Hijo mío, hijo mío, ¿qué has hecho?

Inclasificable película dirigida y escrita por Werner Herzog (“Aguirre, la cólera de Dios”, 1972) en colaboración con Herbert Golder, y producida por David Lynch, hecho que garantiza que nos encontramos ante un producto diferente, arriesgado, excéntrico, controvertido y especial, pues el flamante director/productor de “Twin Peaks” (1990) o “Inland Empire” (2007), pocas veces se atreve a respaldar un producto que no lleve el aroma de su sello personal. Apenas dos días después del estreno de “Teniente corrupto” (2009) en el Festival de Venecia, Herzog presentaba su segundo largometraje del año en el mismo evento: “My son, my son, what have ye done”, un atípico y místico relato inspirado en hechos reales sobre el atrincheramiento de un hombre en una casa, después de confirmarse que es el sospechoso de un asesinato en los alrededores de un pueblo cercano a la frontera mexicana.

La historia comienza enfocada desde la perspectiva de dos detectives de homicidios, Hank Havenhurst (Willem Dafoe) y Vargas (Michael Peña), quienes deberán negociar con el asesino, Brad McCullum (Michael Shannon), ante las puertas del domicilio en el que se resguarda el criminal, asegurando tener dos rehenes consigo. Así pues, el agente Hank, en su papel de negociador, deberá estudiar la psicología del sospechoso, hablando además de con el susodicho, con su novia Ingrid (Chloë Sevigny) y con Lee Meyers (Udo Kier), el director de una obra de teatro en la que intervenía como protagonista. El argumento se desarrolla alternando toda una serie de “flashbacks” que retratan las circunstancias que llevaron a Brad McCullum a sufrir un drástico cambio de personalidad, y cómo vivía totalmente controlado por su madre, con el ambiente vivido en el exterior de la casa, rodeada por varias patrullas de policía que esperan la llegada de un equipo SWAT.

La cinta está compuesta por un negrísimo humor que satiriza la radical filosofía de su atormentado y enmadrado personaje principal, envuelto por una locura que le lleva, continuamente, a mostrar lo contradictorio de sus tesis religiosas: cree ser musulmán, mientras se fascina con una canción de música gospel y pide a sus negociadores pizza de chorizo para comer. No quedan claras las intenciones de Herzog en este trabajo, en el que se busca desarrollar una historia aparentemente convencional desde una perspectiva distinta, muy original, con un ambiente gustosamente extraño y con algunas escenas incluidas en el metraje que, si bien se disfrutan por su rareza, resultan absurdas y sin ningún tipo de sentido. Recuerda, en pequeña medida, a la otra cinta que Herzog rodó ese mismo año, el remake (o mejor dicho, versión alternativa) “Teniente corrupto”, película con la que no sólo comparte una fría y seca fotografía, sino también lo disparatado de algunos de sus minutos: algo que, precisamente, define el estilo propio del experimentado realizador alemán.

(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)

Herzog sabe rodar, nadie lo pone en duda. Pero ¿para qué?

Herzog ha estado ya al servicio de la locura, la ha retratado en numerosas ocasiones (Aguirre, Fitzcarraldo e incluso Grizzly Man). La locura o los personajes excepcionales, llámese como quiera.

En estas películas siempre se consigue una atmósfera malsana. En esta, apenas.

Una historia apenas esbozada. Un hombre que tras su vuelta del Perú parece otro. Un hombre enloquecido, tiene un par de rehenes en su casa. ¿Cómo hemos llegado a aquí?

Pues el espectador llegará allí a través de anécdotas que rozan lo irrelevante en lugar de lo bizarro. Aporta bastante Grace Zabriskie, el toque Lynch, pues fue la sumamente inquietante mujer que aparece al principio de INLAND EMPIRE y le pronostica a Laura Dern una película.

El protagonista y Dafoe, correctos. Dafoe no tiene ni de dónde sacar pero va tirando.

Toda una historia irrelevante, exasperante en muchos casos (escenas de pedantería teatral insoportablemente largas) acompañada de una bella fotografía, un uso del color memorable (¡atención a la casa del protagonista!) y unos movimientos de cámara interesantes, como en la escena en la que se sigue a la lata.

La elección musical es sumamente irritante. No sé si es lo que se pretende, pero en muchos casos Herzongianos, dada la paz y la lentitud caótica que destilan sus films, se entra en una especie de trance. La música imposibilita el entrar en cualquier estado que no sea el de la impaciencia. No acompaña, no tiene armonía alguna.

Un bonito papel que envuelve muy poca cosa. Herzog deshinchado. Lynch poco presente. Decepcionante, como seguidor de ambos. Para extremos incondicionales y fanáticos de la forma.

