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El mago

Drama. Terror Suecia, mediados del siglo XIX. Dentro de un vehículo sumergido en la niebla, viaja una compañía de artistas ambulantes, cuyo jefe es el doctor Vogler, mago e hipnotizador que va acompañado de una anciana bruja, experta en pócimas de amor, y de su mujer y ayudante. Al pasar por una ciudad se convierten en el blanco de las burlas y humillaciones de un comité encabezado por el cínico doctor Vergerus, un médico que le pide a Vogler una representación. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 31
Críticas ordenadas por utilidad
20 de noviembre de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué es verdad y qué mentira? La eterna pregunta. ¿Cómo pueden distinguir nuestros ojos entre una ilusión y algo que de verdad está sucediendo ante ellos?
Siempre hay misterios disimulados bajo las engañosas apariencias y jamás somos capaces de descubrirlos, pues a veces las tinieblas resultan impenetrables a la explicación racional.

Estos serán los elementos esenciales que entrarán en conflicto en ésta, quizá una de las menos conocidas obras del maestro Ingmar Bergman, realizada tras la tampoco muy recordada "En el Umbral de la Vida" y antes del fascinante cuento medieval "El Manantial de la Doncella", que iniciaría el cambio definitivo en su filmografía. Los '50 estaban a punto de acabar, y llegado el sueco a este momento momento de su carrera, en la cima de su gloria y tras haber demostrado su dominio y talento en una impresionante variedad de registros estilísticos, habría podido continuar como si nada, sin embargo ocurriría lo contrario.
Los más grandes artistas se reconocen en esa capacidad para cuestionarse, para convertir su insatisfacción en el carburante de una renovación creativa. Este giro lo anuncia "El Rostro", donde Bergman volvería a traer a colación esa miserable vida abocada a los azares del destino de las compañías teatrales y sus miembros, cuyas existencias se basaban en la deambulación (que ya habíamos visto en "Noche de Circo" o "El Séptimo Sello") tomando de referencia, aunque no de forma cercana, la obra "Magic" del filósofo y escritor británico Gilbert K. Chesterton, uno de los autores preferidos del director.

La acción toma lugar a mediados del siglo XIX, cuando una compañía feriante llega a una ciudad arropada por las sombras de la noche, dirigida por el inquietante magnetizador Albert Emanuel Vogler y cuyos miembros son una anciana que predice el futuro, un mordaz y arrogante charlatán que hace las veces de presentador y dos jóvenes ayudantes. Al llegar, el grupo es escoltado hasta la casa del cónsul Egerman, donde el comisario Starbeck y el doctor Vergerus preparan los actos de un proceso destinado a desenmascarar la superchería de la compañía, pues hay rumores que les tachan de auténticos brujos.
El objetivo de los tres notables, embalsamados en su racionalismo, es explicar lo inexplicable, pues no hay otro camino posible salvo el de la ciencia, aunque la realidad puede resultar más enigmática y misteriosa que la ficción teatralizada a la que ellos planean asistir. Así, "El Rostro" nos proyecta instantáneamente en la ficción, al corazón de un teatro ritualizado, de un espacio estilizado, que se escora plenamente del lado de lo fantasmagórico desde el primer momento en que vemos el carro de la compañía atravesando el bosque rodeado de espesa niebla para dar paso al encuentro entre el moribundo Spegel y Vogler, un encuentro que se halla bajo el signo de la amenaza, de la muerte. Sin duda un mal presagio.

