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Cero en conducta

Drama. Comedia Obra maestra donde Jean Vigo (muerto a los 29 años con tan sólo cuatro películas en su haber) retrata sus recuerdos infantiles a través de la historia de cuatro jóvenes estudiantes franceses que, sujetos a un estricto régimen escolar, deciden rebelarse contra la institución. Filme prohibido en Francia en su estreno por su presunto mensaje antipatriótico. (FILMAFFINITY)
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Críticas 38
Críticas ordenadas por utilidad
1 de diciembre de 2005
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película que puede costar un poco porque es casi muda, y toda su riqueza está en sus imágenes, que llevan el peso de la confusa y un tanto caprichosa narración.
A pesar de la inocente cancioncilla que suele acompañar las travesuras de los chicos, hay poca o ninguna inocencia en esta película. Escasos diálogos e imágenes sumamente ponzoñozas (recuerdo que quedé boquiabierto cuando observé que, en el "acto" que se hace al final, el enano director y su séquito se sientan en las gradas y detrás de ellos hay unos muñecos absurdamente toscos; una mueca para las "jerarquías verticales" de la ¿vieja escuela?), oníricas (los primerísimos planos parecen de pesadilla), desagradables (la mano del gordo y sudoroso profesor sobre la mano del héroe Tabard) y otras que llenan el corazón (la pelea de almohadas y la "marcha revolucionaria" bajo la lluvia de plumas). Éstas y muchas otras imágenes son las que realmente llenan la película de significado.

Curiosa la manera en que finalmente se desata la rebelión: los vándalos principales (Bruel, Colin, Caussat) son instigadores sin éxito, los más valientes en un barril de pólvora a punto de estallar; no es sino hasta la violenta reacción de Tabard (que en un principio, efectivamente parece una niña) que la revolución estudiantil puede tener éxito...¿Reflejo de la Historia, de los procesos revolucionarios históricos?
JOOOSEEPH
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25 de mayo de 2007
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película y muy especialmente su director Jean Vigo pueden incluirse dentro de los mitos del arte cinematográfico. La prematura muerte del director francés y la brevedad de su cinematografía han mitificado su figura y ello puede llevarnos a perder la objetividad cuando se trata de valorar una obra tan especial como Cero en conducta.

Porque a mi juicio, Cero en conducta es una película de atrevimientos y de rupturas. Tiene la osadía de la juventud. Y esa osadía adquiere la forma del surrealismo cinematográfico. Enfoques diferentes y arriesgados, planos imposibles, personajes absolutamente anormales, kafkianos y grotescos, situaciones que van desde la comicidad al esperpento. Es una apuesta osada, como dije antes, de Vigo y sobre todo juvenil. Con toda la afrenta de la juventud a lo conveniente y a lo establecido. Afrenta que fue castigada con la prohibición gubernamental de la película.

Probablemente, el hecho de que otro genio cinematográfico francés como Truffaut tuviese en Jean Vigo uno de sus puntos de referencia haya contribuido a magnificar una figura ya de por si sumamente interesante y con suficientes valores propios para suscitar nuestra curiosidad por su cine y para apreciarlo justamente en lo que vale.
FATHER CAPRIO
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22 de febrero de 2009
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mediometraje elaborado por un director fallecido a temprana edad. La simplicitud en mostrarnos la vida en un liceo francés y la rebelde actitud de los alumnos frente a las autoridades hasta imponer su pequeña revolución es la espina dorsal contra un sistema educativo como el de la Francia de entreguerras en un punto demasiado inflexivo.

Toda la película rezuma sátira. Al director del centro se le caracteriza por su acondroplasia a la hora de caricaturizar la jerarquía de ese sistema impuesto y sus inferiores pero aparentemente poco escrupulosos funcionarios (maestros serios pero torpes y un celador algo despreocupado y meditabundo) como apaciguadores de las aulas. Pero el realizador de l´"Atalante" se decanta por un escenificación payasesca de los alumnos no solamente contra sus profesores sino contra el gobernador regional cuando llega el día de la Conmemoración. No solamente se carga contra las instituciones estudiantiles sinó también hacia la política. O lo que fue peor en su momento, hacia la Patria. Y en esa época las cosas pintaban bastos. Actualmente se puede visionar como una obra de arte elaborada por Jean Vigo, alumno aventajado de la cinematografía francesa. Un clásico a descubrir.
Natxo Borràs
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2 de junio de 2010
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La burla como lucha por lo incorrecto por parte de cuatro chavales y dándoles además poder a los niños (¿el director de la escuela?) frente a sus superiores adultos, son los aspectos a resaltar de “Cero en conducta” (1933), para mostrar como Vigo (anarquista consumado), se muestra como un cineasta interesante en su época.

¿Pero qué nos quiso significar? Pues un desprecio por el sistema educativo. Que de nada vale estar encerrado bajo cualquier orden y sistema, si hay un desprecio por las conductas del todopoderoso y un deseo inmenso de liberación.

Eso es el film, una liberación del pensamiento de Vigo sobre las normas. Su concepto visual metaforizado de oposición, genera pensamientos y conductas ante lo opresivo, que si bien no hay que imitarlas, entendámosla como la alegoría de la mediocridad en la enseñanza, innegable en muchas partes y colegios que existen, aun en este nuevo orden geopolítico.

Gonzalo Restrepo Sánchez (Film critic. Barranquilla, Colombia)
gonzalo restrepo sanchez
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31 de diciembre de 2016
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mediometraje francés, homenaje y rescate del cine mudo (el vigilante se asemeja mucho al personaje de Chaplin), Jean Vigo dota a una historia bastante simple de imágenes verdaderamente memorables: la guerra de almohadas, la toma del techo, los juegos de sombras. Se burla del principio de autoridad mostrando a cuatro niños enarbolando banderas de lucha ante las injusticias acaecidas al interior de un internado. Refugio del espíritu infantil, libre de las normas que castigan a los alumnos con un cero en conducta. Cine de gran simbolismo, presenta a un director enano, de voz aflautada, que junto al inspector pretenden uniformar las mentes de los niños. Quizás el director del colegio representase una especie de Napoleón y, por otro lado, la conquista de los tejados podría suponer una toma de la Bastilla, especie de canto revolucionario, en este caso bajo la hegemonía de una bandera pirata. Un deleite a los sentidos y demostración de que el cine podía ser un vehículo de crítica social.
Anibal Ricci
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