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Los abrazos rotos

Drama. Romance Cuando el escritor Mateo Blanco (Lluís Homar) viajaba con Lena (Penélope Cruz), la mujer de su vida, sufrió un accidente de coche que lo dejó ciego. Harry Caine es el pseudónimo con el que firma sus trabajos literarios. Como director de cine usa, en cambio, su nombre real. Harry Caine vive de los guiones que escribe gracias a la ayuda de Judit García (Portillo), su antigua y fiel directora de producción, y de Diego (Tamar Novas), el ... [+]
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Críticas 176
Críticas ordenadas por utilidad
22 de marzo de 2009
24 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si cualquier paisano, profesional o aficionado, hubiera presentado un guión como éste a una productora, hubiese ido directamente a la papelera. Porque es malo, muy malo; el peor de Almodóvar. La trama está contada de modo pésimo, con un absurdo planteamiento en dos líneas cronológicas paralelas que no tienen otro objetivo que aparentar que un asunto imposible aparezca como interesante. Hay personajes que parecen salidos de la pluma de un estudiante de primaria, pero lo que no me esperaba del irregular y muy sobrevalorado cineasta manchego es que me aburriera de modo tan soberano. Algunas de sus anteriores películas no me han gustado, pero eran dinámicas, entretenidas y digeribles. Esto es un truño de dos horas al que le sobra hora y media. La misma monserga de siempre, con música melodramática, pasiones arrebatadas de todo a cien, el sempiterno problema de la identidad sexual, muertes trágicas, pajas mentales psicoanalíticas y mucho colorín. Lo único que salva la película son las interpretaciones de Homar, Cruz, Machi y, sobre todo, Blanca Portillo. Tiene narices que lo mejor de todo sean los cinco minutos finales, una especie de autohomenaje a “Mujeres”, la que para mi gusto es la única verdadera gran película de este director. Tal vez si el hilo argumental hubiese ido por la línea del disparatado “Dona sangre” nos hubiésemos divertido mucho más. Hace ya tiempo que pasó el mejor momento de Almodóvar, pero ya se sabe, cría fama y échate a dormir. Una película antigua, sin alma y llena de tópicos.
Shinboneniná
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16 de octubre de 2009
17 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con sus conocidos excesos y virtudes, Almodóvar elabora otra densa trama melodramática, con toques de culebrón y guiños cinéfilos, para hablar más que nunca de su oficio, de pasiones fatales y de otras -esta vez- esperanzadamente redentoras.
“Los abrazos rotos” despliega historias y sub-historias, donde una de las novedades pasa esta vez por el hilo de la relación entre padres e hijos. De hijos desencontrados con sus padres (como el de Arthur Miller de la anécdota ¿real? que se cuenta) y que buscan el reconocimiento de un padre que los ignora.
La película ofrece gratos momentos estéticos, con una puesta en escena disfrutable y una forma de mirar tan sorprendente como una lágrima que se desliza sobre la tersa y resbaladiza piel de un tomate -en primerísimo primer plano-, o el punto de vista de la cámara sobre el respaldo de un sofá, del que emergen apenas centímetros de unos cuerpos entrelazados y en movimiento, en una de las escenas iniciales.
Las actuaciones masculinas son correctas pero acartonadas y Penélope no aporta la fortaleza de la inolvidable Raimunda de “Volver”, aunque luce bellísima incluso en las situaciones más patéticas, con un look que homenajea a las grandes estrellas clásicas.
Sin emocionar o divertir demasiado, el filme alterna fragmentos memorables y otros para el olvido. Previsible en su desarrollo, el metraje se dilata y cuando el relato se estanca, matiza con limitados toques de humor que provienen del cine adentro del cine: el tema omnipresente en todos los niveles del discurso, al punto que la historia de amor triangular puede compararse simbólicamente con la tirante relación entre director y productor que rivalizan por el "corazón" de la película.

Aunque lleva dentro un argumento hirviente, la obra no alcanza la misma temperatura. Curiosamente, la banda sonora queda relegada a un protagonismo secundario y hay que quedarse hasta los créditos finales para disfrutar de uno de los mejores temas, con esas voces pasionales que P.A. siempre sabe rescatar del olvido.
El cierre reserva muchas revelaciones donde no puede evitarse un plus de retórica y ofrece (nuevamente) otro tributo doble al oficio del cine. En síntesis: un Almodóvar más clásico pero también más gris; muy autorreferencial, con exquisito envoltorio pero menos sustancia.
rouse cairos
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8 de abril de 2009
25 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
La cosecha cinematográfica nacional del año pasado fue deplorable y este año esperábamos levantar un poco el vuelo con lo nuevo de Amenábar y Almodóvar. Al primero le sigo dando un voto de confianza porque me parece el mejor director que tenemos y nunca ha decepcionado. El segundo ha patinado con una de las mayores mediocridades de su carrera, algo triste tratándose de uno de los pocos que sabe promocionar el producto.

