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Rocco y sus hermanos

Drama Rosaria y sus cuatro hijos (Simone, Rocco, Ciro y Luca) abandonan su tierra natal, Lucania (la actual Basilicata), para emigrar a Milán en busca de trabajo y oportunidades que les permitan mejorar sus condiciones de vida. Allí encuentran a Vincenzo, el hermano mayor, que trabaja de albañil pero que está relacionado con el mundo del boxeo. (FILMAFFINITY)
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Críticas 63
Críticas ordenadas por utilidad
4 de diciembre de 2007
34 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Melodrama en la más alta acepción del término sobre la tormentosa relación entre dos hermanos con el trasfondo de la emigración rural de los años cincuenta y sesenta a las grandes ciudades. Una película emotiva, desgarradora, y a la vez un magnífico documento sobre una época.

La dirección de Visconti es magistral; la fotografía en blanco y negro de Giusepe Rotunno (más tarde colaborador de Fellini), majestuosa; y el guión –firmado por un montón de guionistas- tiene múltiples recovecos y matices, aunque tal vez acabe resultando demasiado largo. En cuanto a lo actores, todos ellos rayan a gran altura, en especial el trío protagonista.

Mientras que el personaje interpretado por una conmovedora Anne Giradot se debate –muy humanamente- entre la virtud y la abyección, entre el amor y un desencantado cinismo, los dos hermanos que llevan el peso de la historia se erigirán progresivamente en sendas polaridades del bien y del mal. Hasta el punto que el personaje de Rocco, interpretado por un bello e idealizado Delon, acaba resultando algo inverosímil (e irritante añadiría) en su bondad angelical. Lo cierto es que su carácter virtuoso con ribetes de mártir roza, por no decir que entra de lleno, en una suerte de estupidez, como se encargan de advertir –aunque por otros motivos- sus compañeras de trabajo en la lavandería. Pues aparte de su bondad excepcional, tal vez solo cierta falta de luces pueda explicar el empeño de Rocco en seguir apoyando y perdonando hasta el final a su egoísta hermano, como si este fuera un ángel caído y una victima de su falta de inteligencia y debilidad de carácter, en vez de un malvado.

En cualquier caso, esta telaraña de pasiones contradictorias y ciegas acabarán desbocándose finalmente como un tren sin frenos, en una suerte de inevitabilidad del destino que nos remite a la tragedia griega. A este respecto convendría recordar que “El destino está en el carácter” y también la plegaria del sabio: “Dame fuerzas para cambiar lo que está en mi mano, humildad para aceptar lo que no puedo cambiar, y sabiduría para distinguir lo uno de lo otro”.
alex
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4 de septiembre de 2013
27 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es frecuente comparar esta obra de Luchino Visconti con una ópera (Visconti amaba la ópera y era un gran creador de montajes líricos). Está efectivamente estructurada en cinco actos, cada uno subtitulado con el nombre de uno de los hermanos, y en ella es esencial tanto la puesta en escena como el ritmo, sin olvidar el protagonismo de la maravillosa música de Nino Rota. La estructura operística del film no condiciona en absoluto el desarrollo del argumento, e incluso proporciona un encomiable sentido unitario a esas cinco partes que la componen.

Pero su originalidad formal no termina aquí; el cineasta que había realizado una de las películas paradigmáticas del Neorrealismo (La terra trema) de 1948, y se había alejado de ese estilo, regresa a sus lindes para poner punto final a su teórico manifiesto con esta obra magistral. No hay películas neorrealistas posteriores a esta, como no hay novelas de caballería reseñables posteriores a “El Quijote”. La contundencia del film de Visconti, pese a no ser puramente neorrealista no permitió la supervivencia de aquel estilo.

La película es un vasto fresco social y psicológico, sobre la emigración de una típica familia siciliana, los Parondi, al Milán norteño, burgués e industrial. En el trayecto entre estos dos mundos tan distintos, asistiremos a la desintegración de la familia y a la descomposición de su microcosmos tribal, roto por el choque con la nueva cultura urbana y por la inadecuación de sus psicologías al nuevo contexto de la modernidad individualista que les acoge con indiferencia u hostilidad.

