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Miedo profundo

Thriller. Terror Nancy (Blake Lively) es una joven que trata de superar la pérdida de su madre. Un día, practicando surf en una solitaria playa mexicana se queda atrapada en un islote a sólo cien metros de la costa. El problema está en que un enorme tiburón blanco se interpone entre ella y la otra orilla. (FILMAFFINITY)
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Críticas 150
Críticas ordenadas por utilidad
2 de noviembre de 2016
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Steven Spielberg, ni en sus más remotos sueños, podía imaginar, hace ya 40 años, que su obra maestra “Tiburón” acabaría convirtiéndose no sólo en el blockbuster que marcó las reglas del juego a la hora de diseñar el taquillazo perfecto sino que convertiría a un simple escualo en uno de los serial killers más terroríficos del séptimo arte [...]. Jaume Collet-Serra decide rodar su particular odisea con uno de los animales más aterradores del séptimo arte y que de tanto en tanto reaparece en el cine como intento de causar estragos y pavores en el público respetable que decida arriesgarse a contemplar la hazaña. Es lógico pensar que las intenciones del director catalán no son ni tan siquiera rozar la magnificencia lograda de la piedra de toque del cineasta consagrado. Es más, a poco que uno analice fríamente el producto en cuestión se dará cuenta que los derroteros de “Infierno azul” van por otro lado. Lo que aquí se expone es colocar a una persona en los límites de la supervivencia ante la naturaleza indómita en todo su esplendor.

El guión de Anthony Jaswinski parte de dicha premisa sólo que comenzando con un drama intrínseco para hacer que la única protagonista de la película tenga un clavo al que aferrarse en los momentos más duros, crudos y difíciles de soportar. Si algo presenta el cine americano es que todo ser humano puede ser un héroe anónimo si tiene a los suyos en mente. El hecho de querer volverlos a ver es el empujón necesario para seguir hacia delante sin importar el peligro que aceche. Todo comienza con Nancy Adams, una chica que está estudiando medicina, que ante un colapso emocional debido al fallecimiento de su madre, decide dejarlo todo atrás viajando a México para encontrar la playa donde su madre surfeó. Así, a modo de unión con su pasado, decide adentrarse en lo inhóspito. Huelga decir que sus conocimientos médicos le servirán para ciertas circunstancias a la hora de enfrentarse al escualo. Hasta llegar al meollo y lo que realmente sirve como reclamo (la bella contra la bestia, la mujer contra la naturaleza) tenemos un pequeño inciso donde, a través de las nuevas tecnologías, Nancy entablará contacto con el resto de su familia y ciertos conocidos [...].

El problema radica no en la tecnología utilizada (videoconferencias, chateo instantáneo e incluso una cámara GoPro que servirá más de lo que pueda uno imaginar). Es el hecho de que todo cuanto contemplamos hasta que la protagonista se adentra en el agua es tan impostado, tan falso, tan premeditado para causar la sensación de soledad de Nancy, que podría decirse que nada de lo que nos cuenta su historia ni nada de lo que intenta transmitir llega a importar o convencer. Es todo carne de una serie televisiva sin apenas empaque, todo frío a pesar de estar tratando temas serios, emocionales y con sentimientos muy loables pero que resultan forzados si no se sabe jugar con ellos. Una vez ella entabla contacto con dos desconocidos la película se acaba transformando en una especie de spot publicitario donde se acentúan las virtudes del deporte rey en las playas soleadas donde todo está enfocado para que quien jamás haya decidido montar sobre una tabla de surf se lo plantee seriamente porque a través de un montaje videoclipero [...]. Desde luego, hasta ahora, las intenciones no son plagiar la película de Spielberg pero sí sigue las constantes de aquella al evitar en todo momento recurrir a que el tiburón aparezca nada más empezar el metraje y dejar que sea lo costumbrista, lo rutinario y lo previsible quien dirija y marque la pauta.

De ahí que el reclamo real de “Infierno azul” tarda lo suyo en aparecer, como si de esta forma se intentara recuperar las constantes del lenguaje cinematográfico de antaño, es decir, no tener prisa por llegar sino disfrutar del viaje. El problema es que si bien es cierto se agradece no recurrir al montaje atropellado y machacado para que el espectador no se aburra, todo cuanto contemplamos hasta llegar a la fiesta es plano y poco interesante. Pero incluso una vez aparece el rey de la función uno se da cuenta que el terror no es el género dominante sino el suspense, como si se tratara de un cine casi documental sólo que al no serlo pues se magnifica el espectáculo en pos de la fantasía que permite la propia situación. Una vez ella es mordida por el tiburón (una escena inquietante y bastante bien resuelta) y se convierta en la presa a engullir es cuando todo está al servicio de un tour de force calmo con pequeñas pinceladas de frenético éxtasis ante la vorágine de un animal que desea comerse a todo cuanto tiene delante. Claro, los tiempos cambian y la narrativa igual. Ahora las chicas son guerreras y plantan cara al peligro sin acobardarse aunque el miedo esté presente. Ya no son las damiselas en apuros sino que tienen los conocimientos necesarios para subsistir, superar el problema pero también sufrir para no ser meros estereotipos impostados por Hollywood sino para plasmar un arco de emociones razonable.

