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Todo comienza hoy

Drama Daniel Lefebvre es el director de la escuela infantil de un barrio marginal de un pueblo minero del norte de Francia, en el que el 30% de la población está en paro a causa de la crisis de la minería. Un día, la madre de una alumna llega borracha a la escuela, sufre un colapso y deja allí a su bebé y a su hija de cinco años. El director solicita entonces la ayuda de los vecinos, pero lo único que conseguirá es que su labor docente sea cuestionada. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 56
Críticas ordenadas por utilidad
3 de julio de 2008
20 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ni una sola frivolidad. Ni un solo meandro en el curso de la narración. La historia fluye con tanta fuerza, es tan urgente lo que nos cuenta, que no hay tiempo para distraer con tramposos artificios.

La película se realizó pensando en los niños, no cabe duda, pero va dirigida a los adultos y a todo aquel que pretenda serlo algún día. Y lo hace con un estilo crítico, muy próximo al documental, pero cimentado a partir de un delicado lirismo que aporta cohesión al conjunto y que nos sitúa en el eterno camino de la utopía, desde donde algunos desearemos estrechar la mano del personaje.

Tavernier no sólo pretende reflejar la cruda realidad, se propone ser una fuente de inspiración para combatirla. Y lo consigue. Nos enseña que las buenas intenciones deben atravesar a menudo los gélidos desiertos de desilusión que pueblan las sociedades occidentales y que suponen un muro infranqueable para muchos. Nos descubre que el infeliz es incapaz de hacer felices a otros, que la desdicha también es contagiosa. Pero nos proporciona un modelo para la esperanza, para plantarle cara a esta plaga: este profesor entregado a la infancia, por la que siempre merecerá la pena vivir, o como en este caso, luchar fervientemente.

Daniel, nuestro working class hero, debe ser más testarudo que la miserable realidad que acecha a los vecinos de este barrio marginal. Una realidad empecinada en inmiscuirse en el universo imaginario de sus jóvenes alumnos. Muy pronto veremos como el espíritu irreverente de Daniel choca con el de sus acomodados colegas y por extensión con todos los estamentos públicos que le rodean. Para salvar a los niños se verá obligado a educar también a los padres de éstos, afectados por la desesperanza y el dolor. Un dolor que sufre él mismo por pertenecer a este mundo a veces tan despreciable.

Y es que el camino del idealista es largo, espinoso, surcado por colosales abismos de frustración y la película nos lo muestra con una honradez no apta para quien quiera pasar una dulce velada mirando para otro lado.

Tavernier apunta directamente a este sistema insensible e hipócrita en el que nos ha tocado vivir. Apunta contra el capitalismo, revelando algunas de sus repugnantes falacias y alzando la alfombra para dejar ver parte de la basura que allí se acumula. Pero lo hace dosificando el discurso, sin descuidar a sus niños, invitándonos a compartir un luminoso refugio, la inocencia.

El título es muy sugerente, pero no debe llevarnos a equívoco. Hoy es el primer día del resto de nuestra vida, bien por nosotros. Eso sí, para esas gentes no es una forma de hablar, porque hoy... Hoy todo vuelve a empezar.

Maravillosa.
Totó
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7 de noviembre de 2005
31 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí, hay atisbos de buen cine, pero el exceso de realismo la hace prosaica. Supongo que es una forma de entender el cine distinta a la mía, les gustará a aquellos que les guste el cine de crítica social o de descripción social. No niego que es importante que se llame la atención sobre ciertas cuestiones, pero considero que suelen salir películas poco atractivas, por no decir bastante aburridas.
Dr Strangelove
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6 de agosto de 2012
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una modesta escuela de Francia, enseña un maestro de los que no abundan. Se llama, Daniel Lefevbre, y aunque ha visto como los cacos desmantelan el plantel en tres ocasiones y siente cada día la incompetencia de la asistencia social del Estado -en la que el exceso de labores de las escasas empleadas en servicio no les permite satisfacer las demandas de las numerosas instituciones educativas-, él se mantiene firme frente a su compromiso de sacar adelante a tantísimos pequeños que cada día reclaman afecto y formación.

Daniel, es un hombre del común. Su pedagogía incluso le merece reparos “al gran jefe”, pero, tiene a su favor un gran corazón y un fervoroso empeño en la labor que desempeña. Habiendo sido víctima de una infancia difícil, quizás eso lo alienta a procurar que, los niños de hoy, tengan mejores oportunidades. Su presente podría decirse que es satisfactorio, no solo por su profesión donde los niños con sus sonrisas y su entusiasmo lo premian cada día, sino porque tiene a su lado a Valéria, una preciosa artista plástica que le brinda su apoyo y su especial afecto.

Pero cada día, en su labor como rector, Lefevbre asistirá a un nuevo drama familiar… a la visión de un niño maltratado... al encuentro de una bebé abandonada… a la ausencia de recursos para abrir nuevos espacios… y en medio de cada conflicto cotidiano, él hace habitualmente lo mejor que puede, y su excelente grupo de colaboradoras le ayuda con enorme voluntad a sobrellevar la carga.

Tengo un grato recuerdo del director, Bertrand Tavernier, pues, con varias de sus notables películas (“Le juge et l'assassin”, “L'Horloger de Saint-Paul” y otras que, en los 80's, conseguíamos en 16 mm, realizamos diversas proyecciones del Cine-club Itagüí que, por entonces, tuve el gusto de dirigir. El público las acogía muy bien, porque sus temáticas nos tocaban directamente ya que muchos habíamos sentido en carne propia, o muy de cerca, las improcedencias de la “justicia”.