Supongo que hay distintos modos de ver una película; y esto tiene mucho que ver con las expectativas, no sólo en cuanto a la calidad, también en cuanto al tipo de historia.

"My son, my son, what have ye done" puede ser una comedia. O no serlo en absoluto. Puede ser un retrato psicológico de un loco homicida donde su alcurnia lo es también del mundo que le rodea, pero desde luego no es una historia al uso donde ocurre algo y la atención se capta gracias a esa intriga, el "¿qué va a ocurrir?". Por eso me sorprenden algunas de las críticas que ha recibido. Es decir, no se puede valorar "2001" como el que valora "La Roca", "Desmadre a la Americana" como "Senderos de Gloria"; pienso.

En realidad, "My son" es una historia muy sencilla que habrá quien diga se estira a dolor, y por ende que piense que es una mala película, y quien considere que esto es necesario para el retrato de un chaveta. Y quien simplemente se deje llevar por el juego metacinematográfico, pues parte de su humor creo reside en el voluntario desprecio a la estructura y lógica tradicional del cine.

Y pese a que es una locura, a mi me resultó casi dolorosamente verosímil, quizá precisamente porque en la vida real pocas cosas tienen sentido. Que alguien pruebe a grabarse a sí mismo manteniendo una conversación; cuando la revise notará que la conversación no tiene sentido. Lo mismo pasa con testimonios recogidos en cualquier telediario. Por eso creo Herzog lo cubre todo de estética y tono documental. Casi se centra en todo aquello que se desecharía a la hora de hacer una peli, lo vanal e intrascendente, lo cotidiano y ridículo como eje de todo.

No me gusta en exceso las locuras de Lynch (productor de la cinta), pero esta de Herzog simplemente me ha encantado.

Ni el interesante elenco encabezado por el gran Michael Shannon (especializado en retratar a perturbados mentales) logra hacer que el filme funcione. La historia es sencilla, y no va con rodeos, sin embargo su misma practicidad, la falta de giros argumentales o sucesos impactantes de un thriller, hace que termines preguntando ¿era todo? ¿no va a pasar nada más?

Excelente banda sonora, gran fotografía, delicioso ritmo, lo que la hace una pelí indie para disfrutar sin demasiadas pretensiones. Eso sí, quedo con la sensación de que algunos personajes secundarios pudieron aportar más. La novia del trastornado (interpretada por Chloe Sevigny) es un títere del destino, no hay fuerza en sus acciones, es un espectro, no convence. Mención especial para el enigmático y siempre interesante Udo Kier.

Si hay que definir con una palabra esta película, sin duda alguna sería con el vocablo: Extraña. My Son, My Son, What Have Ye Done tiene como protagonistas a dos grandes actores, por un lado está el detective Havenhurst (Willem Dafoe) que es citado a un lujoso barrio de San Diego debido a un crimen, que precisamente se sospecha cometió Brad Macallam (Michael Shannon), el otro intérprete.

La película se desarrolla con Havenhurst intentando dilucidar qué pasó con Macallam y porqué cometió dicho crimen, mientras este se encuentra atrincherado en una de las casas cercanas, se supone que con un par de rehenes. De esta forma, indagando a su prometida y un amigo, se va dando cuenta de cómo la mente de Brad comenzaba a enturbiarse desde tiempo atrás.

Los elementos que llegaron a desestabilizarlo son tres: un viaje a Perú (no es de extrañar en la filmografía de Herzog), una obra teatral en la que estaba participando, y finalmente, la relación con su madre. Estos son los ingredientes que al mezclar forjaron un comportamiento más que extraño en el protagonista que degenerará en un suceso lamentable.

El filme tiene un buen grado de intriga, lo absurdo es una constante a lo largo del metraje, la actuación de Grace Zabrikie como la madre de Brad se complementa a la perfección con esto, además de ese extraño pensar que le acontece al protagonista tras su viaje a Perú y distintos comportamientos suyos que se van develando.

Mientras Havenhurst indaga y se desespera por hacer su trabajo a la perfección, cuesta tomarse en serio todo lo acontecido, la seriedad con la que lo intenta hacer no se ajusta al tono de la película, la cual no se toma en serio.

Pero esto es precisamente lo bueno que consigue el director, porque esa extrañeza mencionada al inicio de este texto, se traslada a la perfección al ambiente alrededor de los personajes y la historia contada, he ahí lo valioso del enfermizo y abrumador relato. Ahora, importante mencionar que la película está producida por David Lynch, así que lo que no es extraño es entender por qué el tono de este largometraje.

Una gran rareza.