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La guerra de Dios

Drama Un joven sacerdote es destinado a una pobre parroquia minera. Allí intentará por todos los medios poner fin, por medio del Evangelio, al justificado rencor de los mineros, que viven en una sangrante situación de miseria e injusticia social. (FILMAFFINITY)
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
3 de julio de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estupenda película cuya temática podría tildarse de una manera muy reduccionista como religiosa, se sale, sin embargo, de todos los esquemas a los que nos tenía acostumbrados el cine de la época, para ofrecernos además un excelente retrato social y de lucha de clases, un cine humanista y crítico, nada acorde ni complaciente con el régimen bajo el cual se realizó y al cual me sorprende que no se le haya metido tijeretazo, aunque sí se observa cierta contención, seguramente autoimpuesta, para conseguir salir adelante.
Claude Laydu es un joven sacerdote lleno de fuerza e ilusión que aguarda su primer destino. Se le encomienda una pequeña parroquia en una aldea minera pero al llegar allí, se encontrará con que sus habitantes están sumidos en una guerra de clases, donde se verá implícitamente invitado a tomar partido. O se sitúa al lado de las fuerzas vivas del lugar ( el patrón de la mina, el alcalde, el médico, el notario...), como hizo el cura que lo precedió, o se sitúa al lado de los mineros, que en realidad pasan de él y de su Dios olímpicamente, inmersos como están en la lucha por su propia supervivencia.
Primeramente me gustaría señalar que esta película está excelentemente realizada en todos los aspectos. Una estupenda ambientación, buenos intérpretes, una gran fotografía, música, buena caracterización, iluminación....Y quiero destacar el guion.
No ofrece ningún retrato simplista, ni mucho menos, los diálogos son excelentes y reflexivos, una dramatización justa y contenida..Aborda diferentes puntos de vista y, por medio de la inclusión de los niños, nos presentan las consecuencias que se derivan de las guerras de sus padres.
Quiero destacar el papel de Laydu. Compone un personaje animoso, contemporizador, valiente, idealista y con una clara visión de cuál es su papel en la vida; " Yo vengo a servir a todos por igual"
Suyas son las mejores frases del film. No puedo evitar recomendarles que estén atentos a cuando cita a Santo Tomás de Aquino. Creo que ese es el meollo de este film. Sin olvidar a Rabal en el papel de líder de los mineros carcomido por el resentimiento y lacerado por las humillaciones.
No cometan el error de suponer que es un cine dirigido en exclusiva a los católicos. Los ateos y los agnósticos vamos a ver muy buen cine aquí. Un cine para todos.
Por decir algo que no me ha terminado de dejar muy satisfecho, mencionaría el final, que ofrece una solución que, adivinamos, no es tan sencilla en la realidad. Pero es un film tan emocionante en todo su metraje que podemos y queremos aceptarlo así. Muy, muy recomendable.
Izeta
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20 de julio de 2020
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una gran obra más del estupendo equipo que rodeaba a Rafael Gil (Escrivá, Fraile, Alarcón ) y aquí nada menos que Joaquín Rodrigo para la banda sonora.
Contrata a Claudio Laydu, que bordó al sacerdote en “Diario de un cura rural”. Y actores tan precisos como Francisco Rabal o Fernando Sancho.
Es un caso concreto de justicia social, el enfrentamiento de unos mineros contra un patrón de esos que se las dan de creyentes pero que se saltan a la torera la doctrina del Evangelio.
Ambientada en 1930, como si muchos años después no perduraran, en sitios parecidos, las mismas injusticias. Cosa de lo que podían darse cuenta en 1953 millones de espectadores.
Película perfecta, en el guión, los planos, la fotografía, la música.
Alguien ha dicho aquí que también en los años cincuenta se hacían buenas películas en España. Y en los treinta, en los cuarenta, en los sesenta. Si se hiciera la comparación entre esas cuatro décadas y las cuatro que han venido después, no sé yo quién saldría ganando.
Los dos últimos minutos son antológicos.
yoparam
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17 de octubre de 2022