Aunque la confesada intención de Visconti era realizar una tragedia realista (algo que indudablemente consigue), es cierto que también surge un melodrama lleno de conflictos individuales que repercuten en el resto de los protagonistas. El colectivo que forman los hermanos, unidos por el férreo vínculo que supone su madre, un personaje que decide y gobierna. Los dos personajes más importantes del film son Rocco (Alain Delon) y Simone (Renato Salvatori) ambos realizan una gran interpretación. El primero representa a la bondad ingenua y a la postre irresponsable y dañina; el segundo representa la brutalidad de los instintos desencadenados. Ambos son atraídos por la práctica del boxeo, que les seduce por su violencia, pero también por el prestigio social y el dinero fácil. Ambos tendrán la misma amante, la prostituta Nadia (estupenda Annie Girardot) primero novia de Simone y luego de Rocco.

El contrapunto al dipolo moral y psicológico que representan Rocco y Simone viene ofrecido por Ciro (Max Cartier) otro hermano más joven, obrero especializado en la fábrica Alfa Romeo, que representa la conciencia trabajadora lúcida y progresista, que piensa que el mundo cambiará y algún día será más justo. También creo que es el mensaje del cineasta que censura tanto la bondad ingenua de Rocco como el embrutecimiento amoral de Simone. Estupenda fotografía de G. Rotunno y gran trabajo de los secundarios, una jovencísima Claudia Cardinale y la estupenda Katina Paxinau como matriarca.
Antonio Morales
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19 de abril de 2009
24 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Soberbia la película de Visconti, una de los símbolos de la Europa del desarrollismo italiano, con la inmigración campesina hacia las ciudades industriales como telón de fondo. Sin ir más lejos, recuerda la historia de cientos de miles de familias que dejaron atrás su Extremadura, Castilla, Aragón, Murcia o Andalucía natales para ir a buscar un mundo mejor en nuestra España.

Para esos pobres seres que venían con la inocencia de la bondad a unas ciudades llenas de gente que les despreciaban y les miraban por encima del hombro, Visconti repasa las salidas que se les ofrecen.

Toda la película es, en cierto modo, como una parábola al revés. Los santos no logran nada con su sacrificio y su vida contemplativa. El mundo se arreglará con trabajo, estudio, y esfuerzo personal, y volviendo la vista a los más pobres para sacarles del pozo.

Técnicamente, la película es una maravilla; las interpretaciones, los planos, la expresividad de los actores; fíjense en los planos finales de Renato Salvatore, o en la supuesta inexpresividad de Alain Delon, que es, símplemente, una metáfora de la inacción del santo ante los problemas reales de la vida
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Bobby Lee
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4 de octubre de 2009
24 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sexto largometraje de Luchino Viconti (“El gatopardo”) y tercero que dedica a tratar problemas de la clase obrera italiana. El guión, de Suso Cecchi d’Amico, Pasquale Festa Campanile, Massimo Franciosa, Enrico Medioli y L. Visconti, desarrolla un argumento original de L. Visconti, Suso Cecchi d’Amico y Vasco Pratolini, inspirado libremente en pasajes de “Il ponte della Ghisolfa” (1958) de Giovanni Testori, “El idiota” (1869) de Dostoievski, “Joseph und seine Brüder” (1933-42) de Thomas Mann y otros. Se rueda entre el 22/II y el 2/VI de 1960 en escenarios reales de Bellagio (Como, Lombardía), Civitavecchia (Roma), Lago Fogliano (Lacio) y Milán y en estudio. Nominado al León de oro, gana el Fipresci (Venecia) y 3 Silver Ribbon (Nastro d’argento) (fotografía, director y guión). Producido por Goffredo Lombardo para Titanus (Roma) y Les Films Marcel (Paris), se proyecta por primera vez en público en agosto de 1960 (Fest. Venecia).

