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El placer de estar contigo

Drama. Romance Nelly, una mujer que acaba de divorciarse, conoce casualmente al señor Arnaud, un magistrado retirado cuya mujer vive en Ginebra con otro hombre y cuyos hijos apenas le hablan. Arnaud le ofrece a Nelly un trabajo: mecanografiar el manuscrito de la novela que ha escrito. La relación laboral resultará enriquecedora para ambos. (FILMAFFINITY)
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Críticas 13
Críticas ordenadas por utilidad
3 de junio de 2019
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una obra sencilla y personal sobre dos personajes que poco a poco, llegan a conocerse bien, a compartir su rutina y a sentir algo el uno por el otro. Realizada de forma clásica, muestra con delicadeza una historia intimista, realista y emotiva.
Nelly conoce al Sr. Arnaud a través de Jacqueline, una amiga en común. Se encuentra en una situación que desea cambiar, endeudada, con trabajos de poca monta y una relación de 5 años en la que ya no siente lo mismo que antes.
El Sr. Arnaud, un juez y empresario retirado, la ayuda con su deuda y le ofrece un trabajo ayudándole con un libro de memorias.

Ambos son inteligentes y sinceros, y poco a poco establecen una conexión y un gran aprecio mutuo, su complicidad crece y también la importancia de los silencios y las miradas. El film transcurre de forma muy agradable, deteniéndose en los pequeños detalles y con un ritmo que respira y deja que los personajes lo hagan.

Llegan a conocerse muy bien y compartir sus pensamientos y su lado más oscuro, aunque ambos sean complejos y no acostumbren a poner las cosas fáciles. A través del día a día su vínculo se hace vital para ellos, todos esos fragmentos entre lo cotidiano acaban mostrando un momento de cambio en sus vidas trascendental, sin embargo, el amor es caprichoso y no siempre suficiente para que encaje en la vida de forma perfecta, y en este caso el obstáculo de una considerable diferencia de edad entre ambos lo impide, dejando esos sentimientos como un amor platónico inmerso en una sensación de desencanto y soledad, que siempre recordarán.
mimoca
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16 de noviembre de 2022
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
(Aviso, en esta parte superior de la crítica he expuesto o tratado de explicar algunos hechos que podrían incurrir en el temido spoiler por falta de espacio más bajo, perdonen las molestias)
Aburrirse es humillante.
Cómo son estos franceses la leche. Nadie podría contar esta historia tal que así. Este amor otoñal invernal inmortal monumental abrumador e indestructible, devastador y terrible, castrador e insoportable en el que apenas se tocan y casi que se alientan (alienta él, el pobre) a que se líen con los otros y sin decir prácticamente sobre todo ello ni media palabra, lo mismo, pero en menor grado que las familias y amistades de ambos revoloteando alrededor de ellos y siendo más o menos conscientes del intrincado en cuestión asunto, pero sin decir ídem ni mu, la callada por comentario o respuesta, ni el tato, y especialmente la familia de él que podría ver en peligro el capital o patrimonio del abuelo, tanto ganso dinero de piedra a tiro.
Elegancia, austeridad, sobriedad, educación, finura, discreción, suave pedantería, sequedad, ínfulas.
En otros casos esto hubiera sido prostitución descarada poco encubierta (como ella apunta a las risas en la cena cuando los demás sobre ellos cotillean cuchichean), aquí es trasvase intelectual nada menos, díctame tu texto, querido venerable maestro, de tu letra y puño, que yo lo copio, cada letra, juego de ajedrez emocional, alta política amorosa, diplomacia espiritual corpórea.
Con otra mirada hubiese surgido/aparecido el humor y el esperpento que atañe indudablemente, en nuestra tradición hay millones de ejemplos desde Cervantes hasta cualquier juntaletras que se poco precie, a toda relación entre viejo pellejo con dinero y joven chica más bien pobre pero hermosota manzana fresca, aquí es pudor y sabiduría, comprensión y contención, delicadeza, prudencia, cautela, paciencia y, como mucho, se supone, suspiros en la medianoche que el alma de la ciudad con un leve de conmiseración quejido asume, se traga tranquilamente, que el viento se los lleve.
De otro modo, hubiera habido grandes escenas, espuma por la boca, celos de Otelo, tragedia, abominación, espanto, algo chabacano/grosero, horror, nada en esta ocasión, suavidad, solera, silencios, dejarlo estar, dejarlo pasar.
Ella es cortante, precisa, concisa, puritana rayando en la intolerancia le dice él con cierto humor, parca, ascética en la forma, hasta brutal en su obstinada mudez casi constante, adusta, implacable, intachable, amurallada fortaleza inexpugnable.
Él es más cambiante y colérico y activo en el juego, más humano e imperfecto, pero igual de cauteloso y distanciado en los modos.
La paradoja es que él maneja las reglas del juego, él las crea y modela y plantea y es ella la que siempre saca lleva en verdad la ventaja, la que gana, el cazador es inevitablemente cazado en su propia parva trampa, en su impotencia irresoluble.
No tocarse. Material con alto peligro de explosión, demasiado voltaje.
Él la compra para tenerla cerca con la excusa del libro que mucho a él, como reconoce, realmente no le interesa una mierda. Y ella se deja. Pero él sabe que no puede ser, que sería de muy mal gusto intentar forzar la situación, plantear claramente el meollo del asunto, bajar el telón descubrir el juego, perder las más exquisitas formas, echarse al barro, ser directo, pelear por lo (que querría y ha pagado como tal) suyo, por el objeto (humano) que le ha salido tan caro al buen gran señor poderoso venido a menos será por dinero por la vida derrotado y ya bastante solo y acabado, de esa forma ella se rebajaría si aceptara y sería igualmente violento si tuviera que negarse en redondo, como de hecho le pasa con el de su edad en esa tensa cena en la que ella no acepta comprometerse. La diferencia de edad es, como ya dijimos, la gran traba entre ellos, insalvable, demasiado grande, impenetrable, abismal, un obstáculo insoslayable. Ella apenas inicia la vida y él ya casi la cierra o termina. Nada que hacer.
Pero él mientras tanto de sus cenizas parece que renace, se anima, se agita, sufre, se duele, algo, por fin, tras tanto tiempo de anemia asepsia afectiva, le pasa, aunque sea más bien malo o incompleto. A ella también le sirve el enredo para abrirse puertas, quitarse telarañas, tomar impulso para mejorar/cambiar su vida y eliminar lastre, parásitos (el mantenido marido tan por ejemplo).
Al final la familia de él intercede (en ese sentido es muy gracioso el comentario que hace la esposa o exesposa que se lo lleva de viaje cuando comenta que su hija ya le había hablado de la belleza de la escribana, nada más que añadir, a buen entendedor...) sutilmente por miedo a que ella se lo lleve (crudo) y a él eso le sirve para liberarse del tormento de ese esclavo deseo sin solución ni premio ni remedio, agonía sin recompensa, donde además pone el dinero y casi la cama (para el otro), tan frustrado, ese ajetreo pasivo agresivo al que ella le somete más o menos cruel inconscientemente, con esa corrección perfecta que se acerca peligrosamente al más pérfido sadismo (la noche en la que ella se queda a dormir, recuerda lejana familiar graciosamente a las calenturiento cómicas perversiones del Buñuel de Viridiana, es en ese aspecto evidente si además le sumamos el masoquismo doliente del pobre anciano, ese toma y daca siniestro tan civilizado indirecto claro).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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20 de abril de 2022
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al menos un cuarto de siglo atrás, el director Claude Sautet, había presenciado una escena en un café que quedó grabada en su mente: Un anciano que se hallaba con una mujer mucho más joven que él, le extendía un cheque que daba pie para pensar cosas maliciosas de este tipo: “Ella es una prostituta y él le está pagando por lo que hicieron antes”. “Le está haciendo un préstamo que luego buscará cobrárselo en especie”… o “le está pagando el salario que cualquier proxeneta le pagaría a su explotada”.

