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Quién lo impide

Documental Quién lo impide es una llamada a transformar la percepción que tenemos sobre la adolescencia y la juventud; la de aquellos que nacieron a principios del siglo XXI y acaban de hacerse mayores de edad; los que ahora parecen culpables de todo a la vez que ven mermadas sus esperanzas. Entre el documental, la ficción y el puro registro testimonial, los jóvenes adolescentes se muestran tal y como son pero como pocas veces los vemos o nos ... [+]
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Críticas 11
Críticas ordenadas por utilidad
17 de octubre de 2021
7 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
El nuevo trabajo de Jonás Trueba, el hijo del director y guionista Fernando Trueba y la productora cinematográfica Cristina Huete, es un largometraje que se mueve entre el documental y la ficción, y que es un trabajo de 5 años con adolescentes estudiantes en un instituto de la Comunidad de Madrid, a los que sigue durante este periodo de tiempo. El largometraje de 220 minutos de duración se presentó en la sección oficial de la pasada edición del Festival de cine de San Sebastián, en donde el reparto de jóvenes recibió la Concha de plata a la mejor interpretación de reparto (merecía algo más, como la Concha de oro, el premio especial del jurado o el de dirección), además de los dos premios de los jurados paralelos de críticos (el Fipresci y el Feroz Zinemaldia).

El proyecto "Quién lo impide" (toma su título de un tema musical de Rafael Berrio, fallecido en 2020, al que dedica la película Jonás Trueba), está compuesto de 4 cortometrajes de cerca de una hora que el director presentó en algunas ciudades españolas en el ámbito del cine de autor, como el espacio Tabakalera de San Sebastián o la Cineteca de Madrid. Estos 4 cortometrajes son el punto de partida de este largometraje dividido en tres capítulos, con un montaje en donde se ha eliminado alguna cosa del original y se han añadido escenas más actuales en la parte final.

El documental tiene un primer capítulo en donde pone su punto de mira en la educación actual en España, y que tiene mucho en común con ese cine documental francés (en muchos momentos me recordó a "Nuestras derrotas (2019)" de Jean-Gabriel Périot) que tanto admira el cineasta madrileño, para posteriormente centrarse en la vida privada de esos alumnos y alumnas, con sus inquietudes e ilusiones, su primer amor, sus momentos de fiesta o las redes sociales, y todo ello se va alternando con situaciones importantes en el interior del instituto.

La propuesta tiene su punto de partida cuando Jonás Trueba está rodando "La reconquista (2016)", otra notable película que formó parte de la sección oficial del Zinemaldia, con la presencia de dos jóvenes intérpretes desconocidos llamados Candela Recio y Pablo Hoyos, a los que planteó la posibilidad de formar parte de un proyecto que tenía en mente de varios años de rodaje, que empezaron cuando tenían 15 años y en las últimas escenas ya tienen 20. Candela Recio, Pablo Hoyos, Silvio Aguilar, Pablo Gavira, Claudia Navarro, Marta Casado, Rony-Michelle Pinzaru y Sancho Javiérez son los grandes protagonistas de este largometraje, y casi todos están estudiando algo relacionado con el séptimo arte, gracias en parte a formar parte de un proyecto como el de Jonás Trueba.

El documental me interesó, y no se me hizo pesado pese a durar casi 4 horas, aunque me costó entrar en la primera parte que es la que tiene más de cine documental, con ideas interesantes, pero en algunos momentos un poco repetitivo sobre el sistema educativo actual en España. El segundo capítulo es magnífico, y es el que tiene más de ficción que de documental, con varias escenas inolvidables como la visita de Silvio a Candela en Cheles, el pueblo extremeño cercano a Portugal, en donde ella está pasando unos días de vacaciones con su familia. Pero también ese triángulo amoroso entre esos dos y Pablo, o el viaje de fin de curso a Andalucía con algunas situaciones divertidas y mucha cultura.

El otro problema, además de que el primer capítulo me resultó un poco cargante en su parte final, es que hay un salto temporal excesivamente grande entre el segundo y el tercer capítulo y te quedas sin saber muchas cosas que quedaron en el aire al finalizar la segunda parte. Esa parte final es lo que se rodó después de los cuatro cortometrajes, a modo de epílogo en donde nos quiere poner en situación de qué están haciendo los protagonistas en la actualidad en pleno confinamiento, y es probable que viendo esos cortometrajes tendremos las respuestas a esos enigmas que el montaje de la película nos ha dejado sin saber.

El largometraje es de un gran nivel en aspectos como la dirección y la fotografía de Jonás Trueba, y en el empleo de la música en los momentos en los que es necesaria sin estar presente durante casi todo el metraje. A todo ello hay que sumar la naturalidad con la que se mueven los jóvenes protagonistas, sin importarles que una cámara les esté filmando o que vayan a formar parte de un proyecto cinematográfico.

Un documental que no es sencillo porque el cine de Jonás no es fácil por los temas que aborda y cómo lo hace, y por su metraje de más de tres horas y media que puede echar para atrás a muchos espectadores, pero estoy seguro que los admiradores de los trabajos anteriores del director español volverán a salir satisfechos de la proyección de su nuevo trabajo.

LO MEJOR: La dirección. No se hace larga, pese a su duración.
LO PEOR: Me costó entrar en el primer capítulo, y hay un salto temporal bastante grande entre el segundo y el tercer capítulo.