Esa noche, tras el enfrentamiento entre las dos facciones (escepticismo y ciencia, magia e incógnita), bien encarnadas en ambos grupos (el de Vogler y el de Vergerus, que se sirve de la humillación), los feriantes impregnarán, de un modo u otro, a los habitantes de la casa, mientras los secretos e identidades de cada uno de ellos van revelándose. Envuelto en una atrapante atmósfera de puro terror donde Bergman abre una brecha entre realidad y fantasmagoría, el film, cuya estética y estilo visual encuentran sus raíces en el expresionismo alemán o el cine de Sjöström, es un asombroso manifiesto de la impureza, de la ilusión y del misterio.
Drama, suspense y ligera comedia de traviesos devenires eróticos, en "El Rostro" todo es engañosa apariencia, versatilidad de lo visible, ambigüedad del sentido (un hombre resulta ser una mujer, un mudo dotado de palabra, un cadáver se confunde con otro, un muerto que acaba de resucitar muere en el escenario, una bruja vende falsos elixires pero predice realmente el futuro...); es, evidentemente, un alegato a favor de un arte cuya última verdad resida en un poder de lo falso que desenmascare las representaciones sociales, pero al mismo tiempo una forma que halla su autor para expresar su hastío ante un artificio que sin embargo es su razón de ser, a semejanza de Vogler, que desespera por su vocación.

El director logra una puesta en escena absolutamente fascinante apoyada en la fotografía de Gunnar Fischer y el imaginativo uso de las luces y las sombras y los elementos atmosféricos, mientras su habitual troupe, compuesta por Max Von Sydow, Ingrid Thulin, Bengt Ekerot, Erland Josephson, Birgitta Pettersson (que volvería en "El Manantial de la Doncella") y Gunnar Björnstrand, brinda unas interpretaciones dignas de elogio, dejando al margen a una Bibi Andersson que en esta ocasión resulta demasiado empachosa.
Sin gozar del reconocimiento de otras, una gran muestra más del genio del sueco pese a sus evidentes fallos, donde vuelve a compartir sus creencias, obsesiones y temores, y poseedora de una secuencia inolvidable. Aun habiendo sido desveladas las apariencias, Bergman no se priva de ofrecernos una inmersión en lo desconocido cuando Vergerus, dispuesto a examinar el cuerpo de Vogler, debe enfrentarse a una serie de extraños sucesos que despertarán su miedo interior, el de todo hombre racional al verse incapaz de ofrecer una explicación a eso que sus ojos están presenciando ("O esto es una pesadilla o estoy perdiendo la cordura. Es inconcebible que haya perdido la razón", se dirá).

En ese momento único el film desfila como la estela espectral de un sueño, en un tiempo y un espacio descompuestos, regresando poco después a su cauce. Simplemente mágico.
Chris Jiménez
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4 de marzo de 2020
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
43/20(27/02/20) Atractivo film del aclamado director sueco Ingmar Bergman que también guioniza, inspirándose libremente en la obra “Magic” (1913) de GK Chesterton, que Bergman contaba entre sus favoritas. Bergman organizó una producción teatral de "Magic" en sueco en un momento. Creando una cuasi-fábula sobre el arte y como necesita de gente sugestionable para establecer una simbiosis en la que las dos partes salgan ganando. La trama sigue a un mago viajero llamado Albert Vogler, cuyos espectáculos en vivo supuestamente sobrenaturales son desafiados por la gente escéptica de una pequeña aldea, siendo protagonizada por intérpretes fetiches bergmanianos como Max Von Sydow, Ingrid Thulin, Bengt Ekerot, Erland Josephson, Birgitta Pettersson, Bibi Andersson y Gunnar Björnstrand.

Mezcla en su metraje la comedia, el drama psicológico e incluso dosis de terror, provocando como en el realizador es habitual preguntas sin respuestas, y con ello haciendo que sea el espectador el que tenga que sacar sus propias conclusiones, teniendo discernir qué quiere decir ese borracho moribundo del bosque, porque Vogler es mudo, o el significado de la muerte. Ello en un devenir en el que se explora lo irracional, la mortalidad, lo tangible, la soledad, el deseo, la culpa, se recrean algunas obsesiones, ello en un microuniverso cuasi teatral, pues casi todo acontece en una residencia, donde los personajes se distinguen por no mostrar su verdadero rostro, jugando en este caso con las falsas apariencias, en consonancia con el tema de lo que hay detrás de lo que ves, donde lo real y la mentira resultan difusas. Habiendo una ‘batalla’ entre la fe y la razón, que se siente por momentos clasista, pues es como si la clase alta no permitiera que las bajas pudieran tener ilusiones, donde el protagonista mago sufre una crisis de fe, y los poderosos quieren romper la magia de disfrutar de ser ‘engañados’ la plebe.

