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El hombre de dos reinos

Drama Para divorciarse de su esposa Catalina de Aragón (hija de los Reyes Católicos y tía del emperador Carlos V) y contraer matrimonio con Ana Bolena, Enrique VIII (1509-1547) trata de obtener el apoyo de la aristocracia y del clero. Sir Thomas Moro, uno de los más notables humanistas europeos ("Utopía", 1516), ferviente católico y hombre de confianza del monarca, se encuentra en una encrucijada: ¿debe actuar de acuerdo con su conciencia, ... [+]
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Críticas 48
Críticas ordenadas por utilidad
24 de abril de 2007
27 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
El problema de esta película es que el tema ha perdido vigencia y actualidad, pero más allá del enfrentamiento entre el rey Enrique VIII (histriónico, repelente, autoritario) y el gran intelectual Thomas Moro (hombre íntegro y honrado), la película plantea el dilema de obedecer a nuestra conciencia o someterse a la leyes (que consideramos injustas) y a la autoridad abusiva.

Los actores son buenos, la fotografía excelente, la puesta en escena es correcta, así como la ambientación...Sin embargo, algo falla e impide que sea una gran película. No sé si es el ritmo, su corrección académica, el no profundizar en algunos aspectosd argumentales. El caso es que se ve con agrado pero no hay nada destacable más allá de los aspectos técnicos señalados con anterioridad.
Manuel PM
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7 de junio de 2011
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todos los aspectos de la película están cuidados, pero creo que sus dos pilares son el guión y la interpretación de Paul Scofield.

Tal vez mi mente sea un poco lenta, porque el guión me resulta demasiado denso en algunos momentos. Esto no es un reproche, simplemente tendré que verla más veces, lo que haré encantada.

La película trata sobre todo de:

- El miedo. Thomas teme que su decisión acabe con él y con su familia, lo que le hace aún más humano. Cromwell teme que Thomas lo eclipse en la corte, lo que le hace aún más despreciable. El rey teme los problemas que puede acarrearle la oposición de un hombre tan importante como Thomas. La familia de éste teme perderle.

- El amor. A la familia, a los ideales, a Dios, a la patria, a la razón. Thomas cultiva estos amores en grado sumo, y por ello es un hombre para la eternidad.
IzaNezzie
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15 de enero de 2010
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estaba Alejandro (Paris) tumbado encima de una roca, con el tallito de una flor en la boca, tranquilito, tomando la fresca. Entonces se le acercaron Atenea, Afrodita y Hera, y le preguntaron las tres al unísono:

- Paris, tienes que sacarnos de dudas. ¿Quién es para ti la más bella?.

Paris las miró, y sin pensárselo demasiado dijo:

- Afrodita.

Bueno, pues para que fue aquello. Se armó un pitote… Hera y Atenea hicieron lo posible por ayudar a los aqueos frente a Troya y convencer al buenazo de Zeus de que fuera en contra de Príamo en la guerra….Oigan, esto no lo digo yo, que lo dice “La Iliada”

Claro que se equivocó Paris!. Tenía que haber dicho:

- Las tres por igual.
- No. Tienes que elegir a una nada más.
- No, no, yo no.
- Pero bueno, qué pasa?. No tienes opinión?
- Efectivamente. Yo no opino.

Pues esta película va de eso mismo. El que después sería San Tomás Moró (por cierto, como mola el personaje del Santo de Val Kilmer), lo que trata de hacer es utilizar el silencio para protegerse.

Película correcta; mucho más recomendable que los Tudors, siendo el mismísimo contexto histórico, pero bajo la perspectiva de Moró, en vez de la del rey Enrique VIII. Eso sí, hay menos polvos. En la serie se la pasan dale que te pego…Pero es que el Jonathan Rysk-Mendel tiene cara de salido, eso se nota en la mirada.

Bueno, pues depende de lo que busquen, vean esta película o la serie de los Tudor.
Travisloock
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11 de agosto de 2011
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
...y tal vez descubras un personaje que a modo de Galileo defendió algo más que una idea propia, con la seguridad, dominio del lenguaje y lógica aplastantes, claro y conciso en sus exposiciones...

