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La leyenda de Barney Thomson

Comedia Barney Thompson es un torpe y tímido barbero que trabaja en una peluquería de Glasgow. Lleva una vida mediocre de soltero empedernido, se siente ninguneado en el trabajo y en casa, donde debe lidiar con una madre dominante. Su rutina sufre un cambio inesperado el día que su jefe le comunica que lo va a despedir por su incompetencia y por su mal talante con los clientes. Es entonces cuando un homicidio involuntario lo convierte en el ... [+]
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Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
24 de septiembre de 2016
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante, aunque fallido debut de Robert Carlyle en la dirección en el estilo de la comedia negra británica que goza de un buen arranque, buenos personajes y un buen final, pero al que le falta algo en su parte central donde apenas consigue atrapar al espectador. Quizás el problema sea que no puedes hacer girar la película alrededor de un personaje que pretende ser gris y aburrido metiéndolo en el cuerpo de un gran actor (el mismo Robert Carlyle) con lo que cualquier otro personaje, aunque con menos peso específico, tiene más interés para el espectador que su protagonista. Solo hay que compararlo con los personajes interpretados por Ray Winstone o Emma Thompson, secundarios, aunque infinitamente más atractivos que el protagonista principal. Quizás la solución habría sido escoger a un actor de perfil más bajo para el protagonista, o quizás potenciar al Barney Thompson al que hace referencia el título y otorgarle una personalidad más atractiva, menos apática. Queda claro que no es un problema de guion sino más bien de concepto. Además, a “La leyenda de Barney Thompson” le falta algo de mala leche, más ambición y salir de la zona de confort donde está instalada durante la mayor parte de su metraje. A pesar de lo brutal de la propuesta, nunca es una película bruta (cuando debería serlo). Es como hacer una película de terror, pero no dar miedo por miedo a dar demasiado miedo. Una trampa de la que Robert Carlyle no sabe cómo escapar porque está demasiado encorsetado tanto como actor como director en este fallido debut, en un personaje que, sobre el papel promete, pero que nunca acaba de funcionar.
El Criticón
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24 de junio de 2016
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aciagas injurias y agravios.

Las comedias de guión ácido e irónico, a la vez que burlón y estrafalario, plantean el dilema de haber apreciado su punzante verborrea, pero que se escape el humor que se supone va acompañado a ellas; esa sensación frustrante de entender el chiste, pero que su práctica no haga ni gracia y que puede provocar el absurdo de forzar una risa que, voluntariamente no está dispuesta a salir, por ella misma.
La sala entera se está divirtiendo, hay carcajadas dispares y tú sólo puede admitir no-está-mal pero, ¡no es para tanto!, desconexión que se agudiza conforme sigues observando y reflexionas sobre ella.
Así que con el miedo de no experimentar ni disfrutar de ese supuesto recreo asegurado, con la querencia de un tiempo grato y distendido/el temor de no lograrlo y que la broma y payasada, que tanto gusta a la mayoría, pase desapercibida y nublada para la presente acudo a verla aunque, no está mal ser de grupo reducido y exclusivo, ese que no falsea por encajar con la opinión de la mayoría.
Y se confirma el fiasco de velada anticipada, al observar los caóticos accidentes y sus torpes movimientos sin sorna ni retintín, únicamente cháchara loca, sin incentivo ni entusiasmo en su majadera aventura.
Y es una contrariedad que se cumpla dicha intuición, previa a su visionado, desencanto que la fantástica Emma Thompson no da para compensar a pesar de su excelente trabajo y la picardía de su personaje pues, el principal, su nefasto hijo el barbero, se escribe con esmero de crear ambiente incisivo y sarcástico en su locuacidad y andadura pero, no halla gloria, ni siquiera remate con eficiencia a pesar del esfuerzo nulo de Robert Carlyle quien, siendo correcto en su interpretación, nunca crea brizna ni aura satisfactoria que alegre y aplauda haberle conocido.
Lidiar con esa molestia de observar y deliberar sobre sus diálogos, sin que una mínima sonrisa o grata mueca distendida surja entremedias es cansino y agotador, pues has elegido como distracción una comedia, cuya diversión y fanfarria están acabando contigo.
Duras palabras, lo reconozco pero, es la conclusión de siempre, esa que sobre papel escrito es meritoria y contundente en su ingenio y ocurrencia, pero cuya práctica no provoca dicho talante, sino una visión apagada de quien oye agudas sentencias sin sentir nada, ni su fresco acicate, ni su vertiginosa adrenalina.
Hilaridad negra que Carlyle, metido a director novel, no sabe ejecutar con maestría y audacia, transita por el rocambolesco mundo de la muerte, de las amputaciones, de la incompetencia policial, del resquemor profesional, del dictamen materno, de la bestialidad inocente, de la amargura ofensiva..., sin demasiado talento pues, pretende mucho más de lo que consigue perpetuando una sensación de fallo variopinto, a pesar de sus groserías y excentricidades.
Creerse gracioso no es tener don para el rodaje de una historieta anecdótica, guión que evidencia falta de profundidad y acierto en sus intenciones humorísticas; apremiada chistosidad británica, escocesa para más inri, que de tan evidente muestrario anula la capacidad de que ésta se forme y disfrute, su portavoz, de ese prometido humor que se deja caer en la sinopsis y en su confeccionado tráiler.
Lo siento Barney thomson, no das para leyenda, ni levantas apenas interés, a pesar de tus involuntarias aspiraciones a matón imprevisto; génesis de un grotesco monstruo, que no inspira adoración ni adulación alguna.
Intrascendente en su exposición, cohesión y réplica; de tanto forzar la situación, la fastidia.

