Viggo Mortensen es un actor de reconocido prestigio internacional que hace su debut con este notable drama, cargado de sensibilidad y de imágenes bellas e hipnóticas. Explora con mucho acierto e intensidad las difíciles relaciones familiares, especialmente entre padres e hijos, cuando se mete por dentro la muchas veces incomprensible y dañina toxicidad.

Acompañado de un extraordinario elenco, el actor se reserva uno de los papeles principales, así como la dirección y escritura de un vibrante guión que mezcla con habilidad necesarios "flasbacks" que ayudan a comprender mejor el porqué de este presente.

La película se centra en Willis Petersen, un octogenario, cuya frenética verborrea plagada de lo que ahora se denominaría incorrección política y su mala leche habitual ponen en continuo peligro la complicada relación entre él y su hijo. El hijo, John, carga con una paciencia casi infinita con la responsabilidad de velar por su padre que está perdiendo la cordura.

El resultado es una película que rebosa vida, emoción, hilaridad, lágrimas, autenticidad y conflicto. No es fácil bregar con una situación así parece mostrarnos, pero hay que hacerlo con toda la comprensión del mundo... o no. El último rifirrafe entre Henriksen y Mortensen hizo que se me saltaran las lágrimas. Estan espléndidos los dos.

Un notable debut que merece la pena ver por el extraordinario trabajo de los actores, el magnífico guión, sus bellas imágenes y la sensación que deja con su final, brillante y muy coherente con lo que ha estado contándonos desde un principio.

YARA es un thriller policiaco que aborda la historia real de una adolescente de 13 años que desapareció misteriosamente en el camino que separaba el centro deportivo donde entrenaba y su casa. Una fiscal, implicada laboral y emocionalmente, tratará por todos los medios de dar una respuesta a tan extraña desaparición.

El argumento es poco original, pero, al basarse en una historia real, conlleva una carga emocional extra, pues la investigación llega a resultar realmente absorbente y, al mismo tiempo, cautivante por los numerosos entresijos que recorre. El director Marco Tullio Giordana, realizador de la fabulosa LA MEJOR JUVENTUD, opta por una dirección eficaz y ceñida a la investigación, en la que se entra directamente tras un prólogo necesario. El uso de una paletilla de colores rica en matices la distancia conscientemente de telefilmes y demás, dándole un empaque mucho más atractivo a una historia que por su temática sugería un tono más oscuro y tétrico. Aquí todo lo contrario: es muy artística, colorista, atrayente... Es interesante esta contraposición.

Los actores están muy bien, resultando creíbles y convincentes, y conectando con el espectador. Destacable la interpretación de la protagonista, Isabella Ragonese, bien escoltada en papeles secundarios por Alessio Boni (el inolvidable Matteo de LA MEJOR JUVENTUD) y Thomas Brabacchi. En mi caso, no conocía la historia de YARA y, por tanto, me llevé más de una sorpresa. El guión, sin ser nada del otro mundo, es eficaz y consigue que no se pierda el interés en sus 94 minutos de duración.

En definitiva, una película que aborda un tema real con respeto y eficacia, y que resulta entretenida, atractiva y emotiva hasta su conclusión.

Si uno o una logra dejar de lado todas las polémicas (no puedo evitar pensar que son publicidad gratuita, etc.) y comentarios, opiniones o críticas varios, lo que EL JUEGO DEL CALAMAR ofrece es un entretenimiento sádico, brutal e inteligente, con buenas dosis de crítica social y algunas pinceladas de humor negro, muy negro.

El artefacto en cuestión está muy bien armado, pues la historia engancha, ya sea en sus fases más brutales (el susodicho juego) como en sus interludios, donde los personajes principales van desvelando poco a poco sus razones e intenciones. Entronca con títulos como BATTLE ROYALE o LOS JUEGOS DEL HAMBRE, tiene ciertas dosis de PARÁSITOS (por la inevitable crítica a una sociedad con una distancia sideral entre ricos y pobres, y lo que esto conlleva) y abraza sin complejos el cine de TARANTINO.

Está lejos de ser una obra maestra, ni siquiera, creo, que lo pretenda, pero es un producto que funciona. Eso es innegable. Especialmente, creo que es por la facilidad con la que uno empatiza con alguno de los protagonistas e, irónicamente, agradece que ninguna de sus radicales acciones y sus inevitables consecuencias le dejen fuera de juego. Realmente produce escalofríos y no me gustaría estar en sus pellejos. No obstante, la seguridad que proporciona ver esta serie desde el sofá de casa, como un espectador, no nos libra de sentir la tensión, el miedo, el nerviosismo o la desazón de los personajes... También hay emoción, y desapego e incertidumbre, a medida que se va llegando al final, y las prioridades de los personajes se van definiendo. La mezquindad, o crueldad, de algunos produce temor y rabia, y, en ocasiones, cae en cierto humor negro, como un gag desproporcionadamente absurdo en el peor momento.