...descubrirás dos papeles femeninos, la mujer y la hija, muy representativos de lo importante que puede llegar a ser el acceso a la cultura y el entorno en que se vive.

...admitirás seguramente, el acierto la eleccion de los actores

...y eso sí, el eterno dilema de hasta donde defender la idea, ¿más allá de donde no se pueda defender más?, ¿nergarla es negarla en verdad? ¿uno debe ser consecuente con lo que cree?¿si cedes vivirás agachando la cabeza toda la vida porque saben que un día lo hiciste?

EN FIN la volveré a ver.
rchelsh
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27 de junio de 2015
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un film clásico del género histórico, un trabajo marcado en todos sus aspectos por la sobriedad, por la seriedad de una propuesta rigurosa y decidida a situar en primer término la importante temática tratada. Quién sabe si el film hubiera tomado otros derroteros de haber prosperado alguna de las ideas iniciales de los productores, quienes pretendían que el papel de Moro fuera interpretado por Laurence Olivier o Richard Burton, y que el papel del Cardenal Wolsey recayera en Alec Guinness. Pero reivindicando con firmeza ese tono de sobriedad antes aludido, el director Fred Zinnemann no transigió e impuso a Paul Scofield y a Orson Welles en dichos papeles. Scofied se prodigó muy poco en el cine y era casi un desconocido para el gran público, pero era ya una leyenda del teatro inglés y, de hecho, había ya protagonizado en los escenarios la pieza de Robert Bolt que da origen al film. A su lado en el teatro había estado también Leo McKern encarnando al malvado Cromwell.

La acción transcurre en 1529, tras la caída de Wolsey, Sir Tomas Moro es nombrado canciller del reino (una especie de primer ministro), sería el cénit de su carrera política y paradójicamente la perdición de un hombre insobornable. Enrique VIII (Robert Shaw) pretendía con su nombramiento, valerse del prestigio de Moro en toda Europa (amigo de Erasmo de Rotterdam), para defender su divorcio de Catalina de Aragón y casarse con Ana Bolena sin romper con El Vaticano. Moro no sólo mantuvo siempre la irrenunciable legalidad del matrimonio real con la hija de los Reyes Católicos, sino que afirmó la suprema autoridad del Papa sobre todos los católicos, incluidos los ingleses con su célebre proclama: “Primero es Dios y luego el rey”.

Fiel esposo y devoto padre, Moro fue un gran humanista y cristiano practicante. Su capacidad para la amistad, su amabilidad para con los sirvientes, su amor a los animales, a la música, a la lectura y su grata conversación, hacían de él un buen y amado hombre de paz. Según los historiadores, Moro era un santo, pero había en él una dura corteza de granito como opositor en el debate, un severo crítico cuando sus principios eran injuriados. A su antagonista Enrique VIII, el folclore británico lo presenta como un rey castizo, simpático y amigo del buen vivir. Es cierto que sentó las bases del futuro poderío naval inglés, la industria y el comercio florecieron, pero no es menos cierto que también fue el rey más tirano y depravado de la historia de Inglaterra.

Excelentemente adaptada por el propio Bolt, el film plantea una cuestión tan actual – por no decir eterna – como el derecho a la objeción de conciencia, el dilema entre la necesidad íntima de ser fiel a uno mismo o la opción de auto traicionarse en aras a una conveniencia política que, en este caso que nos ocupa va ligada en la práctica a la supervivencia. Thomas More (en inglés) fue un hombre noble, ecuánime e íntegro que mantuvo sus principios hasta las últimas consecuencias. Los brillantes diálogos condensan un film quizás algo frío y académico, aunque impecable y sereno en su desarrollo, gracias a una magistral música de Georges Delerue, la fotografía elegante de Ted Moore, los secundarios de la talla de Wendy Hiller (Alice More), Susana York (Margaret More) y Vannessa Redgrave (Ana Bolena), dan al film una impecable factura. Sir Tomas Moro tenía la dignidad de un filósofo y la fe de un mártir. Un santo que fue canonizado en 1935 por el Papa Pío XI.
Antonio Morales
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