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay carburo para iluminar las casas más pobres, a 2'90 pesetas como indica el cartel de la tienda, y electricidad para las de los ricos.
Estamos en 1930 en un pequeño pueblo minero que parece de la zona del Bierzo. Allí llega al poco de cantar misa el joven Andrés Mendoza (Laydu).
Los sueños del seminario pronto chocan con la dureza de los hechos. El recibimiento no puede ser más frío por parte de los poderosos, "La gente aquí es poco comunicativa" ... ni menos agradable por la de los pobres, "Por aquí suelen echar siempre la culpa al cura".
Todos los esfuerzos que hace por acercar a unos y a otros se estrellan con la dura realidad de las posiciones irreconciliables. Al pobre mosén solo le queda el refugio de la "Summa Theologica" del Santo de Aquino, "El único amigo de verdad que voy a tener en este pueblo".
Y sin embargo, a base de derrochar humildad y sentido de la justicia consigue algunos logros, aunque denunciar los abusos del poderoso Don César (Marco) le llevará a perder su favor con las consiguientes amenazas. Tampoco los mineros darán fácilmente su brazo a torcer con Martín (Rabal) y Barrena (Sancho) al frente. Se quejan estos con razón que "La mina solo quiere hombres solteros que no tengan cargas familiares" por las indemnizaciones de los posibles accidentes.
Más fácil lo va a tener con los niños, aunque un balón de fútbol de reglamento le cueste la friolera de 86 pesetas.
De minas y de mineros va la cinta, de abusos de propietarios y de odios de picadores. También del sacerdote que baja a la negrura de la mina para arriesgar su vida y compartir con los paisanos el tizne del carbón, el barro y la intemperie.
Una grandísima película de corte social, ya lo advierte la dedicatoria del comienzo: "A las juventudes que lucharon por hacer posible la hermandad social de los hombres de España". "Hermandad social", más claro, agua. A comienzos de los 50 ...
Una auténtica alhaja escondida que, de haber llevado otra firma, haberse hecho en otra época o tener a un sindicalista en lugar de un cura como protagonista, la tendríamos hasta en la sopa de nuestra televisión pública.
Magnífico guion y magnífica realización. Música nada menos que de Joaquín Rodrigo, excelente el análisis de los personajes con muy buenas actuaciones de todos los actores.
Qué decir de la fotografía y de la iluminación en las frecuentes escenas nocturnas. Preciosos claroscuros con primeros planos de gran contraste en los rostros.
Bellísimo paralelismo en la Nochebuena, entre la misa del Gallo en la pobre iglesia parroquial y el encierro de los mineros en las viejas galerías. Y es que como dice el sacerdote en un momento dado, "El amor y la justicia son casi lo mismo".
Aquí en este aislado valle leonés no queda nada de la verdura fordiana con la que emparenta la cinta. Todo es o blanco o negro. Electricidad o carburo, carbón al cabo.
Una grandísima película incomprensiblemente olvidada. O no tan incomprensiblemente ...
Lafuente Estefanía
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27 de noviembre de 2011
9 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La Guerra de Dios" que dirige Rafael Gil es una película bien planteada, de hondo sentimiento religioso, sin nada extraño o que chirríe, pero que gracias a la corrección política del momento, queda desdentada de tal modo que la cinta se desenvuelve con escasa mordiente, roma, con muy poca capacidad de crítica, si no, más bien, demasiado dulce y blanda para mi gusto.

La relación entre mineros y el cacique del pueblo daba para mucho más y, creo que por la censura de la época, no se profundiza en los temas económicos y políticos, lo cual hubiera sido una crítica indirecta al régimen que pienso que no se permitiría fácilmente.

El joven sacerdote trata de mediar entre ambos bandos pero no llega a implicarse del todo y la solución que ofrece es meramente evangélica, del amor al prójimo y la concordia, pero sin llegar a hacer propuestas que pudieran alterar el status quo del pueblo o las condiciones socio-laborales de los trabajadores.

Igualmente pienso que la subtrama de los niños estorba y que con el ánimo de enternecer lo que hace es entorpecer la trama principal.
Reaccionario
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