<<HOY EMPIEZA TODO>>, me renueva en el reconocimiento de su notable talento y me complace saber que sigue dándole al cine obras tan meritorias como ésta. El guion, escrito por él mismo en compañía de su hija, Tiffany Tavernier, y de, Dominique Sampiero, es sociológico y humano hasta la médula, y da plena evidencia del enorme descuido en que se sigue teniendo a las escuelas en una gran parte del mundo... y una sociedad que descuide la educación de sus niños, está atentando contra su futuro.

Philippe Torreton, logra una carismática representación del rector-profesor contestatario e inconforme, a quien algunos de juicio fácil asumen como comunista, pero, bien sabe él que, en ciertos sistemas, todo el que defienda la dignidad y la justicia será tildado de alguna forma que lo estigmatice y lo ponga en riesgo. Maria Pitarresi, logra también dar vida a una adorable Valéria, cuyo compromiso con el hombre que ama trasciende su intenso romance y se proyecta hasta la labor educativa que ambos ejercen con denuedo.

Siento que, Bertrand Tavernier, ha puesto el dedo en la llaga y ha encendido una luz de esperanza.

Título para Latinoamérica: TODO COMIENZA HOY
Luis Guillermo Cardona
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14 de diciembre de 2007
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta vez casi no tengo palabras. A mi me agarró desde la primera escena y me tuvo al borde de la lágrima -y perjuro que no soy de lágrima fácil- en cada momento de la VIDA dura de estos hombres mujeres y niños de la Francia minera norteña. Los profesores vocacionales (al menos existen, parece, en otro país) supuran realismo, y qué decir de unos alumnos tiernos aún para la vida que les espera. Todo ello rodado con verdad y sin sentimentalismos por el maestro Tavernier. Entiendo perfectamente las notas que se han puesto en general y los premios que recibió en su día.
Lo mejor: Todo.
Lo peor: Que es verdad lo que ocurre.
Feldon
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4 de diciembre de 2015
20 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es duro para mí hacer una crítica negativa de una película con el trasfondo social de esta y con las buenísimas intenciones que ni siquiera intenta esconder. Pero es que no tengo más remedio. Tavernier, lo siento, no me convences. El profesor protagonista de tu película, con solo la mitad de conflictos en los que le metes, estaría más quemao que la pipa un indio.

Hubo un tiempo en el que yo también creía que todo lo malo podía resolverse fácil; era cuestión de educación, de implicación política, de buena voluntad y de gasto público... Pero esta peli data de 1999, todavía ni se olía la crisis brutal que ha asolado Europa, ni en Francia se vislumbraba el problema del yihadismo, hoy tan de triste actualidad. Y ya por entonces los servicios sociales, los educadores, las ONGs y hasta los políticos ponían todo su empeño en integrar a toda esa gente marginal en la sociedad.

Lo bueno o lo malo de la vida es que el tiempo es el juez supremo que quita y da la razón. Y de 1999 a nuestros días ha pasado el tiempo suficiente como para poder comprobar los resultados de todo aquel movimiento político y social integrador, lleno de optimismo y buena fe. Los pobres siguen siendo pobres, cada vez más pobres además, y encima ahora los que pertenecían a otras culturas se aferran al fundamentalismo más cutre y pretenden destruir las bases de las que les han pretendido dar cobijo y protección. Y para más inri, con un absurdo sentimiento de culpa colectivo que lo corroe todo: "Es responsabilidad nuestra, no hicimos todo lo que podíamos haber hecho por ellos". Y ahí estamos todos machacándonos con esa mierda.

Hay un escena buenísima en la película en la que alguien dice algo así como: "No paran de pedir cosas, subsidios, ayudas, todo... Y si les niegas algo porque ya no se puede más, es fácil, se pasan a la extrema derecha". Y es que es así, joder! Se pasan a la extrema derecha o a la yihad, según la condición de cada cual. Esa frase es totalmente demoledora y tristemente cierta.

Me da igual, podéis llamarme pesimista, derrotista, ceniza o facha, pero cada vez creo menos en este tipo de cine lleno de buena voluntad, al que no le niego una intencionalidad encomiable de revelar al mundo LA VERDAD. Pero es que la verdad NO está en la cara del personaje que interpreta Philippe Torreton, ese maestro bueno rebueno, que quiere resolver la vida de la gente, que se lleva a casa los problemas de sus niños, que se pelea con todo y con todos, que sufre por todo lo que vive y por todo lo que ve.

Si la historia se hubiera quedado en eso juro que no estaría haciendo esta crítica negativa. Pero no, Tavernier se empeña en montar un final del que obviamente no puedo hablar pero que apunta hacia la esperanza. Hay música, colores, fiesta... y hasta una petición de matrimonio, que se supone que es lo más de lo más en cuanto a culminación del amor. En definitiva, hay un mensaje de "todo tiene arreglo, vamos a sacar a estos muchachos de la vida de mierda que les espera".

Muy bien, 18 años después esto es lo que hay en La France: periferias cada vez más marginales, violencia a tope, extrema derecha en alza constante, extremismos religiosos, ataques terroristas en el centro de París, gente muerta de miedo, gente aterrorizada, gente dispuesta a todo a cambio de su seguridad, gente que no es capaz ni de hablar con el vecino de puro pánico.

Tavernier tenía muy buena intención, eso es indiscutible. Pero hoy por hoy su mensaje de esperanza y buen rollito universal suena tan extemporáneo como el reloj que dicen que aparece en “Ben Hur”. Suena casi a chiste. De esos niños de la película a lo mejor, y con suerte, saldrá un par de ellos de la miseria y conseguirán romper la barrera social pero todos los demás terminarán quemando contenedores, destrozando escuelas y poniéndose hasta el culo de estupefacientes varios, si no les da por la religión y terminan inmolándose en un supermercado, en un tren, en un campo de fútbol o en una discoteca. Y eso es lo que hay.
Talía666
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