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Tierra minada

Bélico. Drama La guerra no acaba cuando se firma la paz. Cuando Alemania se rindió en 1945, en la costa occidental danesa comenzó otra dura batalla: la de los jóvenes soldados alemanes que fueron obligados a retirar miles de minas plantadas en la arena por el ejército nazi. Zandvliet muestra el maltrato infligido a esos prisioneros, un oscuro episodio de posguerra poco conocido. (FILMAFFINITY)
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Críticas 77
Críticas ordenadas por utilidad
8 de noviembre de 2016
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gran película danesa, de aquellas que remueven conciencias, de aquellas que constatan que el ser humano es el mayor monstruo que ha habitado en este planeta, de aquellas de las que te acuerdas durante muchos años, quizás toda la vida. Pero dentro de la maldad, odio y venganza, se abre paso la sensatez, el compañerismo y sobretodo, la palabra de un hombre. El trabajo del sargento me ha parecido excepcional, los chicos a su altura.
Recomiendo a todo el mundo la película, sea o no su género preferido. No digo más, demasiado he destapado ya.
Sergi
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18 de febrero de 2017
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desgarrador, realista, tenso y humano drama danés sobre el final de la guerra del ’45 y la utilización por parte de los vencedores de soldaditos alemanas para quitar las miles de minas personales incrustadas en la playa de Dinamarca. Potente interpretación de todo el elenco y muy destacada actuación de Roland Møller.
El director y guionista danés Martin Zandvliet consigue construir una muy sólida propuesta que conjuga con inteligencia lo bélico, lo humano y las consecuencias de la guerra. Tanto la trama como las actuaciones, junto a la fotografía y al realismo, son muy interesantes y evitan caer en los simplismos y los golpes bajos; inclinando con astucia el tránsito del odio al humanismo.
La historia se mete en la vida del sargento Carl Rasmussen (Roland Møller), un militar danés lleno de odio hacia las tropas alemanas que regresan a su patria luego de la derrota que marcó el final de la contienda bélica.
Rasmussen está encargado de conformar pelotones de jóvenes (muchos adolescentes) soldados alemanes para llevarlos a costa occidental a quitar las miles de minas personales que el alto mando alemán había mandado sembrar porque creía que el gran desembarco de los aliados se produciría por ese lado del mar.
Primero debe entrenarlos, a sabiendas que pueden morir en ese sólo intento, pero luego debe llevarlos a las playas minadas para que hagan su trabajo con la promesa que al finalizar regresarán a sus casas con sus familias; pero al mismo tiempo debe evitar que mueran de hambre. Violando los tratados humanitarios internacionales para los prisioneros de guerra, los soldaditos irán esquivando la explosión de las minas y de sus propias existencias.
Con el premio del público en el Festival de Gijón, la propuesta Martin Zandvliet se muestra inteligente y entretenida desde muchas aristas, tanto por su veracidad narrativa como visual, pero también por su enorme faceta humana que sabe mostrar a los odiados alemancitos como chicos obligados y queribles. Una lección de cine y de historia desconocida.

Calificación Fanaseriecine: 8 ½ sobre 10
fanaseriecine
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4 de marzo de 2017
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ni La La Land, ni Moonlight, ni tan siquiera Hacksaw Ridge. Para mí, éste ha sido el gran descubrimiento cinematográfico de la temporada de premios.

Nos encontramos ante una historia sencilla, basada en hechos reales. Un guión directo, que sabe muy bien lo que quiere contar, sin florituras. Segunda Guerra Mundial. Al sargento Carl Rasmussen le asignan el cometido de supervisar las tareas de desactivación de minas enterradas en una idílica playa Danesa. Tan arriesgada labor será llevada a cabo por un grupo de jóvenes soldados Alemanes prisioneros de las tropas aliadas, con la promesa de que cuando terminen, serán enviados de vuelta a casa.

Under sandet nos envuelve en todo momento en una calma tensa. Esta sensación se logra a través de una espléndida fotografía y una banda sonora al compás de la trama. Ésto sumado a unas interpretaciones de muy alto nivel (un Roland Møller soberbio que podría haberse colado perfectamente entre los favoritos de la gran cita de Los Oscars), son los puntos álgidos del filme.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Zinerella
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9 de julio de 2017
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
141/06(06/07/17) Meritorio y necesaria producción germano-danesa dirigido y guionizado por Martin Zandvliet, un incisivo drama bélico (o más bien post-bélico) inspirándose en hechos reales, cuenta la historia de los prisioneros de guerra alemanes enviados a limpiar las minas en la posguerra de Dinamarca después de la Segunda Guerra Mundial, se estima más de 2.600 soldados alemanes, incluidos numerosos adolescentes, fueron obligados a retirar minas, con casi la mitad de ellos o muriendo o perdiendo sus extremidades por explosiones, fueron 5 meses desactivando minas, y aunque hay discrepancia en los datos oficiales, se quitaron más de dos millones de minas. Muchos de estos prisioneros eran niños soldados, apenas adolescentes (entre 15 y 18 años), pertenecían a la llamada Volkssturm, milicia nacional creada por Hitler hacia el ocaso de la guerra para reclutar a aquellos que todavía no servían en las filas del ejército nazi, y su crimen una vez terminada la contienda fue ser prisioneros de guerra en territorio liberado, cabezas de turco parta la venganza de los vencedores. Es una visión valiente en la que se humaniza a los vencidos alemanes y se enfoca a los vencedores como descarnados revanchistas. Resulta un apreciable alegato antibelicista donde se radiografía como las guerras deshumanizan. Cinta con efluvios a “A diez segundos del infierno” (1959) de Robert Aldrich, a “Las tortugas también vuelan” (2004) de Bahman Ghobadi, a “En tierra hostil” (2008) de Kathryn Bigelow, en todas ellas con trabajos de desactivación de minas de por medio, o a otras en las que se da alma y personalidad propia a los alemanes que lucharon en la WWII como “El puente” (1959), “El submarino” (1981) de Wolfgang Petersen, “Stalingrado” (1993) de Joseph Vilsmaier, ello en laudable revisionismo donde los alemanes en las películas sobre la WWII eran vistos como caricaturas malignas y perversas en modo monolítico, no todos los germanos eran nazis desalmados. En su debe se nota demasiado las ganas de agradar, de ser complaciente, de ir por caminos muy seguros, de transitar por un desarrollo harto previsible, haciendo de los personajes clichés que actúan artificiosamente. Filmada en lugares históricamente auténticos, incluyendo en Oksbøllejren y áreas en Varde, el uso de las playas históricas llevó al descubrimiento de una mina real durante la producción. Fue nominada a la categoría de mejor película de lengua extranjera.