Lo mejor; Emma Thompson y Ray Winstone.
Lo peor; falla como comedia.

lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
lourdes lulu lou
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30 de julio de 2016
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Decepcionante comedia absurda inglesa que es muchísimo menos divertida de lo que ella se cree. Que intenta seguir los pasos de la mejor comedia negra inglesa ·Arma Fatal "Stck y Lock" "Un pez llamdo Wanda" es evidente, pero se queda en mero intento. Carlyle patina con su debut detrás de las cámaras.
Emma Thompson se marca un papel no sólo para el olvido, sino para tirarla de los pelos. Que una actriz como la copa de un pino, perpetre (no se me ocurre otro verbo) semejante actuación, da vergüenza ajena. Si fuera una película americana, iría directamente nominada a Razzie a peor actriz.
La historia no sólo está cogida con pinzas, sino que fuerza todas, absolutamente todas, las situaciones. Lo único bueno es que dura poco y la sensación de estafa se mitiga, en una película totalmente para el olvido.

Encima remata con un final atropellado, como si a los guionistas ya no se les ocurrieran más disparates y decidieran terminarla allí.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Rufus T Firefly
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18 de julio de 2016
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
126/09(11/07/16) Interesante debut en la dirección de un largometraje del actor escocés Robert Carlyle, una comedia negra de clásico estilo de humor británico que huele a las obras de la “Ealing” (“8 sentencias de muerte”, “El quinteto de la muerte” u “Oro en barras”). El guión es de Richard Cowan (“Una cabaña en el bosque”) y Colin McLaren (“Donkeys”), que adaptan el primero de una serie de siete libros de Douglas Lindsay con el protagonista Barney Thomson, enmarcando el relato en una excelente ambientación atemporal feista ciudad de Glasgow (lugar de nacimiento de Carlyle), allí se sucede una historia retorcida de asesinatos, cortes de pelo, descuartizamientos, tiovivos, bailes de ancianos, enredos, y situaciones disparatadas, que dan sentido y ritmo a un film tan agradable como inofensivo, tan sugerente como poco perdurable en la mente. Sobresale la delirante actuación de una desatada Emma Thompson.

