La mejor oferta

Virgil Oldman, el personaje que interpreta Geoffrey Rush, es un fiel reflejo de la película: estéticamente elegante, cuidadoso en su trabajo, crispado en ocasiones y, sobre todo, melancólico y distante la mayoría de las veces. El poso que deja al espectador, esta película, es de tristeza infinita.

Entre sus muchos aciertos, está el hecho de contar con muy buenos actores, empezando por un gran Geoffrey Rush en la piel de un personaje cuyo peso en la historia es tan esencial como recurrente. El tasador de arte frío y distante, con cierta propensión a la melancolía, que se introduce en la misteriosa historia de una chica, Claire, cuya villa heredada de sus padres, le produce al protagonista tanto recelo como atracción como el que le produce la joven heredera. Dicho de otro modo, el halo de misterio acaba por resultar atrayente para todos.

Como contrapunto al frío personaje de Rush, aparecen Donald Sutherland, su viejo colega de fatigas, y el joven Jim Sturgess, tan habilidoso construyendo todo tipo de chismes como dando consejos amorosos al inexperto y maduro protagonista.

Apróximadamente en 90 minutos vemos desenvolverse una historia inquietante y misteriosa, con elementos románticos. Una historia que, por muy idílica que parezca, hace recelar de su final. Y así es: cuando finalmente aparece el giro 'necesario', el protagonista, otrora frío e distante, alejado del mundo, es descubierto como lo que realmente es: un ser triste y deprimido, que se ha falsificado una realidad que no existe.

Sin llegar a rozar la excelencia, es una muy buena película.

Me llamó la atención este film, aunque no he visto casi nada de cine italiano ("La vida es bella", "No te muevas" y para de contar) y pensé que podría estar entretenido, pero jamás me pude llegar a imaginar que fuera un peliculón de este calibre.

La historia nos atrapa desde el primer momento, el guión es enrevesado y misterioso, hay muchas piezas sueltas y unos personajes bastante misteriosos, por lo que el espectador no puede evitar sentirse atrapado en la historia, con un desenlace sorprendente (aunque no sé si exactamente inesperado) y demoledor que eleva esta pequeña joya a obra maestra.
Todos los actores están increíbles, destacando a Geoffrey Rush, que hace una pedazo interpretación de quitarse el sombrero.

Recomiendo esta película abiertamente, espero que todos los amantes del buen cine la disfruten, no se arrepentirán.

Mi nota: 9.35

No pasará a los anales del cine, pero creo que es intemporal. Se podrá contemplar en años sin que chirríe.
Geoffrey Rush llena la pantalla con su interpretación y hace creíble _ para mi _ un personaje difícil que con otro actor seguramente habría pasado por una comedia por lo difícil de interpretar-creerse el personaje.
El enredo es interesante y bien desarrollado y aunque no es fácil de creer, la mano del director y de montaje es ingeniería cinematográfica.
Buena

Una línea: Tornatore viene con (d)efecto de fábrica… y para parecerse a Polanski o a Mamet hay que ser de otra pasta.
Apto para: aspirantes a coleccionistas de arte.
No apto para: quien espere algo coherente.

A todos nos gustaría crear una historia de intriga perfecta y jugar a ser David Mamet (guionista y director de la infravalorada The Spanish Prisoner –traducida en España como La trama–, o de la intrigante El Último Golpe), y Tornatore no iba a ser menos. Pero este excepcional contador de bonitas historias (¿a quién no se le escapó una lágrima con Cinema Paradiso?), a la que sale de su zona de confort, se distrae, no sabe muy bien a lo que ha venido y es capaz de firmar un pastiche de lo más incoloro.

El larguísimo inicio nos presenta a Geoffrey Rush como un opulento vendedor/tasador de antigüedades, obsesivo, arrogante y antipático, con la misma pose que en El Discurso del Rey pero con menor empatía. Tornatore se empeña en pegarle la cámara en los morros a un actor que aburre en el primer plano, carece de magnetismo, segunda capa y seducción, y menos si el guión es caótico y se le pide que rescate a la película de un naufragio anunciado al cuarto de hora. Rush ha probado ser un excelente secundario, de los mejores del panorama actual, pero no aguanta un rol principal.

Superada la introducción, uno se esfuerza en buscar al gato y al ratón (porque se supone que esto es una película de intriga) pero no hay giros en el guión, todo en él es plano como un lienzo. La falta de definición de la película es desconcertante. Incluso cuando al fin ella sale de su escondite y nos muestra cara y cuerpo en una ridícula escena de anuncio de colonia, el film no es capaz de enganchar en la trama, lanzando puñetazos al aire y buscando unas sorpresas del todo previsibles. Sylvia Hoeks resulta más interesante hablando detrás de la puerta que cuando aparece en pantalla, más un incordio que una seducción.
No queda otra que agarrarse a la excelente ambientación, el acertado tratamiento de las fobias y el cuidado en la escenificación del mundo del arte y las máquinas, siendo las escenas de las subastas de una factura excelente, muy dinámicas, con Rush brillando en un papel que ahí sí le va pintado. A quien le guste el mundillo, se lo pasará bien cuando el film se olvida de la trama y se centra en este campo.

La oferta culmina con un (facilísimo) acertijo final, anunciado a golpes de platillo, sazonado de moralina asfixiante aun cuando pretende ser abrupto y melancólico (¿eran necesarios esos flashbacks?). Sencillamente, un despropósito. Aporta muy poco Jim Sturgess (buen papel en The way back), con un personaje de calzador, inverosímil de la cabeza a los pies, siendo el único acierto de casting el de Donald Sutherland, siempre un valor seguro.

¡POR FÍN!
"La mejor oferta" (2013)
Hoy he disfrutado de una obra de ARTE.
Leyendo algunas críticas "profesionales" en FilmAffinity de esta JOYA, me doy cuenta de que quizás yo sea transparente, o que también ya haya fallecido y no soy consciente de ello. No puedo pertenecer a la misma especie de esos que no sólo le sacan algún pero a esta maravilla, sino que incluso les parece una "pomposa, cursi, y académica propuesta". (Luis Martínez: Diario El Mundo)
Giussepe Tornatore, el director que en 1988, realizó una de las obras maestras del cine "Cinema Paradiso", ha vuelto a emocionarme, pero lo ha hecho de tal manera que he sentido esas emociones del protagonista, como si fuesen mías, intensamente mías.
Puede, repito, que sea ya un ente que vaga en en el espacio- tiempo, y no me haya dado cuenta. Pero hoy, pienso reiniciar esta joya, y verla una y otra vez.
En FILMIN podéis disfrutar de ella. Lo podréis hacer, si como yo no pertenecéis a este mundo, ese dónde al parecer se mueven unos críticos que no entienden nada; quizás porque los pobres, y lo siento por ellos, no han vivido...