En 1994, cuando éste recuerdo volvió a su mente, Sautet pensó que era una idea perfecta para un guion, pero se le ocurrió entonces un motivo mucho más sano para justificar el cheque que el anciano le extiende a la joven: “Se enteró que ella tiene una deuda de alquiler, y como tiene mucho dinero, pagársela es para él solo un gesto de generosidad”.

Así comienza esta relación, que pronto se convertirá en una historia de especial amistad entre, un juez retirado dedicado a escribir y la mecanógrafa que toma sus dictados y lo ayuda a corregir. La manera como avanza esta relación es lo que hace de ésta historia un cuento muy especial, pues, cada personaje tiene muy fuertes sentimientos y necesidades afectivas que reclaman compañía. El señor Arnaud, es un hombre separado hace más de 20 años. Su exesposa vive en Ginebra, Suiza, con su nueva pareja, y sus dos hijos se mantienen bastante alejados. Por su parte, Nelly sufre también una crisis matrimonial y está a punto de separarse… así que, ambos, son un par de solitarios necesitados de alguien a quien darse.

La reserva con la que cada uno actúa: Arnaud para comunicar lo que siente y Nelly para comunicar lo que vive, hacen muy llamativa esta relación donde dos almas se encuentran de manera íntima y muy profundamente… pero cada una siente que hay barreras difíciles de traspasar por la marcada diferencia de edades.

