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1984

Ciencia ficción En 1984, Londres está gobernada por el partido totalitario del Gran Hermano. La intimidad y la libertad de pensamiento no existen. Las relaciones sexuales constituyen un delito. Winston Smith trabaja en los archivos del Ministerio de la Verdad reescribiendo y modificando la Historia. Su vida se verá seriamente amenazada cuando empiece a darse cuenta de que sus pensamientos no son tan ortodoxos como el Partido exige; además, tiene una ... [+]
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Críticas 12
Críticas ordenadas por utilidad
12 de agosto de 2018
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
150/07(16/07/18) Atractiva y sugerente primera versión para cine de la icónica obra de George Orwell (Eric Arthur Blair era su verdadero nombre, 1903-1950). Película dirigida por Michael Anderson de ciencia ficción británica en blanco y negro de 1956, con guión de William Templeton (“El ídolo caído”), y Ralph Gilbert Bettinson (“Headline”), basada en la novela homónima de 1949, representa una sociedad totalitaria en el futuro. La película se distribuyó en 1956 en una doble factura con otra película de ciencia ficción británica, “The Gamma People”. Después de que expiró el acuerdo de distribución habitual, la película fue retirada de los canales de distribución de televisión y teatro por el patrimonio de Orwell y no se ha podido obtener legalmente durante muchos años. Esta es una adaptación que bastante fiel de la novela distópica de Orwell, tras una guerra nuclear en la década de 1960, la bomba atómica ha sido prohibida, pero la guerra no. Los poderes encuentran que la guerra continúe es la mejor manera de controlar a las masas, Londres es ahora la capital de su provincia de Oceanía, está en guerra con Eurasia y está gobernada por Gran Hermano, pantallas telescópicas están en todas partes, monitoreando el comportamiento de los ciudadanos, donde los niños espían a sus padres, donde el matrimonio y todo lo demás está organizado por el estado y el amor ha sido prohibido (todo esto me recuerda sobremanera al régimen Khemer de Camboya). Anderson, con sus deficiencias (nunca fue un director con grandes dotes), es capaz de proyectar en el film el terror de los regímenes totalitarios, los que quieren adoctrinar, los que te quieren manipular, los que te quieren hacer ver que dos más dos son cinco, una distopía que además tiene el valor pedagógico de estar rodada en plena Guerra Fría, cuando lo que se cuenta aquí estaba tras el Telón de Acero, solo hay que ver la grandiosa “La vida delos otros” (2006).
Orwell se inspiró en las distopias de "Nosotros" (1921) del ruso Yevgueni Zamiatin y de "Swastika Night" (1937) de la británica Katherine Burdekin (bajo el seudónimo de Mary Constantine) en la cual Orwell hace de su obra, una feroz crítica contra cualquier sistema político de los gobiernos mundiales autoritarios sean de la ideología por la que se rigen según sus doctrinas y la manipulación que hacen en beneficio de sus propios intereses partidistas, y en la cual los individuos que se ven sometidos y obligados a convivir y a pensar según la doctrina y la política dictada del partido que los gobierna con mano de hierro y privándoles de sus derechos de libertad, intimidad y opinión personales. La influencia de Mil novecientos ochenta y cuatro es inconmensurable. Ha vendido millones de copias. Los términos que Orwell ideó en el libro como Newspeak, Big Brother, Thought Police, Thoughtcrime y telescreen han pasado a la jerga popular, mientras que el término "Orwellian" se ha acuñado para describir una sociedad autoritaria omnipresente. Ha habido adaptaciones escénicas y de ópera del libro, mientras que películas modernas como la sátira oscura de Terry Gilliam, “Brasil” (1985) y gran parte de “Equilibrium” (2002) se inspiran en gran medida en las imágenes de Orwell.

La producción recrea con gran poder de impregnación en el espectador un mundo opresivo, donde la guerra es el (torticero) elemento unificador contra el enemigo “exterior” (el chivo expiatorio siempre ha sido el gran amigo de las dictaduras), da igual contra quien sea (en este caso Oceanía contra Estasia… creo, y que más da), y con este Dogma superior se pretende adoctrinar en la ignorancia, y para ello nada mejor que la manipulación del lenguaje (uno de los mantras del Gran Hermano es “La ignorancia te hace libre” o “La libertad es esclavitud”), la prostitución de su significado, el retorcimiento de su sentido, el saber manipular a la masas para crear un espíritu colectivo uniforme (ejemplo los dos minutos de odio), todos gritan al unísono, todos empatizan en conjunto, la manipulación de la historia para crear un presente supuestamente idealizado, y con idea de controlar el futuro a su (despótico) antojo. Hay un Gran Hermano presente por todas partes, en las calles, en el trabajo y hasta en las viviendas, es un ojo que todo lo ve y todo lo prejuzga, que alecciona y dirige, pero sobre todo atemoriza, un ser omnipotente y omnipresente. Ello haciéndonos pasear por calles sombrías, tabernas cochambrosas, teniendo el protagonista (Winston Smith) que “desnudarse” ante el BB (Big Brother) cuando llega a su apartamentucho, para demostrar no es un tipo subversivo, pero a la vez sorteando (de su vivión) al inquisidor BB pateando el diario cuando entra en su apartamentucho, o colocando el escritorio lejos de la visión del BB mientras escriba en el diario “Down with Big Brother”, así como sangrante es ver como una niña es el reflejo del “buen trabajo” adoctrinador del BB, lo que debiera ser inocencia ha sido cercenada por el virus de la delación, del sentimiento del deber al estado por encima de los valores familiares. Es una cinta bañada en nostalgia, en melancolía, en un sentimiento de desesperanza que entronca con el espíritu del libro, micro-universo poblado de temor, hastío, desilusión, pesadumbre, esto mostrado con diálogos de calado, con imágenes bien rodadas en su fuerza dramática, como ejemplo los dos minutos de odio.