La acción dramática tiene lugar entre el invierno de 1955 y el de 1960, en Milán y alrededores. Poco después del fallecimiento de Antonio Parondi, su viuda Rosario (Paxinou), de unos 45 años, y sus hijos Simone (Salvatori), Rocco (Delon), Ciro (Cartier) y Luca (Vidolazzi) llegan a Milán en tren, procedentes de un pequeño puerto de mar del que son oriundos, de la región de Lucania. En Milán vive desde hace algún tiempo el hijo mayor, Vincenzo, que tiene relaciones con Ginetta Gianelli (Cardinale). Alquilan un sótano inhóspito que luego cambian por un vivienda para inquilinos desahuciados. Los personajes principales son Rosario, dominante, enérgica y cariñosa; Simone, impulsivo, violento, débil, holgazán e irreflexivo; Rocco, bondadoso, ingenuo, generoso e idealista. Nadia (Girardot), novia y amante de Simone, y durante un tiempo de Rocco, es una mujer libre, independiente, adicta al tabaco, que ha estado unos meses en prisión. Es sexy, voluble y se dedica ocasionalmente a la prostitución. Ciro (Cartier) es responsable, trabajador, estable y consciente. Trabaja como obrero en Alfa Romeo.

El film suma crimen, drama y crónica social. Focaliza la atención en el análisis de los problemas de desarraigo de los emigrantes del Sur, en este caso de la región de Lucania (también llamada Basilicata), que comprende dos provincias, Potenza y Matera. En numerosas referencias se habla erróneamente del origen siciliano de la familia. Analiza también los problemas personales de los protagonistas, lo que brinda al realizador la oportunidad de tratarlos con su afición a los trazos melodramáticos. La textura básica del relato viene dada por una historia de deseo, pasión y venganza, sobre la que se asienta una exposición documentalista y de análisis social. En su conjunto la obra presenta una estructura teatral y un desarrollo que sigue pautas clásicas, similares a las de la tragedia griega.
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Miquel
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9 de abril de 2007
20 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de ver tres películas aparentemente tan dispares como Senso, El gatopardo y Rocco y sus hermanos, todas ellas de Visconti, quise acercarme siquiera de forma somera a la vida y carrera cinematográfica de este director italiano.

Y no dejo de reconocer la singularidad de este genio del cine que, en Rocco y sus hermanos, “reniega”, dicho sea entre comillas, de sus orígenes aristocráticos, para pintarnos con colores absolutamente crudos la emigración, la lucha por la supervivencia, los nuevos valores hijos de un desarrollismo industrial incipiente, y por encima de todo, como fin en si misma y hasta límites que incluso pueden tacharse de desproporcionados, la familia y la fuerza de la sangre.

Rocco y sus hermanos no es una película neorrealista. Descubrí en su filmografía incursiones previas en este campo, tales como La terra trema, pero Rocco es un film posterior y los personajes están interpretados por actores de la talla de Alain Delon, Annie Girardot, Renato Salvatori, mientras que, por lo general, en las películas neorrealistas el protagonista, el héroe anónimo era el hombre de la calle. En cualquier caso, podremos quitarle el prefijo neo pero es una obra absolutamente verdadera y real como la vida misma.

Entrando en la valoración de la película diré que Rocco y sus hermanos es una obra directa e impactante. La vida es un combate de boxeo donde solo el más fuerte queda en pie. Y los hermanos se van hundiendo, cada uno en su propio combate. Simone se hunde por su propia fuerza bruta, Vincenzo por su propia mediocridad, Rocco se hunde en su propia bondad, Ciro, tratando de adaptarse, probablemente acabe hundiéndose en la monotonía gris de un futuro de fábricas, barrios obreros y fiestas de guardar. Y en ese hundimiento arrastran a la madre, la “mamma” italiana, fuerte, heroica hasta la extenuación y aglutinadora de la familia.

Solo el hijo menor, Luca, simboliza la verdadera esperanza, la vuelta a la tierra que los vio nacer y partir. Quizás no sea coincidencia que esa tierra se llame Lucania.

Para finalizar, reconocer que si bien Alain Delon nunca fue santo de mi devoción aquí está soberbio. Sin él la película no hubiese sido igual. Al Cesar lo que es del Cesar. Igualmente, sería injusto no citar a Annie Girardot que protagoniza, en un espléndido trabajo, las escenas más fuertes y crudas de esta obra maestra del cine italiano, europeo y universal.
FATHER CAPRIO
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