También se puede ver como un acercamiento de Bergman a su público, siendo su alter ego Vogler (Max Von Sydow), se puede entender como un ataque a la crítica del momento que pretendía menospreciar su arte, de hecho Bergman comentó que esta película era “una broma acerca de la constante lucha que tenían algunos críticos de la época con su cine”, arremetiendo sutilmente contra ellos como el antagonista parece atacar la Magia del protagonista porque no es capaz de entenderla, y es que aquí el arte de la magia se puede ver como alegoría del arte del cine, las dos son ilusiones que requieren de la complicidad del espectador. Y como uno de los mantras de Ingmar puede entenderse que la magia es un símil de la Religión, una superstición a la que hay que aportar fe, analizar puede ser sacrilegio, pues rompería el encanto místico. Todo apoyado en una ambientación excelente gracias a la espléndida fotografía de Gunnar Fischer que regala un manejo expresionista de la luminosidad, las penumbras y las sombras. Film seleccionado como entrada sueca para la Mejor Película de Lengua Extranjera en los Oscar, pero no fue aceptada como nominada.

Arrancamos con una imagen fantasmagórica donde vemos contra un cielo gris una diligencia parada junto a un patíbulo en medio del campo, allí varias personas (luego nos enteramos es una compañía de Magia, “El Teatro de la Salud Mágica”) comen, mientras una vieja hace acopio de hierbas, cuando ve un cuervo (símbolo de mal presagio) y le escupe. Luego se suben a la caravana y hacen camino, la vieja y otro pasajero discuten sobre la mandrágora que buscaba la anciana, hasta que cruzando un bosque cerrado, por donde vemos entrar rayos de sol cuasi-deidíficos se oye un grito y el conductor de la diligencia para asustado, encontrando cerca a un tipo moribundo que declama, "Creo que soy un fantasma mejor que el ser humano, algo que nunca fui como actor". Llevando con ellos al cuasi-muerto al pueblo donde paran. Y allí chocan con las fuerzas vivas, funcionarios, y sobre todo el Dr. Vergerus (Gunnar Bjornstrand), que representando a la ciencia se hace burla de su espectáculo, "Usted (al mago líder del grupo, Vogler) representa lo que más desprecio: lo inexplicable", y siguiendo con Vogler, Vergerus le espeta ante su mudez (en clara conexión religiosa): el médico escéptico suelta, a propósito de la mudez del mago, eso de: "Dios permanece callado, como el prestidigitador. Son las gentes las que hablan". Tildando a la troupe de mentirosos, manipuladores, trileros, estableciendo una lucha entre la percepción de lo real y la fantasía. Es el escepticismo, la incredulidad ante lo que no se comprende, y solo parece capaz de dar salida a sus argumentarios humillando. Donde los jerarcas del pueblo se constituyen en jueces prejuiciosos que reniegan de disfrutar de ser engañados. Produciéndose uno de los recursos bergmanianos, como es el radiografiar una noche ‘movidita’, y es con la llegada de la nocturnidad los más bajos instintos y los escudos parecen ceder pasado al libertinaje, al amor, a la lujuria, a los celos, o las envidias.

Tiene un extraño remanso en su mitad, el humor picarón (sobre todo para su tiempo) se hace patente. Donde los protagonistas desaparecen para dar minutaje a los secundarios. Donde Tubal (Åke Fridell) y Simson (Lars Ekberg) intentan seducir a dos sirvientas de la casa, Sara (Bibi Andersson) y Sofía (Sif Ruud), donde tiene importancia ‘pociones de amor’, placebos notorios, quedando patente aquello de que en el amor se engaña al que se deja engañar, al que está predispuesto a ser ‘conquistado’.

