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La tragedia de Macbeth

Drama. Intriga Nominada a tres premios Oscar, incluido el de Mejor Actor. Denzel Washington y Frances McDormand protagonizan esta adaptación, cruda y audaz, de Joel Coen. Un lord escocés es convencido por unas brujas de que se convertirá en el futuro rey de Escocia. Adaptación de "Macbeth", de William Shakespeare.
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Críticas 36
Críticas ordenadas por utilidad
20 de enero de 2022
12 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de comenzar, debo dejar bien claro que esta crítica es en base a la nueva película de Joel Coen, no a la obra original de William Shakespeare. Dios me libre… De hecho, no he leído la novela ni visto otra adaptación, acercándome a esta historia por primera vez. Dicho esto, sabía que no iba a salir contento del visionado de esta nueva adaptación, con un aire de pretenciosidad fácilmente detectable (ese formato y blanco y negro…). Pero Valiente es mi apellido, y su atractivo reparto (los nombres hablan por sí solos) ha cerrado el trato. Por supuesto, la crítica la ha amado, a pesar de haber sido marginada en los premios del cine. ¿Qué opino yo? Sencillo: una de las películas más aburridas de los últimos años y la peor película de uno de los hermanos Coen (el otro ha huido a tiempo), destacando solamente su reparto. Pero como siempre, mejor ir por partes.

Esta vez, y sin que sirva de precedente, creo oportuno comenzar por lo único bueno, que no es otra cosa que el reparto. Y es que, sin la presencia de los siempre geniales Denzel Washington y Frances McDormand, esto sería un absoluto desastre (aunque, por otro lado, no me habría acercado…). Qué decir de Denzel a estas alturas del cuento. Con una mirada ya te atrapa (un segundo tarda en hacerlo en su primera aparición), creyéndotelo como protagonista, aunque el resto de elementos no acompañen. Curiosamente, esta vez no han habido críticas por la diversidad, pero es que hablamos del jodido Denzel Washington, uno de los intérpretes más carismáticos de la historia del cine, y el cual puede hacer lo que le venga en gana. Me dices que le han fichado para ser la nueva Pippi Calzaslargas, y compro. Sin él, esto sería mucho peor.

McDormand se entrega a un personaje nada sencillo (y desdibujado…), siendo más secundaria de lo esperado y sin que su interpretación esté ante una de las mejores de su brillante carrera, a pesar de que la dirija su marido (lo dicho, su papel no acompaña). También se agradece su presencia, aunque quién supone una revelación es Kathryn Hunter en el papel de bruja (o brujas). Al momento de hacer esta crítica todavía se desconocen las nominaciones a los Oscars, pero me parecería una injusticia que no se la nominase. Menudo camaleón, robando la función en los diez minutos que apenas aparece. Fascinante. Respecto al resto del reparto, cumplen, pero nadie brilla al nivel de los mencionados.

Como ya he indicado, no conocía la obra original de Shakespeare, pero tengo la sensación de que Coen ha tenido demasiada prisa a la hora de contar la historia, aunque se agradece que la tortura no pase de los cien minutos (algo es algo). Creo que faltan cosas (o yo me he perdido algo), con un cambio de personalidades demasiado abrupto (de nuevo, el personaje de la esposa de Macbeth), exceso de personajes (los secundarios nos importan un pimiento y sus escenas no aportan nada), y un caos narrativo que estoy seguro de que no proviene del material de partida. Me sorprendería bastante, si ese fuese el caso.

No sé qué película han visto los críticos, pero les das un texto de Shakespeare, un reparto de lujo, una filmación en 4:3 (que ya me dirás tú la necesidad) y blanco y negro (más de lo mismo…) y la dirección de uno de los Coen (el otro se ha retirado a tiempo), y aplauden como los que más, cuando me juego lo que queráis a que los espectadores que le den al play en Apple TV, van a salir espantados (la fidelidad al lenguaje de la obra supone una barrera para el espectador que no sea catedrático o muy leído). En eso la película no engaña a nadie, ya que es lo que parece. Lo tomas o lo dejas, y yo debería haberlo dejado. Si es que no aprendo…

¿Qué pretendía el señor Coen? No tengo ni la más remota idea. ¿A quién está dirigida esta película? Entiendo que a los lectores de la novela y los críticos, pero a nadie más. ¿Saldrá el público satisfecho? Permitidme que lo dude. Si Apple Tv quería ganar suscriptores, este no es el camino, aunque se agradece que no haya terminado en las salas de cine (bueno, de forma limitada sí), porque ésta no es la mejor forma de atraer de nuevo a los espectadores a los cines. En eso no tengo duda alguna.

