¿Para qué sirve un oso?

Film con el que se inaugura el decimo cuarto Festival de Málaga de Cine Español y me ha dejado indiferente, tal vez porque la película es muy previsible o puede que sea por el ritmo tan inconstante que tiene. Eso sí, ha conseguido que me riera, cosa que es de agradecer.

Tras un comienzo lento donde nos presenta a los protagonistas, parece que nos montamos en una montaña rusa y empezamos con los altibajos durante toda la cinta; momentos en los que se vuelve aburrida a más no poder, en situaciones que sabes como va a finalizar pero instantes que se te pasan los minutos volando, gracias a momentos graciosos que te pillan de sorpresa y, como no, a Javier Cámara y a Gonzalo de Castro, que llevan el peso del largometraje en sus espaldas. Final más que predecible y te deja apático.

Lo poco salvable, aparte de esas pocas "chispas" que salen de vez en cuando del guión, son los protagonistas y que son el reclamo de esta cinta. Lo hacen bastante bien, no lo vamos a negar aunque los secundarios están, en algunos casos desaprovechados o con actuaciones irregulares, como es el caso de Emma Suárez, por no hablar de que son unos personajes muy tópicos (como últimamente mis críticas).

Sobre la fotografía, bastante bien los planos de Asturias y de la Antártida aunque a veces se hacen algo eternos.

En fín, película para pasar el rato y luego olvidarte de ella completamente...


LO MEJOR: Javier Cámara y. Gonzalo de Castro. Algunos momentos cómicos. La fotografía.
LO PEOR: Previsible a más no poder. Ritmo desigual.

Tom Fernández convenció a muchos en 2007 con 'La torre de Suso', una comedia dramática en la que se describía el regreso de un hombre a su pueblo natal por la muerte de un viejo amigo. En '¿Para qué sirve un oso?', que parece titulada de forma algo perezosa, el director opta por los mismos protagonistas, Javier Cámara y Gonzalo de Castro; además de un argumento similar: esta vez el regreso de un prestigioso biólogo a su tierra natal está motivado por el cansancio que le infunde el presente y sus ganas de encontrar paz consigo mismo. Curioso que esta película haya aterrizado este preciso año en el Festival de cine español de Málaga, donde ha obtenido el premio a la mejor dirección.

Una edición en la que ha coincidido a su vez con 'Padre nuestro' (Francisco Regueiro, 1985), que ha recibido el premio honorífico a la Película de Oro. Una película, la de Regueiro, en la que se narra también la vuelta a los orígenes del protagonista, un Cardenal del Vaticano al que interpreta Fernando Rey, que se reencuentra con su hermano –encarnado por Francisco Rabal– y con su hija, a la que da vida Victoria Abril. Si menciono esta gran película es porque, con un planteamiento similar a las películas de Tom Fernández –aunque sea únicamente de base–, se consigue finalmente una obra que bien podría firmar el mismísimo Luis Buñuel, por su anticlericalismo, su erotismo y una magistral capacidad de sugestión.

Y es que esa vuelta a los orígenes en tono de comedia parece hoy en día muy de moda. Justamente a principios de 2011 llegaba 'Primos' de Daniel Sánchez Arévalo, en la que se presenta otro retorno con dosis de nostalgia, precisamente en el mismo entorno, un bonito pueblo asturiano. Tom Fernández, reconocido guionista de '7 vidas', una de las series más prestigiosas que han pasado por la televisión en España, sigue confiando en los mismos protagonistas para afrontar sus primeros pasos en el cine. Esta vez Gonzalo de Castro, muy de moda por ser lo que algunos atrevidos consideran como "el doctor House español", cobra mayor protagonismo seguramente por ello. Dos comedias que se resguardan en el poderío de sus actores, acompañados aquí por unas siempre agradables Emma Suárez y Geraldine Chaplin. Una lástima que su hija, Oona Chaplin, explícitamente atractiva en la cinta (además de sobradamente presumida), haya tenido una carta de presentación tan insípida. Porque ahí es donde está el punto flaco de estas simpáticas comedias rurales: se olvidan de que sus personajes son de pueblo, más bien lo dejan de lado, para explotar así su baza televisiva, que es la de intentar sacar la sonrisilla del espectador en cuanto sea posible. Así pues, no es descabellado recriminarle a los que esto hacen: si de realismo no hay ni rastro, ¿cómo pretenden que nos creamos el mensaje ecologista?

No sé si Tom Fernández habrá visto 'Padre nuestro' (espero que sí), el asunto está en que el público la vea y no la olvide, para momentos como este.