Tras el final de la WWII en Europa y la liberación de Dinamarca de la ocupación alemana en mayo de 1945, a un sargento danés, Carl Leopold Rasmussen (Roland Møller), le es asignado un grupo de soldados presos germanos para les adiestra para desactivar minas colocadas por los propios nazis ante el temor que el desembarco del Día D fuera por allí, su misión será inhabilitar una playa en la costa occidental danesa, son un grupo de adolescentes atemorizados los que se jugaran la vida con sus manos desnudas cada segunda que intentan desactivar una de las bombas. Su guardián Rasmussen es un anti-alemán violento que no tiene la menor simpatía por la vida de los jóvenes.

Es un film con un potente arranque, con lo que es la presentación del protagonista, el sargento Rasmussen, del que se convertirá en nuestra brújula moral durante este metraje, mostrado al inicio como un tipo sediento de venganza y odio contra los alemanes que ocuparon su nación durante cinco años, esto lo refleja con la brutal paliza que le da a un soldado preso germano que porta una bandera danesa, vuelca toda su ira en un pobre tipo, como si el rostro que destroza con sus puños de ese derrotado militar fuera la Alemania nazi. De este modo queda expuesta en gran síntesis la adusta personalidad del rol, para después lo veamos frente a un grupo de imberbes presos teutones descargando su bilis, haciéndoles la vida imposible, esto en lo micro, en lo macro esto queda expuesto en que los altos mandos vencedores han enviado a estos chicos a una misión cuasi-suicida, desactivadores de minas. El hábil guión sabe humanizar a los personajes, intenta no caer en lo sensiblero, pero no siempre lo consigue, los jóvenes presos son reflejados como sufrientes dóciles y estoicos de las humillaciones a los que son sometidos, que anhelan con nostalgia acabar allí para volver a sus hogares con sus padres, son mostrados como chicos inocentes, sin maldad ninguna, con sus dudas, ilusiones, que disfrutan cándidamente en sus momentos de descanso, con lo que es sencillo empatizar con ellos cuando son vejados por unos y por otros, por los oficiales, por el sargento o por la mirada aviesa de la granjera (alegoría de la población civil que nunca veremos), por cierto, la hija de esta es la verdadera hija del director. Siendo víctimas dobles, por un lado de habérseles hurtado su juventud por los el reclutamiento nazi, y por otro del afán vengativo de los vencedores. En su debe es que se pasan de rosca, manipulan al espectador al hacer un grupo de alemanes demasiado pétreo pensante, plano, por mucho que este el verso suelto Helmut, pero nunca hablan de la guerra, de sus ideas, el pasado parece no existir, de si alguno era partidario de Hitler, de si odiaban al jerarca nazi, de si desean hacer daño al sargento que los somete, esto es tratado con una asepsia chirriante, lo cual resta dimensión y complejidad dramática a la historia; Por otro lado está Rasmussen, el epíteto del vencedor revanchista, mostrando en gradualidad su comportamiento, lo vemos poco a poco modular sus formas hacia los chicos. Esto aunque se siente paulatino, no deja de ser muy previsible desde que al rudo sargento lo vemos frente a estos asustadizos chavales, lo que va a suceder no contiene la más mínima sorpresa, siendo Rasmussen un estereotipo que se ve de lejos; Así que el núcleo del relato, la relación entre Rasmussen y los presos alemanes, evolucionando suavemente con picos emocionales fuertes (las explosiones letales, el partido de futbol [poco rebuscado], la vejación perruna,…).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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16 de febrero de 2017
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante una película impactante, que nos explica una historia poco conocida mostrándonos los horrores de la posguerra. Tratando un tema durísimo donde se humaniza a los soldados alemanes, en este caso jóvenes, casi niños, que tras la rendición de Alemania se encontraron con las represalias danesas, cuyo ejercito les obligó a localizar y desactivar las minas enterradas en las playas de la costa danesa.

La edad de los protagonistas, el odio con el que son tratados, la peligrosa tarea que les ordenan realizar sin proporcionarles prácticamente formación y mucho menos medios, hace que sea imposible no empatizar con los jóvenes protagonistas.

La película logra no caer en estereotipos, gracias principalmente a la profundidad que da al personaje del sargento danés Carl y, aunque no se explique, a que todos entendemos que los dos bandos vienen de unos años de horror, donde la guerra les ha afectado y cuyas consecuencias no acaban cuando finaliza la batalla. Una película anti-bélica, que nos recuerda el sinsentido de las guerras y el odio que genera.

Muy recomendable y bastante dura.
trocko
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