Estoy pesado con las preguntitas, pero ahí va otra: ¿Ha derivado el cine de los Coen hacia la pedantería, con producciones orquestadas para arrancar el aplauso de los críticos y provocar el bostezo del público? Me temo que sí, y lo dice alguien que ama ‘El gran Lebowski‘ y disfruta con ‘Arizona Baby’, pero sus últimas películas no son para mí, y algo me dice que tampoco para los espectadores que busquen pasar un buen rato.

Yo lo tengo claro: La ‘Macbeth’ de Joel Coen es una propuesta tediosa, innecesaria y totalmente olvidable (de hecho, una vez pasados los premios, nadie hablará de ella… al tiempo), con una dirección tan intimista como petulante, notándose las intenciones del cineasta (si quiero ver una obra de teatro, me voy al teatro), una narración que no va a ningún lado y deja totalmente indiferente (preciosas las metáforas, pero me han dejado más vacío que el corazón de un político), y un reparto sensacional, pero el cual es incapaz de salvar esto. No es culpa suya, agradeciendo que al menos aporten su talento al mayor ladrillo que se recuerde en años. ¿Me convierte en un idiota y un inculto reconocer que esta adaptación me ha aburrido de forma indescriptible? Pues seré un idiota, pero un idiota feliz. Toda para vosotros.

Más críticas: ocioworld.net
Javi McClane
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2 de febrero de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es mas que arriesgado tanto para un directo que para los actores relatar grandes obras como es la de esta película, un manjar de Shakespeare, que si te sale mal es un delito grave para el arte, ofender a los grandes, pero si sale bien, grata recompensa, y en este caso, grata recompensa. Densa y exquicita a su ves, sin dejar de lado la cadencia y la magia de Shakespeare. Por otra parte grandes protagonistas q defienden y hacen un trabajo como estan acostumbrado....bravo, aunque no hay q dejar pasar q para mi gusto personal, falto algo que el teatro lo dá...
orion
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2 de febrero de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
35/35(29/01/22) Sugerente nueva versión del clásico homónimo de William Shakespeare publicado en 1606, dirigido y guionizado por Joel Coen, en lo que es la primera película dirigida únicamente por uno de los hermanos Coen sin la participación del otro. Siendo protagonizada en la figura del Baron de Glamis por un arrollador Denzel Washington (hay que salvar la licencia de que un rey escocés sea negro, aunque Denzel ya hizo algo similar en otro papel shakesperiano en cine en 1993, con su Príncipe Pedro de Aragón en “Mucho ruido y pocas nueces” de Kenneth Branagh), como la mítica Lady Macbeth está una sensacional Frances McDormand (productora del film, y gran impulsora del proyecto, al que empujó a su marido Joel Coen), destacando entre los secundarios el carismático dublinés Brendan Gleeson como efímero rey Duncan asesinado (ello en una escena brutal en primer plano hundiéndosele el cuchillo en su pecho), y sobre todo la fascinante neoyorkina Kathryn Hunter en el rol de las tres brujas, embutida en una túnica negra, retorcida en un cuerpo enjuto, pálido, con ojos saltones, siniestra, aterradora, con la segunda aparición en el castillo de Macbeth, ello en una especie de pesadilla onerosa, subida en una biga, y reflejándose en un estanque, donde se desdoble en las tres, una contorsionantemente siniestra profeta, con una voz cavernosa-ominosa, lóbregamente fascinante. Siendo muy fiel al material de origen, manteniendo el característico pentámetro yámbico del Bardo de Avon, impregnando de fatalismo el metraje, con los magnicidios, infanticidios, premoniciones malditas, pesadillas, supurando por los fotogramas el halo de ambición desmedida por el poder, de amoralidad, y como ello lleva al sendero de los sentimientos de culpa expresados en los delirios visuales, en la locura, ello desarrollado con los sempiternos monólogos y diálogos cargados de metáforas líricas.