La película, acrecentando la fama de Suecia como país libertino, se dice es la primera del cine europeo en incluir una secuencia en que un personaje atrae sugerentemente a una mujer a su habitación y otra en la que vemos a dos jóvenes amantes fuera de cámara mientras se quitan juguetonamente prendas de ropa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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26 de abril de 2006
19 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me considero un cinéfilo perteneciente al reducido grupo de los desencantados con el cine de Bergman. En mi subgrupo no es que critiquemos lo abstracto, lo inmaterial, lo "intelectual"..., es que también nos parece muy importante la forma que tiene el artista de transmitir sus inquietudes. Nos hipnotizan, en la mayoría de las ocasiones, los estilos de Kurosawa, Buñuel, y ¿por qué no incluir a John Ford, Satyajit Ray, Chaplin, Eastwood, Malick, Ki-Duk, Vittorio de Sica...? Que muchos de sus trabajos te absorban en una primera visita no quiere decir que no haya segundas intenciones en ellos; ni que sus reflexiones sobre la vida, la muerte y el hombre sean menos profundas; ni mucho menos que posteriores revisiones no aporten nada nuevo.
A mí Bergman no me suele impresionar tanto como a vosotros porque su narrativa me parece peor que espesa. En este sentido prefiero a Tarkovsky y a Dreyer.

En realidad esta historia tenía muchas posibilidades, pero al director le es imposible desprenderse de su estilo pretencioso. Leo la sinopsis y parece que me estuvieran hablando de otra película más dinámica, más vigorosa, menos teatral, menos discursiva. Con esta propuesta no logra que me interesen demasiado los personajes, y yo considero fundamental la implicación del espectador en cualquier tipo de obra.
Su sentido del humor no me hace ninguna gracia. El juego con las pócimas, aun sin desnudos, parece sacado del cine español de destape.
Tampoco me parece que los actores estén tan inconmensurables como se menciona por ahí.

Por lo menos la sorpresa final arregla muchas de las cosas que a priori parecían estúpidas. Me gustó la parte de la representación, y también el acoso entre tinieblas del "fantasma" de Voglers.
jastarloa
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27 de agosto de 2007
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bueno los recurrentes temas de Bergman (la fé, lo racional, la autorepresentación de nuestra propia vida, etc...) con un argumento que le permite dar en el clavo y le viene como anillo al dedo, haciendo que muchas de estas reflexiones no obliguen a la historia a caminar de manera forzada, para ello se vale también de su ubicación espacio temporal a principios del siglo XIX. El personaje de von Sydow especialmente interesante, creo que de los mejores que logra con el maestro. Como en todo buen film muy recomendable la revisión del mismo para apreciar las distintas capas que se superponen, magníficos los personajes del pueblo y una puesta en escena más que notable con algún pequeño fallo de raccord perdonable.
Muy recomendable.
polelo
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22 de agosto de 2011
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los protagonistras son Vogler (Max von Sydow de nuevo, y de nuevo genial) y Vergerus (Gunnar Björnstrand, otro actor para los anales, presente también en un montón de películas de Bergman), apellidos estos que Bergman utiliza muy frecuentemente para bautizar a dos tipos de personajes muy recurridos en su filmografía; el primero es mago, irracional, inseguro, soñador, romántico, atormentado. Vergerus es médico, científico, terrenal, ateo, prepotente…y debe valorar si el espectáculo del primero es inofensivo y puede/debe ser representado en el pueblo. Ni Vogler ni Vergerus. Bergman está con los jóvenes ayudantes del primero y con los sirvientes de la casa donde opera el segundo. Ellos, que comen sin preguntarse si todos en el mundo se lo pueden permitir, que hacen el amor sin preocuparse por un posible dios vigilante, que ríen sin pensar que el mundo incita más al llanto, son los preferidos, los envidiados por Bergman. Los que no saben si son Vogler o Vergerus porque ni se lo han planteado ni entenderían el planteamiento. He encontrado (y me ha costado mucho) a alguien que opina lo mismo que yo respecto a esa extraña obra maestra. Xavier Moreno Lara, en El cine: géneros y estilos. "Bergman quiere mostrar que el amor sencillo es el único capaz de trasmutar la angustia en sonrisa y el silencio en animada música de fiesta".
Dersu Uzala
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