El guion escrito por, Claude Sautet, Jacques Fieschi e Yves Ulmann, apunta a esas crisis de la tercera edad donde caben los vacíos existenciales; la sensación de frustración por lo hasta ahora logrado; y especialmente, el deseo incontenible de dar lo que nunca se ha dado, guardando la esperanza de poder redimirse. En el caso de Nelly, es la suerte de mujer, lúcida y aterrizada, cuyo más alto propósito es sentirse dueña de su vida y en cada relación hace algo por lograrlo. Lo que los une es el deseo de encontrar, de proyectarse… y de sentir que son alguien en un mundo que ante todo reclama SER.

Michel Serrault (evidente alter ego de Claude Sautet) y Emmanuelle Béart (la suerte de mujer que enamora con todo su ser), magníficos en sus interpretaciones, pues, consiguen brindarnos valiosa información con cada mirada, cada gesto y con cada palabra, aunque digan lo contrario de lo que piensan. Diría que su comunicación surge del alma y, en buena manera, uno logra sentir que está en aquel espacio donde hasta los objetos cobran cierto sentido, pues, los libros que van desapareciendo de los estantes son esa forma de vacío que el conocimiento nunca logró llenar.

Hasta ese gesto, en el aeropuerto, resulta tan elocuente que, el director ya siente que puede dejar en nuestras manos las decisiones que siguen.

<<NELLY Y EL SR. ARNAUD>>, es una película impecable.

Título para Latinoamérica: EL PLACER DE ESTAR CONTIGO
Luis Guillermo Cardona
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3 de diciembre de 2023
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Dónde está la delicadeza?. ¿Por qué las críticas la tachan de sutil, de delicada, de romántica y embriagadora y un montón de lindezas parecidas más?.
A lo mejor es que yo soy un bruto ignorante, un paleto de sensibilidad atrofiada y muy dado a desconfiar de los vericuetos burgueses que se sirven de palabras escuetas, elegantes y cadenciosas, con largos silencios entre ellas y regadas con vinos añejos para subrayar su importancia, pero, en mi pueblo, de toda la vida, a esto se le ha llamado "compra venta de favores". No importa lo que se vende ni se compra, los regalos podemos denominarlos de muchas maneras y las contrapartidas pueden ser muy variadas. ¿Por qué será que este tipo de relaciones de edad tan dispar nunca se dan entre la clase obrera pero sí abunda entre la gente bien?.
La cuenta corriente marca la diferencia.

Como que es muy sutil que un abuelo, muy elegante eso sí, que le es presentado a la señorita en una cafetería, no tarde ni cinco minutos en averiguar que la chica está pelada, tiene deudas y se ofrezca de inmediato a saldarlas, "desinteresadamente" por supuesto, sólo porque sí, porque es muy majo y todo eso.
La chavala se niega a aceptar el dinero, muy educadamente, es decir, no le mete una galleta porque es muy fina, tanto, que al día siguiente o a los dos días ya ha cambiado de opinión y acepta un cheque.
Pero, !no hombre no, no penséis mal!. !Que el tipo es un filántropo y ella toda una señora!
Este comienzo de relación se reviste de inmediato de transacción laboral cuando al tipo se le ocurre que la chica bien podría trabajar para él en su casa pasando al ordenador el texto de una novela que estaba escribiendo y que, en realidad, le importa un pimiento acabar o no.
Pero sus intenciones son honorables tal y como no deja de aclarar una y otra vez, de una manera muy poco sutil, para que al público mal pensado como yo, no le entren dudas.
¿Y ella?. Acepta el empleo, naturalmente. Con poner cara de ángel y mostrarse reservada, es suficiente para salvaguardar su dignidad dejando que el amor platónico (el de él, por supuesto, el de ella no se muestra tan claro) fluya sin obstáculos. Ella, simplemente, se deja querer, escucha sus cuitas y, de vez en cuando, pocas veces, contribuye al monólogo.
¿El resto de la peli?.
Bueno pues vamos a darle cierta vida privada a la señorita en forma de nueva relación con un joven editor, mientras se divorcia del vago de su marido, sólo para que el público también nos hagamos una idea de que lo que hay entre el abuelo y ella es algo nacido desde la admiración mutua y el respeto.
Una película sosa, plomiza y que se quiere revestir de romántica cuando no lo es.
Vuelvo a decir lo que he señalado más arriba. Cuando vea una relación de este tipo no contaminada por la abultada cuenta bancaria de nadie, es posible que pueda llegar a creer que el amor pueda darse. Hasta entonces yo no me la creo y por lo tanto, no me conmueve en absoluto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Izeta
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10 de septiembre de 2006
12 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las interpretaciones son enormes, un sentido del humor comedido convive con el drama, pero la elegante y madura delicadeza de Sautet no consigue levantar los excesivos momentos tediosos en este su último trabajo antes de morir.
Se puede recomendar para ver una tarda de invierno en la que se tengan ganas de nostalgia, pero sería aún mejor alquilarse "Un corazón en invierno", que a mí me parece la mejor obra del director, también triste pero con mucho más nervio.
jastarloa
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