El guión es sencillo y muy efectivo, los giros argumentales y las sorpresas, atrapan. Los conflictos, también sencillos, no son nada del otro mundo, debidos en gran medida a los encontronazos inevitables por una situación fuera de lo común. Los personajes evolucionan empujados por unas circunstancias demasiado adversas en muchas ocasiones... Algunos de ellos, emocionan, otros decepcionan y los hay que sorprenden para bien o para mal, pero, en ningún momento, se juzga a nadie, sino más bien se opta por mostrar su punto de vista, aceptable o no, y que el espectador saque sus propias conclusiones. La dirección es notable y logra que el juego sea de un realismo y de una brutalidad aplastante, y es efectiva cuando se acerca a los interludios de pausa. Los actores resultan muy creíbles en sus roles, transmitiendo sus sentimientos y emociones con gran solvencia. La ambientación, fotografía y banda sonora, es apabullante. Muy, muy lograda.

Es un gran entretenimento, que logra tensionar y golpear al espectador. Es muy recomendable echarle un vistazo.

Si hay algo de lo que puede presumir MIDSOMMAR es que raramente deja indiferente. Creo que para bien o para mal, aunque yo me inclino más por la primera opción que por la segunda. Desconcertante como mínimo, llegué a esta singular película tras el visionado de HEREDITARY, filme anterior de Ari Aster, que me gustó mucho. Desde mi humilde opinión, el aporte de este cineasta al cine de terror es bastante sugerente y novedoso, y casi siempre ofrece un producto impactante e inquietante, con unas poderosas y terroríficas imágenes, muy acordes con un tipo de cine que muy pocas veces resulta sorprendente hoy en día.

Centrándonos en MIDSOMMAR, en mi caso, difícilmente pude sacar conclusiones tras mi primer visionado, más allá del regusto que me dejaron sus apabullantes imágenes, un par de situaciones (Spoilers) y de sus intrincados recovecos que me hicieron bailar la cabeza... Es como si te dejara noqueado, al borde de la conmoción, y, en ese estado, tuvieras que decir algo coherente. ¿Te ha gustado? Coñ..., no sé. Tiene cosas que sí; otras, no las he entendido. Capté la idea que me pareció muy interesante, pero me faltó entrar en sus recovecos para apreciarla en toda su singularidad.

Creo que es de esa clase de películas en las que cuánto más veces se ven más cosas se aprecian... hasta el punto de darse cuenta de que los indicios estaban ahí, como miguitas de pan en el camino, y que lo que acaba sucediendo no es más que aquello que venían anunciando. Si algo tiene esta historia es que los símbolos tienen una importancia capital.

¿Qué es exactamente MIDSOMMAR? Es una buena pregunta. Para mí, es un viaje de la oscuridad a la luz, aunque esa luz no está exenta de terror. Un viaje de redescubrimiento en el que se abre los ojos y se asiste a la asombrosa verdad de lo solemos negarnos para salir adelante. Dolor ante una pérdida irreparable, vulnerabilidad y soledad, relaciones tóxicas, sustancias alucinógenas, un lugar tan luminoso e idílico como desconcertante e inquietante... La protagonista vive esta odisea sintiéndose perdida y horrorizada, como el común de los mortales; luego, todo cambiará para bien y para mal. Es allí cuando la película, en su singularidad, acaba asestando el golpe definitivo. La necesidad de "desprenderse" de lo que nos arrastra hacia abajo, con todo lo que esto comporta, forma parte de la liberación final, aunque por el camino se deje un reguero de maldades...

"El juicio de los 7 de Chicago" es una película altamente recomendable. El fascinante relato de unos hechos acaecidos allá por el 1969, cuando 7 (u 8) personas fueron acusadas presuntamente de atentar contra la seguridad nacional durante la convención demócrata celebrada en Chicago en agosto del año anterior, es en manos de Aaron Sorkin una película ágil, vibrante, amena y con un sanísimo sentido del humor que hace más digerible el drama de una clamorosa injusticia.

A la notable dirección, habría que añadirle un guión soberbio (del mismo Sorkin), a la par de un montaje vibrante, una excelente ambientación y un gran vestuario, que transforman un drama de juicios, algo que se ha visto mil veces, en una indignación que va "en crescendo" hasta un final resuelto con una genialidad absolutamente demoledora.

Nada funcionaría sin este reparto de campanillas, un elenco de actores que transmite un mundo con una aplastante naturalidad. Todos, sin excepción, están extraordinarios... Si tuviera que elegir me quedaba con Sacha Baron Cohen, Eddie Redmayne, Joseph Gordon-Levitt y Mark Rylance, aunque sin desmerecer al resto porque están todos de Oscar. Los dos primeros se reparten los momentos más memorables, así como los momentos finales, las dos caras de una misma moneda que finalmente encuentran una conexión. La interpretación de Baron Cohen es tronchante, y, a la vez, en los momentos oportunos, sutil y profunda. Redmayne está intenso y rezuma credibilidad, intensidad. Gordon-Levitt juega, en teoria, con el viento a favor pero su rostro transmite de maravilla la contradicción por lo que siente en ciertos momentos y la creciente incomodidad ante lo que va viendo. Rylance se pega una carrera de fondo, como un corredor experimentado que encuentra obstáculos cada vez más inverosímiles, y logra una interpretación inolvidable.

Lo dicho: "El juicio de los 7 de Chicago" es una película altamente recomendable, tanto por los hechos que cuenta como por su enorme calidad y por su grandísimo reparto. La suma de todo es una película que logra arrancarte una sonrisa o una risa y, poco después, te emociona para luego despertar indignación... Pocas veces se han visto tantas emociones y sentimientos, tantos encontronazos, en un drama judicial.