21 gramos

Es una película impecable. Los tiempos narrativos que utiliza el director son de una maestría fuera de lo común. La dinámica de las historias, de las imagenes no te da respiro, no entendés al principio, pero quedás "pegado" casi sin respirar por momentos. Es increíble como el espectador puede "soportar" tanto dramatismo, ese es un crédito para el director que maneja los tiempos de la situaciones de manera, repito, impecable. Sencillamente toma al espectador y dispone de él llevándolo a través de estas historias terribles, duras, dolorosas que por momentos resultan difíciles de creer solamente por negar que son historias absolutamente posibles, reales. La actuación de Sean Penn es una de la mejores que vi de él junto a aquella en la que trabaja con Susan Sarandon donde protagoniza a un condenado a muerte. Para ver. Y después del impacto que nos produce: volver a ver.

El film es sobrecogedor de principio a fin, muestra las distintas formas de soportar una pérdida ¿cómo de grande? de 21 gramos (la pérdida al morir), ya sean los 21 gramos que soporta el personaje de Watts por la muerte de su familia, los que soporta el de Del Toro por ser el causante de dicha muerte y los del de Penn, los 21 que está a punto de perder... o de recuperar.

El dúo Iñárritu/Arriaga ahonda en los pensamientos más desesperanzadores del ser humano, los protagonistas sufren una autodestrucción emocional tremenda, pero perfectamente explicada, la evolución de los personajes es impresionante (véase la pérdida de la fe del personaje de Del Toro).

El montaje de escenas es algo caótico, incluso puede que nos desvele parte de la trama con los saltos temporales, pero eso es lo de menos, no es una película de suspense, es drama, drama en su máximo exponente. La dirección es impecable, la cámara acaricia, sobre todo en esas escenas en las que una madre destrozada llora desconsolada al escuchar el último mensaje de su difunto marido, o al ver el cuarto de sus niñas... una sensibilidad inexplicable.

¿No vemos todos los días noticias de accidentes de tráfico en los telediarios? Pero ¿qué siente el causante? ¿Qué hay del que soporta la pérdida? ¿Alguien gana algo con ese accidente? si quieren saberlo vean 21 gramos. Muy buena.

Cada uno a su manera, con sus intereses, miedos, gustos y fobias, todos cortados por el mismo patrón y aun así tan diferentes, tan únicos en sus complejidades, oscuridades y agujeros; tan imperfectos y sin embargo fascinantes, por exceso o por defecto... de maldad y de virtudes, siempre impredecibles, distribuidas al azar, como piezas de un inmenso puzzle cuya terminación se antoja una odisea, pues ninguna pieza posee un destino prefijado, sino variable. Nada encaja y todo fluye, plácidamente o a borbotones, la vida debe continuar, contigo o sin ti, con tu permiso o sin él, estés de acuerdo con tu suerte o la maldigas, cuanto tienes, cuanto te queda, cuanto posees independientemente del camino que escogiste y al margen de tu nombre es ese algo cuyo peso se estima en 21 gramos, pedacitos de eternidad al alcance de los ojos que sepan dónde buscar. La huella indeleble de lo humano.

<Hoy he vuelto a ver esta película y sigo sin tener claro qué nota se merece. Podría darle un 7, un 8, un 9... ¿por qué no un 5? Un 6 o un 4... tanto da. Y es que no somos 21 personas en el universo sino miles de millones, y ni siquiera cada una de estas individualidades se comporta necesariamente de la misma forma cada vez que afronta un determinado hecho. Ahí está la gracia de ser lo que somos, aunque nunca termine de gustar el definirse, pues pocas son las veces en que uno encuentra las palabras. // En efecto, la vida sigue, y no espera a nadie. Aunque hay momentos, bien es cierto, que justifican el dolor de sentirse a merced de sus antojos; bendita tregua. Sonríe entonces, que nunca sabes cuándo y de qué manera volverás a verte sorprendido, obligado a actuar como lo que eres, imperfecto ser humano. Acumula virtudes mientras tanto>

Cine sobre el existir para subsistir. Cine de altura. Cine que duele, como la vida.
¿No te ves escuálido en esos 21 escasos gramos? Hay días en que yo lo hago.

El tándem Gózalez Iñárritu - Guillermo Arriaga, al menos para mi, ya ha sentado cátedra en la historia del cine. Esta cinta te noquea, te desgarra, te humaniza, te sorprende, te fascina, te emociona y te desangra. Todo ellos sin darte respiro, sin concesiones.

La espiral de la desgracia absorbe a los personajes hasta el punto de ponerlos al borde del abismo, enfrentándolos a la oscura parte de sus vidas que creían haber dejado atrás, lugar donde Alejandro y Guillermo se mueven con una soltura de maestros, precisa, firme e inquietante. El desconcierto que genera en su primer visionado, no tarda en convertirse en admiración al ver que todo encaja sin dejar fisuras. Cual reloj Suizo y con un montaje sublime, acompañado de un gran pulso narrativo, el guión camina con paso firme hacia el núcleo de la historia.

Lo aterrador de "21 Gramos" es la cercanía con sus personajes. La crueldad con que nos muestra lo fácil que es perderlo todo en un segundo, lo poco que valen los seres humanos, lo frágil que es nuestra voluntad, lo efímera que es la felicidad. Tenemos 125 minutos para digerir aquello que no queremos escuchar, aquello a lo que tememos enfrentarnos.

Las actuaciones son notables. Me gustaría destacar a una Naomi Watts que devora la pantalla, que contagia su amargura, que desprende veracidad. La Australiana fusiona con talento fuerza y fragilidad dando una lección de interpretación que perfectamente le podía haber valido un Óscar.

Muchos se han preguntado cual de los dos Mejicanos pierde más con el fin de su romance de verano. Somos nosotros señores los que perdemos, nosotros y el cine.

El exceso en el drama, al contrario que en otros géneros, no está nada mal visto. Al contrario, cuanto más se degrade el sufrimiento extremo de los pobres personajes, más posibilidades de premio se generan: si esto fuese una lotería del dolor, "21 gramos" habría acaparado casi todos los números. A veces se hace bien y hasta te lo crees, pero éste no es el caso.

La sensación de tontería se inicia desde la primera implosión de colirio hasta la última, llegando hasta tales excesos dramáticos que la cosa empieza a rozar ya el mal gusto y lo único que salva mi atención en este tipo de filmes es esperar con morbo si llegarán al punto de mesarse los cabellos y arrancarse las vestiduras como hacían los patriarcas en la Biblia cuando les violaban a las hijas. Bueno, en este caso no llegan a tanto pero hay unas cuantas gratificantes escenas de gente mirando al vacío con cara de zombi traumatizado o bien rebozándose en superficies incómodas con grandes expresiones de sufrimiento o caminando sin rumbo fijo y con la típica expresión atormentada de los que dudan de qué evidenciaría más mal rollo espiritual, si fingir un intento de suicidio o bien arrearse un buen ciliciazo a la espaldas.

A pesar de lo que pueda creerse, no hablamos de las procesiones de Semana Santa en Sevilla, sino de un dramón de órdago despojado de toda decencia o capacidad de contención y dedicado en exclusiva a remozar, ensalzar y mostrar a carnes abiertas la crónica de un dolor tan exagerado que no puede caber en este mundo y mucho menos, en este cine.

Total, que una cochinada.