Hacer reír es una tarea bastante complicada, y esta película lo consigue. La segunda película de Tom Fernández (la primera fue "La torre de Suso"), cuenta la historia de dos hermanos científicos, un biólogo (Javier Cámara) y un zoólogo (Gonzalo de Castro). Después de muchos años separados se reencuentran, y con él vuelven las rencillas y, también, el amor común a la ciencia, aunque cada uno posee una visión distinta de cómo deben ser los métodos científicos. Ahora se unen en la búsqueda del hermano menor, el zoólogo, del retorno de los osos a la montaña asturiana.

Hay que reconocer que la historia es muy simple, sin grandes alardes ni giros inesperados de la trama. Pero, todo se compensa con una colección de grandes y divertidos diálogos (con algunos bajones) y una buena interpretación del dúo protagonista, cosa que no se consigue con todos los personajes secundarios, debido a su falta de profundidad.

No debemos perder de vista que estamos ante una comedia que, como tal, no tiene más pretensiones que divertir y entretener al espectador. Y lo consigue. También hay que destacar los paisajes, la fotografía es preciosa, con unas bellas imágenes de los montes asturianos.


(Intermedio: Tras la proyección, escuchaba a varios críticos de otros medios ser muy duros con esta cinta. Creo que los periodistas de cine se están volviendo demasiados elitistas y esperan ver obras maestras o bodrios, sin término medio. Posiblemente ahí esté uno de los grandes problemas del cine español, la pasividad y malicia con la que muchas veces nos situamos ante las películas blancas y/o comerciales (por ejemplo, la saga Torrente). Lo peor es que esa actitud no se tiene con el cine americano.)


Ya lo he comentado alguna que otra vez y lo repito ahora. Tal y como está el cine últimamente yo me doy por satisfecho con que una película me entretenga y no me aburra. No sé si me he vuelto menos exigente o que me he vuelto menos elitista y he comprendido que no toda película puede pasar a los anales de la historia del cine.

En conclusión, que recomiendo ver esta película para pasar un buen rato.

(Vista en el Festival de Málaga)

La amistad se está convirtiendo en la base de la filmografía de Tom Fernández. Y pensándolo bien: ¿hay algún director contemporáneo que se dedique a retratar ese valor universal tan necesario? Nadie. Así que ¿Para qué sirve un oso? resulta doblemente curiosa: por una parte propone un tema tan adulto como el cambio climático y el ecologismo en tiempos capitalistas; y por otra su humor es claramente aniñado, como si en verdad aspirase a ser una película familiar de personajes en carne y hueso. Ese es precisamente el problema de la película: uno nunca se acostumbra al corazón infantil de la película y su director demuestra un amor platónico por esas tramas bienintencionadas de las películas mudas en blanco y negro. Cámara y De Castro, la pareja de científicos antitéticos, también es una reproducción anglo-asturiana de los dúos cómicos de antaño. Pero los espectadores de ahora, que hemos perdido parte de nuestra inocencia y que cualquier discurso sobre la amistad nos parece cursi, precisan otras historias: eso, aunque sólo en parte, explicaría que el film no haya cuajado en taquilla en su estreno primaveral. ¿Es problema del público, que ha asumido la perversión como base del entretenimiento? ¿Es problema del propio Fernández, que se empeña en evocar un tipo de cine totalmente desfasado? Y puestos a plantear preguntas existenciales: ¿para qué sirve un oso? Cae en el saco de las películas españolas totalmente prescindibles del 2011.

Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities, http://cachecine.blogspot.com

¡Basta ya! Dejemos de tratar de imitar la comedia romántica americana, absurda la mayoría de las veces. La comedia española no debe fijarse en la estadounidense. Esta historia la hemos visto mil veces. Dónde un hombre talentoso en su trabajo, que descubre que en todo lo que ha creído toda su vida da un giro de 180º grados, pone su mundo patas arriba y lo deja todo para volver a sus raíces. Dónde hombres y mujeres hechos y derechos se comportan como un par de críos enamorados. Dónde madres aún cuentan cuentos a sus hijas que prácticamente se depilan ya. Dónde una niña carismática es la que lleva a su madre a dar el paso de lanzarse a los brazos de su enamorado. Dónde cuando las cosas parecen que no pueden ir peor todo cambia para intentar que al espectador se le quede una sonrisa de tonto. No malgastemos el talento de Javier Cámara, Gonzalo de Castro, Suárez o Chaplin. No mezclemos el cine por favor.