Llama la atención ya de inicio que es rodada en monocromo b/n y en relación de pantalla casi cuadrada, esto último un artificio desconcertante. Siendo realmente teatro filmado en estudio de sonido, donde ellos escenarios resultan singulares en lo diáfano, a la par que expresionistas, por mor del gran diseño de producción de Stefan Dechant (“Avatar” o “Alicia en el País de las Maravillas”) creando un castillo de estancias enormes sin adornos, pasillos infinitos, grandes arcos, almenas desproporcionadas en tamaño en su gran altura, una estructura rectilínea, con patios desprovisto de vida, todo cargado de gelidez y opresión, y sin visión exterior, especie de cárcel alegórica, que en comunión con la cinematografía del francés Bruno Delbonnel (“Amelie o “A propósito de Llewyn Davis”) a influencias pictóricas como las del italiano Giorgio de Chirico, dotando de sombras alargadas, así como oscuridades tenebrosas que bebe indudablemente del expresionismo gótico. Eso en interiores, en exteriores la neblina y los cielos apagados lo cubren todo (como dice el texto de Shakespeare, Macbeth le pregunta a su mujer: ‘Cómo va la noche?’, y ella le espeta, ‘Casi en lucha con la mañana, mitad por mitad’), todo ello con marcadas profundidades de campo que aíslan a los protagonistas en la inmensidad. Sumando recursos dramáticos inteligentes, escenificando tramos de paranoia oníricos punzantes, con momentos intensos en su simbolismo, como cuando no pueden lavarse la sangre de las manos por mucha agua que se echen.

Esta es una de las obras más populares de Shakespeare, ha tenido cuatro directores de prestigio que han ofrecido su particular visión: Orson Welles en 1948, Akira Kurosawa en 1957 con “Trono de sangre”, Roman Polanski en 1971 y el menos conocido Justin Kurzel que en 2015 hizo la más reciente hasta esta. Es por ello, que siendo tan archiconocida y llevada tantas veces al cine, la pregunta es obvia (no soy Trimagasi). Era necesaria otra versión más que no aporta algo nuevo, que se atiene al mismo patrón rígido de la historia? Y habrá respuestas para todos los gustos, puede gustar, entretener, por su agilidad y no mucho metraje, tiene recursos estéticos originales, tiene actuaciones muy buenas, pero no te dejará huella, por lo menos a mí. La solemnidad con que Joel se atiene al corsé de la obra le hace adusto. Teneidno el hándicap de que su metraje de solo 107 minutos es su enemigo, al ocurrir todo demasiado apresuradamente, elipsis que suceden abruptamente, donde se acortan textos, y otros muchos se eliminan. Siendo el colmo que no hay batalla final, todo se reduce a que Macbeth se asoma, ve al famoso bosque de Birnam avanzar, se postra en su trono y ya están dentro del castillo sus enemigos, sin mediar enfrentamiento alguno, Macbeth se deshace de uno, tras lo que el siguiente es Macduff con el que mantiene un duelo paladín en las almenas, y ya está, todo tan abreviado que parece que se les hacía tarde ¿?).