Taras: Dedica demasiado tiempo al romance, deja de lado la crítica a los regímenes sátrapas autoritarios, esto potenciado por un metraje quizás escaso para la profundidad que tiene el mensaje del libro, obviando las raíces y causas de este aciago presente, siendo las acciones y reacciones de los personajes apresuradas ejemplo todo lo referente a la habitación del miedo 101, apenas unos segundos, como si el director tuviera prisa por acabar para ir a comer), poco creíbles si no les das licencia, esto impide que el clima de desaliento te deje aún más poso, lo ves, te roza, te toca, pero no te arraiga.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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28 de marzo de 2013
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
6748 SW no lo ignora. En lo hondo de sus entrañas lo ha sabido desde que tiene memoria. Pero la certeza no le impedirá hacer lo que su voz interior le dice que debe hacer. Aunque todo sea un autoengaño, porque la memoria no es nada. Sólo existe el Partido y siempre ha existido.
Londres, capital de Oceanía, en guerra perpetua contra Eurasia (¿o contra Estasia? ¿Qué más da? El enemigo no deja jamás de acechar, no importa qué nombre tenga). El Gran Hermano mirando desde todas partes, infalible, omnipotente, escudriñando hasta el último recodo del cerebro, el enorme cerebro puro y único de la población entera, todos al unísono en el ideal del Partido. Partido Interior, Partido Exterior, Proles. Todos vibrando al mismo son, todos recitando las mismas plegarias con la absoluta devoción de autómatas producidos en serie que no están programados para ninguna otra canción.
La Guerra es la Paz.
La Libertad es la Esclavitud.
La Ignorancia es la Fuerza.
Un hombre atrapado en la más terrible distopía concebible. La diminuta célula cancerígena que se rebela contra su organismo. Abajo el Gran Hermano.
Orwell, qué suspiro de alivio cuando uno termina de leer tu libro. Porque afortunadamente Londres no tiene telepantallas por doquier, ni enormes carteles del Gran Hermano, ni Policía del Pensamiento.
Pero mientras se lee la novela, o se ven las versiones cinematográficas como la de Michael Anderson, uno nota en el espinazo el desasosiego que provoca esa gran mirada vigilante que no es otra cosa que el Poder.
Vivoleyendo
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20 de septiembre de 2010
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con unos medios muy limitados, poca imaginación y una fiel adaptación del libro se genera este drama clásico que funciona en correspondencia a lo que pretende: generar un ideario sencillo de lo que representa el control institucional del individuo.

Es obvio que la enorme obra de Orwell merece una versión fílmica más profunda y personal, pero también lo es que esta no desvirtúa el libro.

Como en la novela, la trama la monopoliza aquí el pobre Winston, al que nada se parece físicamente (por otra parte, algo normal hoy, y más normal en el cine de antaño -después de haber visto a Lawrence Oliver hacer de Heathcliff en "Cumbres Borrascosas" me creo cualquier cosa) pero interpreta bastante bien Edmond O'Brien.

Entretenida, sobretodo para los que ya conocen la trama, que no se ahorraran los detalles (poco cuidados en esta versión).
Follawski
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23 de febrero de 2023
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Según el texto escrito hace unos años por la "Dra. Zora G" en el folleto adjunto a la edición en DVD de esta película en España, esta distopía retrofuturista fue producida con dinero estadounidense pero rodada en el Reino Unido por un director británico, Michael Anderson, y con un equipo técnico y artístico de la misma nacionalidad, salvo por la pareja protagonista, Edmond O'Brien y Jan Sterling; y formó parte de la Guerra Fría cultural en tanto que fue financiada y patrocinada de forma encubierta por la CIA y el gobierno de los EE.UU., que buscaban crear un film de propaganda anticomunista, de acuerdo con Frances Stonor Saunders y su libro "La CIA y la guerra fría cultural".

Pese a este importante respaldo, la película -anunciada como una versión libre de la novela de Orwell ya desde sus créditos iniciales- fue un fracaso comercial y de crítica. Sin embargo, merece una revisión y un respeto. En primer lugar, por su director, que muchos años después rodó otra siniestra visión del futuro, "La fuga de Logan" (Logan's Run, 1976); en segundo lugar, por la calidad de las interpretaciones, empezando por la de Edmond O'Brien; y en tercer lugar, por un trabajo de dirección artística que hace que esta adaptación de la novela de Orwell sea mucho más "espectacular" que la versión televisiva de 1954 (véase), la cual es tan pobre en cuanto a decorados y puesta en escena que se apoya básicamente en las interpretaciones y los diálogos de los actores. Michael Redgrave va vestido como un jerarca nazi. Donald Pleasence, que aparece también en la abstracta versión del 54, da a su personaje (distinto del que encarnaba en la previa versión televisiva) un tono si cabe aún más marciano.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Pedro Triguero_Lizana
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6 de mayo de 2018
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Realmente terrorífico mundo el que concibió George Orwell, controlado todo por El Gran Hermano erigido como un Dios omnipotente y omnisciente, y su sistema, donde existen la Policía del Pensamiento en un Estado vigilante que tiene por lemas: "Guerra es Paz, Libertad es Esclavitud, Ignorancia es Fuerza" y esta regido por varios Ministerios. Aceptable adaptación del libro de Orwell, pero aún se queda corta. Las consecuencias de no ir de acuerdo al sistema son terribles. Una película que te sacudirá, ¿qué pasaría si fuera la vida así? ¿Y qué tal si ya estamos cerca?
Sergio Olmos
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