Te amaré en silencio

Curiosa y más que aceptable película cuyo título desconocía (es del 86) y la cual he tenido el placer de visionar al encontrarmela al azar por la tele. El film maneja de manera correcta el lenguaje de signos y supone una verdadera reflexión sobre la importancia de las palabras y nos deja entrever como con constancia, perseverancia y esfuerzo todo se puede conseguir.
Hijos de un dios menor comienza de una forma al principio que no encaja muy bien con el relato posterior, por decirlo de alguna manera no parece de que nos encontremos con una buena película y sin embargo el film mejora por momentos conviertiéndose en los ultimos instantes en una muy buena película. Sin ninguna duda la película se asienta gracias a unas fenomenales interpretaciones del elenco que aunque corto logran conectar con el espectador gracias a unas interpretaciones desgarradoras. Para ello cuenta en su reparto con una sordomuda real, una arrolladora Marlee Martin. La peli podríamos decir que no se decanta por ningún género concreto pero quizás es el drama el que esté más presente, con escasos momentos para la comedia y con el romance como telón de fondo.
En un principio la historia es lineal (el guión no tira hacia ningún lado hasta bien avanzada la historia), sin embargo el director logra conectar con el público a pesar de contar con pocos personajes, exclusivamente son dos los protagonistas principales (la pareja) y algunos secundarios. En los últimos compases de la trama existen situaciones verdaderamente emotivas. Y además siempre es curioso observar como manejan el lenguaje de signos.
En definitiva nos topamos con una emotiva y agradable película dramática, que no para llorar, recomendable por contar con unas interpretaciones muy buenas y por hacernos reflexionar sobre la importancia que tiene la comunicación con otras personas, además de ser un romance interesante. En total he dudado entre otorgarle un 6 o 7, pero me decanto por un 7, porque en conjunto la peli me parecido aunque no una obra maestra si más cerca de esta que de la debacle total.

Nuevamente me encuentro ante una película de la que no puedo hacer una crítica limitada a aspectos cinematográficos.
En este caso, si cabe, va a ser más un deber hacerla. El pago ínfimo de una deuda.
Quizá no servirá, pero si alguien que la lee se queda con una mínima parte del mensaje, habrá merecido la pena.

Soy oyente y he tenido a los 34 años la inmensa suerte de conocer, en una mínima parte, la Comunidad Sorda. Acabo de terminar un curso de Lengua de Signos Española y me he dado de bruces contra un muro tremendo.
El muro que nos separa de personas con las que convivimos día a día pero que no vemos. Las personas sordas.

Podría extenderme durante horas y escribir sobre lo desconocida que nos es la Comunidad Sorda. Sería un ejercicio más de desahogo que de otra cosa me temo.
Por eso simplemente os dejaré el título de un libro, desde mi punto de vista fundamental, que todos los oyentes deberíamos leer, en cada colegio, en cada instituto, en cada casa. Es muy fácil de leer. Puede hacernos reir, quizá llorar, pero sobre todo, nos hace pensar (y, egoistamente darnos cuenta de cuán suaves pueden ser los problemas que nos cuesta tanto sobrellevar a veces).

"El Grito de la gaviota" de Emmanuelle Laborit.

Para terminar es mi obligación, las personas sordas que he conocido me han encargado transmitirlo y así lo hago , aclarar un detalle.
La palabra "sordomudos" es completamente incorrecta e hiriente.
Las personas sordas, son solo eso, sordas.
En muchas críticas he leído "sordomudos", incluso en la sinopsis. Eso ha de acabar con el granito de arena de cada uno.
Su lengua natural, a pesar de que durante años les hayan prohibido usarla y hoy en día no esté a la altura que merece en muchos aspectos, es la Lengua de Signos.
Pretender que hablen es una imposición de la sociedad oyente que les toma como "Hijos de un dios menor". Querer que lean los labios o pensar que todos los sordos leen los labios es otro error de los oyentes que no somos capaces de ver más allá de nuestro mundo sonoro.

Los amantes del melodrama sin duda disfrutarán con esta cinta que presenta algunas virtudes pero a la cual el tiempo ha castigado duramente. Quiero decir que, vista hoy, Hijos de un Dios Menor parece vieja y trasnochada. Lo que conmovía a las masas en los atribulados 80 nos deja indiferentes hoy y por eso este film resulta fallido visto con la perspectiva del tiempo. La historia de amor entre disminuidos físicos no pasa de ser un pastiche oportunista en busca de la lágrima fácil. Por eso es un tipo de film que ha dejado de hacerse a pesar de que tuvo auge en la década de los 80.

Muy buena película que reflexiona sobre la sociedad sordomuda;
Unas actuaciones maravillosas por parte de William Hurt, Piper Laurie y una grandiosa Marlee Matlin, que con su papel de una sordomuda alcanza la gloria.
En fin una buena película que gusta por sus peculiares actuaciones y excelente guión.

Las intenciones de la película son buenas. Nos solidarizamos con las personas con déficit auditivo y cómo podemos ser amigos y enamorarnos de una persona solamente por su personalidad e independientemente de otras características. También presenciamos la difícil adaptación de una persona a la hora de comunicarse con las personas cuando, debido a su sordera, nunca aprendió a hablar, y las frustraciones que se recibe debido a ello.

Las intenciones son buenas, pero siento que le falta algo para que impacte más, y sobre todo que no tenga un ritmo tan aburrido y lento. La historia de amor entre el profesor y la chica es maja, aunque tampoco demasiado brillante, aunque sí nos ayuda a reflexionar sobre la importancia de que la familia apoye a sus hijos con necesidades educativas y puedan favorecer su desarrollo e inclusión en la sociedad, incluyendo las relaciones sociales con otras personas y desarrollando todas sus facultades lo máximo posible. Podemos emplear esta película para analizar esto.

Con respecto a la parte técnica y artística, los dos actores han estado geniales, y fue una buena decisión la de la Paramount de escoger a una chica sorda de verdad, le da más realismo. Un 7.