Denzel Washington es un poco mayor para su rol (y hace gala de ello con su rostro ajado, con cabello y barba canoso), pero por el contrario imprime un cansancio vital extraordinario a su actuación, con una declamación dura y seca, con el modo dramático de filmarla en determinados momentos (al principio con contrapicados y gradualmente desde alto para achicarlo), teniendo un lenguaje gestual que va agarrotándose conforme avanza la trama; Frances McDormand demuestra su poderío, esa fuerte personalidad que transpira en su rostro arrugado, con un rol ‘caramelo’ que es Lady Macbeth, esa ‘consejera’ que azuza con bilis la sed de trono de su marido, loe m puja con argumentos espoleantes, y la actriz la hace suya, y también la vemos en su físico un arco de desarrollo abocado al abismo; Lo malo es que entre McDormand y Washington hay nula química, no ves lujuria y pasión entre ellos, no ves amor, ves a dos ‘socios’ y no a dos amantes, son un matrimonio casto, y eso es un lastre poderoso. Ni tan siquiera se toca el tema de porque no tiene hijos, ya digo, como si no fueran esposos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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3 de febrero de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad es que al ver que un Coen había dirigido Macbeth no me lo pensé dos veces. El resultado es extraño porque entiendo que es un largometraje dónde influyen -si cabe más de lo que es habitual- las expectativas frente de lo que nos espera. Me pasé el rato intentando descubrir que había de reconocible en la obra que se asemejase a los antiguos trabajos del director. Supongo que fue un error, porque enseguida me di cuenta de que había algo de Dreyer o Bergman en la puesta en escena que se me planteaba, algo que resultó ser una sorpresa mayúscula. Además, que el guion era extremadamente rigoroso a la obra del dramaturgo inglés, con toda el aura de solemnidad que esto implica. Y que, había interpretaciones fuera de lo común, como las de Kathryn Hunter o la Denzel Washington. Asombro tras asombro. Por lo cual diría, que si alguien es mínimamente aficionado al género teatral o a la obra de Shakespeare en particular, es una parada más que obligatoria y profundamente grata, ahora bien si lo que buscáis es un “The Big Lebowski” o un “Burn After Reading” preparaos para morir porque vuestra ambición solo os traerá ruina.
Frank Booth
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6 de febrero de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de haber creado una auténtica secta entre sus adeptos más fanáticos, entre los que me incluyo, los hermanos Coen han puesto fin a su sociedad por jubilación de Ethan Coen. “La tragedia de Macbeth” es la primera obra totalmente en solitario de Joel Coen y, desde luego, supone un giro de rumbo absoluto y un abandono de las señas de identidad más características de la cinematografía de estos hermanos, más un género cinematográfico en sí mismos mundialmente reconocidos e inspiradores de centenares de películas que tienen un expreso aire “coeninano”.

La meta que se ha impuesto Joel Coen para comenzar su carrera en solitario no era menor: trasladar con tintes expresionistas y en un riguroso blanco y negro el texto dramático de William Shakespeare. Ni más ni menos. Y, desde luego, lo consigue notablemente. Otra cosa es que el resultado despierte mi interés más allá de lo visual, porque desgraciadamente no lo hace.

Sin duda, la cinta se acaba convirtiendo en un tour plástico para comprobar cómo se puede llegar a recrear el expresionismo cinematográfico en pleno siglo XXI, con ecos de Bergman o Dreyer, y que el invento funcione mucho y bien. En ese aspecto, la película es brillante gracias a una dirección de fotografía de Bruno Delbonnel excepcional, además de utilizar la metáfora visual de forma inaudita y sorprendente. Y no digamos de la partitura de su músico de cabecera, Carter Burwell.

Las interpretaciones son buenas, pero no soberbias, como hubiera requerido para llevar a la gran pantalla un texto dramático de Shakespeare. Denzel Washington como Macbeth resulta correcto sin más y Frances McDormand (esposa de Joel Coen en la vida real y coproductora de la cinta junto a su marido) como cónyuge de Macbeth resulta colosal y lo mejor de la cinta, si bien los secundarios no brillan a su mismo nivel.

La terrible historia de lucha sangrienta por el poder sin escrúpulos en la Escocia de Macbeth acaba resultando una recitación monótona de textos no demasiado bien adaptados que repelen al espectador contemporáneo antes que emocionarlo.
Pero… lo peor de todo es que me deja frío, a ratos ni me interesa. Me quedo gélido ante una película de Joel Coen, quién lo diría. Llega un momento incluso en el que los avatares de sus personajes dejan de interesarme y mi mente sólo logra concentrarse en el espléndido espectáculo visual que sucede ante mis ojos. Pero, para mí, es una película sin alma y eso, en el fondo, es un fracaso, el primer fracaso Coen.
Sergio Berbel
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