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La voz de su amo

Thriller. Drama Bilbao, año 1980. En un ambiente dominado por la corrupción y el terrorismo, Charli, un treintañero taciturno, trabaja como chófer y hombre de confianza del señor Oliveira, un empresario de origen portugués que se dedica a negocios poco claros. Alarmado por una serie de amenazas y atentados, Oliveira decide confiar a Charli la protección de su hija Marta. A partir de ese momento, todo se complica: surge inesperadamente el amor, la ... [+]
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
3 de marzo de 2007
15 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una buena película de un Martínez Lázaro alejado de sus registros habituales, pero aquí bien ubicado en el thriller; un thriller que rezuma buena parte de cine negro, dónde la corrupción y la extorsión son parte esencial de la trama, dónde la banda ETA supone la cuadratura del círculo.
Fernández carga con suficiencia con el mayor peso de la película, bien secundado por una Silvia Abascal en plan Lolita fatalista y por un Imanol Arias bien contundente. Un notable cambio de registro de su director.
kafka
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13 de octubre de 2012
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas veces y casi siempre de forma nefasta, el cine español ha tratado el tema de ETA y sus consecuencias. En "La voz de su amo", la banda terrorista es una mera excusa para retratar un relato de corrupción, mentiras, amores prohibidos, engaños... en definitiva un thriller menor y un tanto confuso.

Sinceramente creo que el guión daba para más. El comienzo es prometedor pero a medida que avanza la película, en un intento de mantener la incertidumbre del espectador para que no sepa quién son los "buenos" y quién los "malos" se acaba enrevesando de tal forma la trama, que es difícil seguirla de una forma casi lógica.

Con todo la cinta mantiene el interés aunque éste parece una montaña rusa, con continuos giros.

Eduard Fernández y Sivia Abascal son lo mejor de la película, apoyados con secundarios de lujo como J. de Almeida o un Imanol Arias con una breve pero acertada aparición como comisario corrupto.

Impresionante la fotografía y la ambientación de una época (1980), muy lograda. Sin ser nada del otro mundo, merece la pena el visionado como sucedáneo de thriller, pero aquellos que esperen una disección del problema vasco y de las implicaciones o motivos del terrorismo etarra que se abstengan. Como ya dije al principio la aparición breve de los etarras es una mera excusa para confundir más la trama. Pienso que este recurso está muy poco aprovechado y al cual se le podía haber sacado más jugo.
Phernando
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12 de octubre de 2008
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con el trasfondo del terrorismo de ETA como mera excusa narrativa, Mártinez-Lázaro se adentra en el campo del cine negro, al amparo de un guión algo descabellado que el buen hacer de los actores se encarga de sacar adelante, especialmente el siempre solvente Fernández, sobre cuyos hombros descansa gran parte de la película. Oscura, enrevesada, la trama sólo se atreve a penetrar tangencialmente en el mundo etarra, desviándose hacia vericuetos menos problemáticos y más típicos del género; una excelente ambientación y una fotografía muy lograda son lo más destacable, interpretaciones aparte, de una interesante cinta que se pierde tanto en sus sorprendentes giros de guión que termina por cansar. Pese a ello, merece un visionado atento.
Fali
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13 de julio de 2012
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La trama es confusa. No siempre sabemos hacia dónde nos quiere conducir el director, que intenta un retrato de Euskadi en los años más duros de ETA, mezclado con una historia de corrupción y mafia, se enmaraña y no acaba de desatar los nudos. Eduard Fernández es un pobre desgraciado, corto de entendederas, que bebe los vientos por su jefe (de Almeida), un tipejo impresentable, al tiempo que es follado por la hija de éste, una Silvia Abascal que está de toma pan y moja, y que no se ha prodigado tanto como uno desearía (dejando aparte el desafortunado ictus). Imanol borda su papel de comisario de policía, pero insisto, el guión no se decide ni por el relato criminal ni por la crónica social, de modo que su interés se va apagando poco a poco. Una pena.
Eduardo
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18 de mayo de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Años de plomo en el País Vasco hubo dos en especial: 1978 y 1980. Es en este último donde se ambienta, fallidamente a mi juicio, esta historia que hace aguas por muchos lados.

En primer lugar el guión, verdadera clave del asunto. Una serie de idas y venidas, mezclas de situaciones, secuencias brevísimas unidas unas a otras —algunas verdaderamente metidas con calzador— que al final acaban terminando en un enredo importante.

Luego las actuaciones: con la excepción de Joseba Apaolaza, Joaquim de Almeida y de Ana Otero, en general los actores y actrices no están bien (¿cuestión del guión o de la dirección? pues al 50 %, creo): así, mi admirado por otros filmes Eduard Fernández literalmente a veces no sabe por dónde tirar; Silvia Abascal actúa aquí mal; Imanol Arias con su ridícula pose llegando a los sitios fumándose un puro —imagen que le queda como a un Cristo dos pistolas—; algunos de los actores que interpretan a policías o bien a etarras tampoco son precisamente modelos de actuación; etc etc

Por otro lado, no acabo de entender cómo se elogia por algunos la ambientación ochentera: así, por ejemplo, para los coches zetas de la Policía Nacional se percibe que el equipo se limitó a coger Seat-131 familiares, los pintó de blanco, y anotó en las puertas en mayúsculas la palabra "Policía"... aunque con un estilo de letra distinto del que tenían en realidad (francamente, no creo que fuera tan difícil acertar); luego, aparece una y otra vez la misma pareja de guardias civiles (!) entrando y saliendo en escenas y momentos diferentes con fusil al hombro (!!) e incluso con capa (!!!) que no era la imagen que gastaba el instituto armado ya en los 80 sino algunos años antes; los vehículos de DYA (asociación de ayuda en carretera, que acudía a los lugares de atentados) están con la rotulación en lengua vasca cuando en esa época en concreto aún no la lucían...

Cierto que hay en este filme cosas salvables: los títulos de crédito iniciales, las actuaciones de los personajes muy secundarios... Pero son más los defectos de todo tipo: desde el saludo que gasta uno de los dos policías nacionales que custodian la casa donde vive Silvia Abascal [con una mano saluda, y la otra en los testículos (¿?)], hasta el papel del etarra barbudo casi de caricatura que aparece (el del coche blanco); pasando por asuntos como lo que acontece con el contenido de la maleta.

Por cierto, que en los títulos de crédito finales se agradece la colaboración de la periodista Sol Alameda y de Agustín Díaz Yanes en la producción . Y yo cuando leo eso no dejo de pensar cómo habría quedado esta película al final sin los consejos de Tano... si es que los llegaron a aplicar.

Floja película, en definitiva.
esteve
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