Pescador de ilusiones

Me sorprende que Gilliam siga haciendo películas. Sí, puede que fuera un miembro de Monty Python y eso le abriera puertas pero de eso hace mucho. Y es que yo soy un productor y tras ver alguna de sus películas podría decirle: "Terry, la verdad es que tu película me gusta, pero se trata de que dé dinero", y llamaría a Jackie Chan.

Pero a pesar de todo, sigue filmando. Y, por supuesto, sigue dividiendo fervorosamente a crítica y público. Y, ante todo, sigue fiel a su particular universo: imaginación, locura, fantasía, excelencia visual ... o bien, gilipolleces varias, idas de olla, ácido en abundancia, tomadura de pelo, puesta en escena grotesca.

En El rey pescador Terry Gilliam es fiel a su particular mundo cinematográfico, aunque se muestre algo "más comedido" que de costumbre. Y lo consigue al desarrollar dos tramas de forma paralela. Jack, un existoso presentador radiofónico inicia el declive en todos los sentidos tras convertirse en instigador involuntario de un crimen múltiple. En plena decadencia conoce a Perry, antiguo compañero de una de las asesinadas, que tras el incidente se ha vuelto completamente loco.

Jack intenta ayudarle porque se siente en deuda con él (también porque cree que le hará ganar su antigua autoestima), lo que da lugar a una peculiar historia de amistad (primera trama). Pero Gilliam también se centra en la propia vida de Jack y su relación con la propietaria de un videoclub, Anne (segunda trama), lo que a su vez lleva a otra peculiar historia de amor.

Obviamente, la locura de Perry (Robin Williams) permite a Gilliam recuperar su mundo cinematográfico, aquí centrándose en la leyenda del Grial (y esa presencia del Caballero Rojo), y regocijarse en coros de vagabundos y pacientes de psquiátricos (similares a los de los científicos del futuro/presente de 12 monos), junto a canciones de un travesti que no aportan nada a la trama. Y logra, cómo no, un gran apoyo en Williams, que puede justificar que su actuación venía en el guión, aunque la hubiera hecho igual si no se hubiera reflejado en el mismo. En su descargo (por una vez), decir que no resulta tan cargante como de costumbre, quizá porque el personaje lo pide.

Quienes sí resultan tremendamente convincentes son Mercedes Ruehl, que consiguió el Óscar a la mejor actriz de reparto y Jeff Bridges, a mi juicio uno de los actores más infravalorados de los últimos años y al que creo que no se le han dado las oportunidades que realmente merecía.

Interesante película que conseguirá que los adeptos de Gilliam le sigan alabando y sus detractores odiando. Al resto, le resultará más fácil de asimilar que otras cintas del autor.

A estas alturas, después de haber visto la mayoría de las películas de Terry Gilliam creo que estoy capacitado para decir que es un muy buen directo muy infravalorado. Estoy de acuerdo en que a todo el mundo no le puede gustar su mezcla de locura extrema con realidad, pero me compadezco de esa gente. No entiendo como alguien no puedes disfrutar con la locura del personaje que interpreta Robin Williams, ni los demás seres que aparecen en la película. Tienen un algo que hace que sea imposible no disfrutar con esta película.

Lo que creo es que a las películas de Gilliam hay que ir sabiendo que te vas a encontrar cosas distintas, sabiendo que no te vas a encontrar películas con una profundidad extrema ni nada así. A las películas de este director hay que ir a disfrutarlas, a emocionarte con la historia, a disfrutar con las locuras y las gracias. Diréis que así es igual con todos los directores y películas. Puede, pero creo que con este director aún más.

De momento es la película suya que más me ha gustado

Frecuentemente vivimos vidas robóticas carentes de latido, sentimiento y olvidamos la necesidad de sentir el aire fresco en nuestras caras. La desgracia aparente, dependiendo de la lectura que le demos, puede devenir nuestro mejor confidente y aliado para resurgir a una auténtica existencia. Deliciosa fábula de las que nos hacen creer que todo en lo que realmente creamos sucederá. Película para sentirse vivo. Gracias Monty Python, gracias Terry, vuestro legado nos ayuda a vivir con descaro y alegría.

Tu redención gracias a los delirios de una víctima indirecta de tus errores. Un cambio, un giro inesperado a tu vida que había caído en la más pobre indigencia tras disfrutar de casi todos los lujos posibles. Una vida de excesos y errores que has de dejar atrás para volver a nacer y dejar de enriquecer a Jack Daniel's.

Gilliam de nuevo nos deja una perla con un elenco enorme, una película profunda sobre los delirios de un par de tíos en Nueva York.....
Al final, los únicos cuerdos en un mundo de locos.

En pleno auge de su carrera como cineasta, Terry Gilliam construyó con El Rey Pescador una de las películas que mayor reconocimiento general ha recibido (junto a la siguiente, 12 Monos) en toda su carrera.

Y puede que parezca que la historia de El Rey Pescador es más convencional que la de otras cintas de Gilliam, pero sólo lo parece. Porque el hecho de que El Rey Pescador suceda en una ciudad conocida, o que sus personajes lleven vidas cercanas a lo usual, no hace de El Rey Pescador una cinta típica o vista en otras ocasiones.

El sello inconfundible de Gilliam se ve (lo escalofriante de la ciudad de Nueva York), escucha (el atronador uso de la música y la palabra) y siente en El Rey Pescador, lo cual es un arma de doble filo. Por un lado, su personal manera de filmar ayuda a que una historia que podría haber caído en la palabrería y el sentimentalismo no lo haga. Pero por otro confunde y ensucia en exceso el mensaje final de la cinta, la realidad social de su temática (el mundo de los vagabundos en el Nueva York de los 80) y los dramas humanos de sus protagonistas, mucho más profundos de lo que Gilliam quiere mostrar.

No obstante, el reparto compensa la labor ambivalente del director, pues sus tres principales protagonistas (Robbin Williams, Jeff Bridges y Mercedes Ruehl) están tan extraordinarios que es imposible no disfrutar de su inspiradora historia.

Una historia que juega con los hilos del destino y la fe, que se resume en una bella fábula sobre lo necesario de la amistad y de las segundas oportunidades. Sólo el poder del amor, en su más sincera cara, la amistad, nos dejará ver la luz y nos dejará enfrentarnos al futuro dejando atrás los golpes del pasado.

Puede sonar cursi, pero visto a través de los ojos de Gilliam se convierte en algo totalmente cierto y ciertamente emotivo.