La voz de su amo

En el año más sanguinario (1980) de la banda terrorista ETA se suceden los hechos, ficticios eso sí, de ésta historia. Aunque bien interpretada por todo el reparto, especialmente destacables Eduard Fernández y Silvia Abascal, el guión no parece lo suficientemente consistente como para girar hacia el thriller policiaco, se queda un poco a mitad de camino.
La dulzura morbosa y encantadora que desprende Silvia Abascal es como para que uno pierda la cabeza por una cría que encima es la hija del jefe.
Rodada casi en su totalidad en el País Vasco, con escenarios muy bucólicos pero que encierran odio y rechazo en algunos casos, en otros miedo y en algunos simplemente indiferencia.
Es valiente no obstante por retratar un tema con un trasfondo tan controvertido en una España que ojalá algún día pueda dejar atrás todas esas miserias para siempre.

Película con buenas actuaciones, buena fotografía y buena banda sonora, ahora bien el argumento es para echarse a llorar, trama lenta y un tanto confusa que no sabes donde quiere ir a parar y cuando para te quedas igual, ambientada en el País Vasco en pleno apogeo Etarra, pero podría haber sido ambientada en la Comunidad Murciana o en Tenerife, ya que la historia contada no tiene nada que ver ni con ETA ni con el País Vasco ni con la Comunidad Murciana. Para finalizar con este cuento de Hadas la película trata muy ambiguamente temas que estan a estas alturas muy claros, confundiendo los buenos de los malos por la mera actuación de un sujeto.

Película negra de género en el difícil y muy realista marco del asfixiante ambiente político de el País Vasco en los años de plomo. Y Emilio Martínez Lázaro, director más destacable por comedias ingeniosas y encantadoras tipo "Amo tu cama rica" o "Los peores años de tu vida", sale airoso con una cinta con una progresión magnífica y unos personajes principales redondos, incluyendo a una chica/mujer fatal no muy comparable a las clásicas (Silvia Abascal, excelente) relacionándose con una increíble química con el sobresaliente personaje protagonista (callejero a la vez que muy frágil) que interpreta con la maestría que suele Eduard Fernández, quien, con casi emocionante credibilidad, consigue dar el tono y el punto de vista a la narración de la turbia historia. Película injustamente olvidada.

Quizás un poco ambigüa en su dirección, quizás un poco lenta, oportunista por el rollo de ETA en medio, este director es que es así, pero tiene muy buenas interpretaciones, también buena fotografía y esto salva a la película.

*Por cierto que obsesión la de este hombre con las camas ¿no?.