Pueden leer esta crítica con imágenes y contenidos adicionales en http://www.filmdreams.net
WILLY74
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15 de noviembre de 2021
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Así es como califica su obra Jonás Trueba: un experimento sociológico y audiovisual que ha sido capaz de crear, un trabajo de cinco años, cientos si no miles de horas de rodaje, de charlas, de vivencias, con un puñado amplio de adolescentes que van convirtiéndose, en la vida y en la película a la vez, en jóvenes. Y lo que pretende es que nos sumerjamos en él, respiremos hondo y hagamos esa inmersión audiovisual.

El difícil paso de la adolescencia, casi niñez, de estos chicos de 15 años, hasta una juventud, casi adolescente, intentando descifrar sus miedos (muchísimos), sus ilusiones (muy pocas), sus valores (confusos) es tan complejo como eficaz resulta este documental dramatizado o docudrama o como queramos llamar a esta, efectivamente, inmersión en un tiempo de la vida de estos chicos madrileños que marcará sus vidas.

Todo funciona en este larguísimo retrato de una generación que nace marcada por la falta de horizontes pero también por una vida cómoda y con las necesidades vitales satisfechas.

Incluso el confinamiento por la pandemia de 2020 juega a favor de Trueba y de las sensaciones que pretende arrancar a este elenco de barrio madrileño, en el que destacan las figuras de Pablo y Candela, en especial esta última, capaces de llenar la pantalla con sus silencios, uno, y con su vitalidad, la otra.

La duración, más de tres horas, no es un inconveniente para el espectador, que asiste con interés, a ratos con fascinación, a las dudas, certezas, miedos, amores, reflexiones, discusiones y demás de estos jóvenes con los cuales Trueba es capaz de hacernos sentir un vínculo que trasciende el de la pantalla.

Sin duda, estamos ante una obra mayor, en la que, por ponerle alguna pega, la parte dramatizada interesa mucho menos que la meramente documental, mucho más potente y, claro, llena de verdad.

Después de sus primeras películas, todas con interés, llegó la excelente LA VIRGEN DE AGOSTO; ahora Jonás demuestra que es un verdadero Trueba y, con ese Madrid al que parece querer tanto de fondo, se confirma como un director de primera línea y con un futuro más que sobresaliente por delante.
melchorin
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20 de octubre de 2021
6 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un documental que aún durando casi 4 horas, se te pasa volando. Si eres adolescente, te acuerdas de todos esos momentos, sonrisas, canciones y emociones que viven los chicos de este documental. Y esto es lo que ha hecho que se me encoja el corazón en ciertas escenas: yo también he vivido eso, yo también he sentido eso, yo también he tenido esos miedos.

Nunca se te va la sonrisa de la cara, y mientras ves la película pasan un aluvión de recuerdos por tu cabeza. Pero no trata solo de nostalgia: también sobre el poder que tienes de cambiar las cosas, de mover el mundo, de no rendirte. La de veces que he sentido que estaba perdido, sin saber que hacer con mi vida, pasando horas y horas reflexionando callado, todo para siempre llegar a la misma conclusión: ninguna.

Y es que ahora hay que vivir, aprender y amar, que este espíritu adolescente rebelde quizás no dura mucho más. Salir a la calle y gritar, beber, irse de viaje, amar un poco. Por que al final, quien lo impide?
DartNoob12
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11 de diciembre de 2021
1 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando hablamos de Jonás Trueba, hablamos de un director diferente, libre, arriesgado... que en cada una de sus producciones nos descoloca y nos obliga a resituarlo en nuestro ideario cinematográfico.

En este caso nos sorprende con un documental de una duración extrema para lo que se estila habitualmente, pero en el que no sobra ni un solo minuto, dando voz a una generación tan expuesta en redes sociales que es todo un misterio para los que no estamos dentro de ese rango de edad.

Una ventana abierta a esta generación que difumina el límite entre documental y ficción (prueba de ello es su nominación a mejor Documental en los Goya y el premio a mejor Reparto en San Sebastián) lo que demuestra el gran dominio que el director tiene del lenguaje cinematográfico en toda su amplitud, lo que le permite jugar con los géneros hasta prácticamente eliminarlos.
Txule
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23 de octubre de 2021
2 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los protagonistas cuenta en una de las charlas entre los chavales que siente un miedo “real” a terminar conduciendo un Mercedes Benz y ver todas sus inquietudes convertidas en nada.
Yo he cumplido 50 y también tengo miedo, también real, a que se me olvide cómo sentía en la adolescencia. Porque me siento mayor ¡qué diablos! y sin esa experiencia no hay historia personal que valga.
Lo que quiero decir es que me interesa más reconstruir mi experiencia que creer que aún soy joven. Es sólo una forma distinta de renacer.
Ya veis que el espíritu de la película es contagioso.
Por otro lado, el quinceañero que me acompañó al cine sentía literalmente que estaba dentro de la pantalla. ¡Soy uno más! Parecía pensar.
En este contexto la canción que da título a la película es un cruce de caminos que se presenta como un antídoto para el carácter afectado de los adolescentes (con bastante socarronería de la casa).
¿Quién lo impide? La respuesta siempre estará en el viento.
The hustler
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