[...] Como ya sucediera en “Naufrago” (Robert Zemeckis, 2000), la propuesta de Collet-Serra es que a partir de una serie de circunstancias y acciones concretas ella deba ir superando los obstáculos y pueda vivir para contarlo. De ahí que sus conocimientos en el campo de la medicina le sean imprescindibles. Como si de la hija de McGyver se tratara, con un pendiente, la correa de la tabla de surf y un torniquete logrará coserse la dentellada del tiburón y así evitar morir desangrada. Pero la referencia a la obra maestra de Zemeckis no es baladí pues, al igual que Tom Hanks entablaba una especial amistad con una pelota para que la soledad no le hiciese perder el juicio, aquí sucede algo parecido. Una gaviota herida le acompañará en la odisea sólo que con una diferencia [...].

- continúa en spoiler -
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
claquetabitacora
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5 de noviembre de 2016
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si todos los films debieran tener tema original, sin referencias intertextuales, temáticas, etc. la historia del cine no pasaría de 100 películas. Sobre la amenaza de tiburones se han hecho unos cuantos -sin contar la innumerable cantidad de documentales de Natgeo, Discovery, Animal Planet, etc.- y este es uno más, a mi gusto bien hecho, con suspenso sostenido de principio a fin, un magnífico entorno natural, efectos especiales bien resueltos, una buena actuación de la protagonista principal, fotografía y otros aspectos también satisfactorios, etc.
En síntesis, un pasatismo que exhibe procedimientos inteligentes de supervivencia y no se aparta de la tradición cinematográfica en la forma de resolución de la historia. A mi entender, la valoración y crítica debe ser dada por el producto en sí, y no de forma comparativa, como se ha hecho para desmerecerla.
Es una buena película, que se puede ver para pasar el rato.
Adrián Klas
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11 de octubre de 2016
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Me gustó INFIERNO AZUL? La disfruté básicamente por la curvilínea modelo: Blake Lively, una beldad de 29 años que básicamente se dedica a mostrarnos su portentoso físico en un escenario paradisiaco resaltado por la fotografía del español Flavio Martínez Labiano, sencillamente, espectacular. Todo iba muy bien, una postal azul con un sol soberbio; unas olas verdes y corales carmesí refulgentes; y la modelo posando para la eternidad porque todos sabemos que su irremediable decadencia será inevitable; esa caída que Mary Shelley quiso detener inventándose un monstruo maltrecho con materiales cadavéricos. Jaume Collet-Serra, el director, convierte INFIERNO AZUL en un espectáculo preciosista, en un comercial sofisticado, hasta la irrupción del inefable tiburón. Historia como tal no hay en INFIERNO AZUL, lo que hay es un duelo mortal, un western sub acuático cuya vuelta de tuercas se van tornando muy predecibles alejando el atractivo que pudo haber tenido. INFIERNO AZUL es “otra película más de tiburones”.
bucefalo
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15 de diciembre de 2020
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé qué es lo peor en INFIERNO AZUL: escuchar a nadie decir "hermanita mayor", la pretendida innovación durante las interacciones telefónicas o esas perfectas y como no buscadas poses de Blake Lively a la hora de ponerse en marcha. O lo que suele ser lo peor en películas de este jaez: que todos los seres del universo conocido, menos la protagonista, naturalmente, sepamos, sin la menor duda, que algo no del todo bueno va a suceder.
Es de imaginar que INFIERNO AZUL tendrá su público: acaso algún surfista recalcitrante, amantes de las gaviotas, fetichistas de los pies. Pero lo cierto es, sencillamente, que la obrita de Collet-Serra sólo me ha convencido haciéndome recordar a ese personaje de Woody Allen que dejó su oficio de marinero cuando le explicaron qué son los tiburones.
PROT
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16 de julio de 2016
11 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Podéis tirarme tomates, latas, o decir "ya vino la típica animalista a tocar las narices", pero es que tras haber pasado tantos años y ver este tipo de subgénero de terror (porque las películas de tiburones asesinos es ya un género en sí dentro de otro género) repetitivo hasta la sopa, llegó un punto en que la venita me ha estallado y necesitaba desahogarme después de ver este estreno.
Ni los efectos especiales y la actuación de Lively le quitan la trillada y estúpida moraleja de todas estas peliculas: Cuidado con el tiburón, que te come. Venga, que si matamos unos cuantos más y provocamos su extinción le hacemos un favor al mundo, y todo gracias a estas películas.
No tengo nada en contra del gran Spielberg ni de su pelicula Tiburón (dentro de lo que es el filme como tal, no por el fomento de odio que provocó hacia los escualos e incrementó el número de matanzas furtivas a un nivel alarmante), sino por la fama que le sigue dando a este pez grande de dientes afilados y de capacidad de sentir como ser vivo que es, aunque no os lo parezca por la cantidad de veces que el séptimo arte ha presentado como una maligna máquina de matar.
En fin, gracias Serra, por contribuir tu granito de arena a esta montaña de mierda cruel contra una especie que ya bastante mal lo tiene. Si un día me topo con un tiburon blanco de diez metros no te procupes, que le ofreceré tu guión para que se atragante.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
LadyEpona93
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