemente, Inmovilidad Permanente del Cuerpo.

Esta película del admirable director irlandés, Jim Sheridan -con guion escrito por él mismo en compañía de Shane Connaughton, basados en la autobiografía de Christy Brown-, rompe con la innecesaria actitud compasiva frente al "discapacitado" y, muy especialmente, logra tirar por el piso la negativa autocompasión, para dar paso a un ser humano vulnerable, pero con fiereza; necesitado de ayuda, pero decidido a valerse por él mismo; sin ciertos potenciales, pero capaz de demostrar que posee otros dignos de admirar en el mundo entero.

Christy, sufre, pero se sobrepone; conoce el fracaso, pero lo trasciende. Lo que ocurre en su vida es el esfuerzo de salir de la escasez -que te pule y te enseña la realidad que padecen muchos-, hasta dar lugar al autoconocimiento y al triunfo de poder Ser. Su familia es proletaria y católica, y de vez en cuando le toca comer avena al desayuno, el almuerzo y la comida, pero, la valerosa madre que tienen les enseña, con huellas indelebles, que siempre se puede salir avante y que, donde hay amor las carencias apenas se notan.

Como a todo el mundo le ponen en el camino a sus ángeles –sí, también a ti. Abre bien los ojos, aguza los sentidos y un día los sentirás a tu lado-, a Christy le llega un día la doctora, Eileen Cole... y la superación ya está en línea recta.

<<MI PIE IZQUIERDO>>, es un llamado a la valentía, un poema esperanzador que te invita a tener coraza y a que te des cuenta de que, los problemas por lo que tú te amargas, son una nimiedad al lado de los que padecen muchos.

Esto es, cine para aprender a vivir.

Por supuesto, en esta historia lo que más destaca es la genial interpretación que brinda Daniel Day-Lewis en su papel de paralítico que, ya desde la niñez, tiene que superar día a día obstáculos sin fin, con esa increíble fuerza de voluntad que demuestran, en la vida real, tantos héroes anónimos que padecen esas tremendas discapacidades. Pero detrás de estos titanes siempre hay algunas buenas personas, sin cuya ayuda el milagro sería más dificil, incluso imposible: y entra estas una madre paciente hasta la extenuación, estupendamente encarnada por Brenda Fricker, que también se merece matrícula de honor. Los demás actores principales tampoco desentonan, hábilmente dirigidos por Jim Sheridan. Hay tal vez un exceso de dramatismo en algunos pasajes, pero que no dejan de ser creíbles. Buena de verdad.

A pesar de las continuas recomendaciones recibidas para ver la película argumentando su gran calidad, he de decir que, si bien me ha parecido correcta, desde luego no es, ni mucho menos, excepcional.

Es indiscutible que la actuación de Daniel Day-Lewis es impecable. El pobre uso de su motricidad, las miradas, la dificultad al articular las palabras...todo refleja perfectamente la realidad que desgraciadamente viven los enfermos de parálisis cerebral. Aceptando esta gran interpretación como cierta, que viene siendo la tónica general en la exitosa carrera de este actor (uno de mis favoritos por su flexibilidad e implicación en los papeles), creo que la película no es capaz de superar sus propios convencionalismos, con un guión y una estructura narrativa que encajan perfectamente dentro del saco de las clásicas historias de superación personal.

Esta pregunta seguramente a más de uno se le pasaría por la cabeza aquel día en el que este gran artista irlandés levantó victorioso su oscar, cual Christi alzando con su pie izquierdo esa rosa de amor, superación, amistad, valentía e incansancio. Y la respuesta, aunque os sorprenda, es que Daniel es actor y estaba interpretando, por lo que afortunadamente él no tiene parálisis cerebral. Sin duda alguna, la mejor recreación de un personaje tan complejo que he visto en mi vida.

El resto (guión, secundarios, música, fotografía) es agradable y bastante conseguido. Pero seamos sinceros, nada de eso llega ni por asomo al nivel del trabajo de Day-Lewis y por ello yo personalmente creo que si le he otorgado la puntuación de 10 es porque sencillamente todo el mérito le corresponde a Daniel y por su intensa interpretación merece sin lugar a dudas, el puesto de "obra maestra".