La situación va a seguir igual de mal porque nuestra flamante nueva ministra de cultura y anterior presidenta de la Academia del Cine, Ángeles González Sinde, es el prototipo de profesional del cine español: Una guionista y directora del montón que cree que el gremio va sobrado de talento y que nuestros únicos problemas son la piratería y el abuso de mercado del oligopolio hollywoodiense. Como si el hecho de que no seamos capaces de producir dos películas decentes al año no tuviera nada que ver con nuestra eterna crisis.

En lo que respecta a "Los abrazos rotos" alberga explosiones de cine de cinco estrellas junto a un tono general que nunca consigue captar la atención y mucho menos emocionar. Penélope Cruz lo borda y las gotas de comedia y cine negro son capaces de poner la piel de gallina de puro deleite cinéfilo, como en la lectura de labios de Lola Dueñas, la caída por las escaleras o el autohomenaje a "Mujeres al borde...", que casi justifican por sí solas el visionado.

Sin embargo, ni los más Pedrófilos podrán justificar estupideces mayúsculas como el numerito de Kira Miró o la inexplicable reacción de Tamar Novas cuando descubre quién es su padre. Para mí la escena que mejor define la función es aquella del final en la que los protagonistas se confiesan en una cafetería: Una fotografía y una planificación magistrales al lado de una interpretación afectadísima de Blanca Portillo que pretende desgarro y se queda en una sucesión de tics teatrales.
Felipe Larrea
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27 de marzo de 2009
19 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Señor Almodovar:

Me gustaría preguntarle dónde se le ha quedado enterrada su gracia, su chispa y encanto personal que coronaba cada fotograma y diálogo de sus películas. No puedo creer que la evolución artística a la que se dirige sea esta. Esa espontaneidad tan personal, con tintes chavacanos y recargados ha desaparecido. Ahora parece ser que se trata de buscar dramas artificiosos enmascarados con cuatro imágenes bonitas y dos notas de contrabajo. Con un plano de supuesta belleza formal parece que crees impregnar tu sello y no es así. Sinceramente amigo, así no se puede... Lo que eran tus bellas imágenes lo eran en cuerpo y alma. No era un dibujo, era un espíritu, una anhelada conexión con los personajes tan fuerte que producía desgarro. Las risas que provocaban tus antiguas películas no eran chistes planos sino situaciones con las que afloraba cierto cariño hacia el personaje. Había un "alma", un contexto.

Los abrazos rotos no es que sea una película mala, simplemente, es decepcionante. No hay una historia definida. Has cogido una batidora de problemas e intentos de pasión y has apretado el botón. La resolución es precipitada, y no por la duración (dios me libre porque es larga de peletes o se hace larga), sino porque no tiene la más mínima importancia, la trama está cogida por los pelos y de fuerza y garra carece. Penélope no transmite nada más que lo justito y el gran mérito de Lluís Homar ha sido sacarle la intuible tableta de chocolate apuntándolo a tiempo completo a un gimnasio.

Deja estos rollos que te están estropeando y haz de una vez "Chicas y maletas". Como no saques una comedia en condiciones a mí no me vuelves a engañar para ir al cine. Más nunca. Muaks! (beso de pulgar) por estas que no!

Lo mejor: "Chicas y maletas", Lola Dueñas, Chus Lampreave, Ángela Molina y los besos manchegos. Lluís Homar (con tableta y todo) y Blanca Portillo actúan bien.
Lo peor: que te has perdido Pedro, eres un "moderno"....
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
nanci_nanci
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14 de julio de 2010
16 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
El problema de Almodóvar no es que sea bueno. Porque mira que lo es el muy jodío. El problema de Almodóvar es que, en España, no hay quien le tosa. Entre otras cosas porque nuestro manchego más popular (con permiso de Iniesta, claro) sabe de sobras que él y sólo él es el cineasta más mediático. El más venerado. El más laureado. A mi entender, el rey del melodrama patrio. La única e incuestionable prima donna del cine español contemporáneo. Todo ello -sin embargo- es algo que, lamentablemente, repercute en sus películas. Negativamente, por supuesto. Sobre todo en las últimas. Repercute de forma negativa porque cualquier espectador con dos dedos de frente podrá constatar que es en estas últimas pelis precisamente en las que hallamos al Almodóvar más vanidoso. Al más petulante. Al más relamido. Y eso es algo absolutamente inadmisible en un país de envidiosos como España. Inadmisible y contraproducente. Fijaos, si no, en la nota media de esta peli. Seis y pico. Una nota a todas luces perversa. Perversa, dañina, injusta e inicua. Pero la vida es así, señores. Al espectador español no le basta con que Pedro haga una peli técnica y narrativamente irreprochable. Y no le basta porque Pedrooooooooooo es demasiado famoso. Demasiado famoso, demasiado friki y demasiado maricón. Y encima, rojeras. Pero no sólo eso. Por si fuera poco Pedrito practica el nepotismo de forma descarada ¿Cómo, si no, se puede entender que le regale el papel de protagonista masculino a un catalán que se parece a Patrick Swayze y el femenino a su amiguita Penélope Cruz? ¡Como si en este puñetero país no hubieran más actrices! Por cierto… ¿Las hay?
Taylor
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