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Al azar de Baltasar

Drama Baltasar es un burro que vive sus primeros años rodeado de la alegría y los juegos de los niños hasta llegar a la edad adulta, en que es utilizado como una bestia de carga y maltratado por sus diferentes amos. (FILMAFFINITY)
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Críticas 34
Críticas ordenadas por utilidad
30 de enero de 2010
32 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con el rebuzno de un asno el idita alcanzó la revelación espiritual. El Cine adquirió por fin, una desnudez extrema. Peligrosa. Ya no existe dependencia: ni en los mismos planos fotográficos casi pictóricos y/o arquitectónicos, ni en el rugir de las notas de esa bella sonata de Schubert, ni en ese Idiota siquiera. Queda el aire que lo llena todo.

Jacques (Walter Green) y Marie (Anne Wiazemsky) graban la pureza sobre el banco de madera, para que el tiempo sea testigo, para que quizá la Providencia los recuerde más allá de la efímera presencia terrenal. Y la luz lo inunda todo y la noche nos saluda con coronas de flores y deseos subyugados.

Miramos frente a frente a esa condición humana. Al azar que crea vida y al mismo tiempo la destruye. Miramos frente a frente. Encarcelados en un destino caprichoso, feriantes con vanidad de artista.

Vida y lenguaje depurado hasta casi la inexistencia. Y después no queda nada. Excepto el aire, que lo llena todo.
Chagolate con churros
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25 de enero de 2012
27 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
"... para practicar de este modo la lectura como arte se necesita ante todo una cosa que es precisamente hoy en día la más olvidada... una cosa para la cual se ha de ser casi vaca y, en todo caso no hombre moderno: el rumiar. "

Recupero estas palabras de Nietzsche de "La Genealogía de la Moral" porque valen más que cualquier crítica que pueda escribir. En realidad la consideración moral de las vacas por parte de Nietzsche no dista de ese episodio de iluminación tras ver un burro en el ya citado pasaje de Dostoievski en "El Idiota".

“Au Hasard Balthazar” es el mejor reflejo de la miseria animal humana, porque aunque el burro Baltazhar no es humano, es un animal como tú, como yo y como el vecino del quinto. Es decir, es un ser con la fea costumbre de querer comer y beber todos los días, un individuo con necesidades tan extravagantes como necesitar cagar y mear tranquilo, con necesidades sexuales que le lleven a querer follar de vez en cuando y de cuando en vez, y con una incomprensible respuesta a los estímulos que le sumen en el terror al escuchar la explosión de unos petardos, a rebuznar cuando reconoce a uno de sus maltratadotes, a temblar cuando está cubierto de nieve o a buscar cobijo cuando consigue deshacerse de otro de sus “dueños”. Dentro de sus aspiraciones existenciales, un burro es un ser descabellado, culpable de pretender crear clanes aunque no sean de su especie (véanse las ovejas). Y que por extraño que parezca, se echa a correr cuando le queman la cola, o agacha la cabeza cuando alguien le acaricia, hablamos de un objeto capaz de reír o de llorar. Qué desfachatez.

El valor de esta película reside en que Bresson otorga los mismos privilegios a los animales humanos que la interpretan que a Baltazhar, un burro. No crea fisuras en el tratamiento porque no distingue diferencias entre dos individuos por su especie. Es decir, Bresson se toma en serio a Baltazhar, de ahí que no buscase un burro adiestrado para hacer la película, buscó a un burro sin más, no busca el antropomorfismo del animal no humano, busca la misma honestidad que en un actor primerizo o inexperto. Y si se ha alabado en multitud de ocasiones el humanismo en el cine de Bresson hay que quitarse el sombrero ante su sorprendente animalismo, su inteligencia y su empatía.

(Sigo en spoiler por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
árbore
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9 de febrero de 2018
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me extraña que, hasta donde he leído, nadie haya relacionado a Bresson con Avedon: ambos comparten la creencia en que la expresión neutra, que solo se obtiene mediante la relajación asociada al cansancio del modelo, es el camino más seguro para revelar el alma; hay que descargar el cine y la fotografía, medios de reproducción mecánica, de toda pose, de toda significación predeterminada, para que el espectador pueda experimentar la indeterminación de lo real, que nunca viene masticado y digerido, resumido en etiquetas fáciles, en interpretaciones evidentes. Por el contrario, y sin tratar de hacer aquí una cita de Lacan, lo real es a menudo incomprensible –y aún así estamos obligados a intentar comprenderlo.

Pierre Klossowski escribió: “Los dioses han enseñado a los hombres a contemplarse a sí mismos en el espectáculo como los dioses se contemplan a sí mismos en la imaginación de los hombres”. El espejo de Bresson no nos proporciona una imagen muy favorecedera del género humano. El contenido de sus películas incomoda a algunos comentaristas, que tratan de ponerlo entre paréntesis para centrarse en los aspectos formales. La obra de Bresson bebe de Dostoievski, uno de los grandes críticos de la modernidad, pero también de esa estirpe, hoy pasada de moda, de los novelistas católicos franceses (Mauriac, que ganó el premio Nobel en los años 50, Bernanos, Green…). En todo caso, el contenido de sus películas es inseparable de su forma; como Rossellini, Bresson utiliza su estilo radical para acercarse a comportamientos humanos radicales, extremos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
el pastor de la polvorosa
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14 de octubre de 2014
33 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
No.Horrible. Noventa minutos de golpes a un pobre animal, un burro, Baltasar. Inaguantable. Cada vez que el guión se pierde en el devaneo de sus asépticos actores o la narrativa hace un parón, comienzan los palos y las injurias al pobre animal, y así, entre dolor y malestar, no se puede disfrutar un film.

Personajes insulsos, esperpentos de una sociedad, sólo aplicables a la cabeza de su propio creador, Bresson y a su trauma personal, infantil podría llegar a aventurar, no existencial, si no terrenal. Puta, chulo, inconformista, borracho, aventurero, soñador, aprovechado, amargado, etc, como pasarela de un pésimo film, desfilan, pero carentes de profundidad y sentido, a excepción del susodicho golpeado, el eterno silencioso rebuznante, el burro, Baltasar.

Sólo una escena se consigue salvar, la de la joven promiscua y el amante infantil, en el banco, hacen las delicias de todo espectador, con un dialogo fluido y con un movimiento de cámara genial, pero aparte de ello, nada, el resto son sólo arcadas, ganas de vómito.
Ranxomare
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16 de enero de 2011
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
La trayectoria vital de un burro, al azar de las circunstancias. Con esta excusa, Bresson retrata la (insufrible) naturaleza humana en contraste con la (sufrida) naturaleza animal. Destaca la manera naturalista y fría de contar los acontecimientos. No hay apenas emoción, sólo hechos, objetos, sonidos, miradas, vacío,... La sintaxis del film es minimalista y tiende a la elipsis más brutal. El estilo, pues, no encaja con las demandas del espectador convencional. Sin embargo, el poso filosófico de la historia es tal que la hace muy recomedable para espíritus inquietos, deseosos de confirmar los más terribles prejuicios sobre lo que somos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Perico Baranda
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