Estamos en Glasgow, el protagonista es Barney Thomson (Robert Carlyle), un tipo asocial que trabaja que en una peluquería del barrio de Bridgetown. Tras la desaparición del hijo del dueño de la peluquería pasa a ser sospechoso de ser un asesino en serie, hay alguien en la ciudad que se dedica a matar a personas a las que luego descuartiza, mandando trozos a sus familiares. El inspector Holdall (Ray Winstone) de la Policía de Glasgow lleva el caso. La madre de Barney, Cemolina (Emma Thompson) tendrá mucha importancia en la historia, así como la detective jefe de Holdall, June Robertson (Ashley Jensen), el joven de él, MacPherson (Kevin Guthrie), y el pesado amigo de Barney, Charlie (Brian Pettifer).


Una comedia a ratos, con personajes disfuncionales bien delineados, con algunos buenos diálogos, con situaciones que van de lo chocante, a lo hilarante, pasando por lo absurdo. No es un film equilibrado pero resulta prometedor por si el novel realizador decide continuar, deja destellos de buen alumno de la escuela británica (la mencionada Ealing, sumada a los más actuales Martin McDonaugh o Danny Boyle), añadiendo elementos de Tarantino o los Coen, en el primero la violencia atávica influenciada del western, y en los hermanos lo concerniente al cinismo, a su humor retorcido, a la flema y patetismo de los protagonistas, de hecho Barney puede ser un remanente de Ed Crane de “El hombre que nunca estuvo allí” (2001), derivando en una miscelánea recomendable y atrayente. Tiene su fuerte la cinta en su imprevisibilidad, en que sabe sorprenderte, con lo que gana al espectador que se mantiene atento al siguiente giro argumental, y sobre todo una espectacular fuerza de la naturaleza en la actriz Emma Thompson. Todo evoluciona en un aire naif, burlón, jocoso, en la construcción de personajes al borde de la caricatura, en un una estructura donde se dan cita la psicopatía, el patetismo, las batallas intestinas policiales, la amoralidad, los problemas laborales en la madurez, en un mejunje del que se extraen buenas sensaciones.

En el relato hay momentos de risas, pero sobre todo de muecas de sonrisas, una simpática obra con la que pasaras un rato ameno, pero sin calarte, pero a la que le falta mala leche, mordacidad, arriesgar un poco para salirse de los lugares comunes. Hay humor ácido, agrio, grotesco, macabro, con sugestivos duelos actorales, los de Carlyle con Emma Thomson, o los de Ray Winstone con el propio protagonista. Una evolución salpicada de secuencias ingeniosas, pero en un todo orgánico irregular, no sabiendo a que tono decantarse, si por el de la comedia o el dramático, pasándose en algún momento de vuelta en su retorcimiento, además en su pese está un tramo final apresurado, hecho a empujones, aunque es impactante y turbador su descolocante clímax final, de claras resonancias a western mezclado con Tarantino.

Incluso puede ser visto el film como una superficial crítica social en cuanto a que el protagonista es la clase obrera que representa a las personas de 50 años fuera de lugar en su trabajo, y en este caso el jefe decide prescindir de él por sabia más joven, y entonces el obrero se rebela contra el deshumanizado capitalismo que tritura a la gente mayor a favor de carne fresca, pero esto en un análisis liviano.

Robert Carlyle está fenomenal en su rol de asocial en un mundo que no encaja, un pusilánime perdedor mangoneado por su madre, con un divertido exagerado acento escocés, tipo gris, anodino, un Don Nadie encarnado de modo vivaz. Emma Thompson es el alma del film, radiante en su papel de madre enérgica, socarrona, marujona, fumadora, ludópata, y con algún ”secretillo” divertidísima y muy carismática, con un fabuloso maquillaje que la envejece y que ella lo adorna con un excelente lenguaje corporal, con una voz singular, magnífica, curioso que de vida la madre de Carlyle, ella tiene 57 y él 55 años. Ray Winstone aporta carácter, contención, mesura, personalidad, estupendo actor, de los que llena la pantalla. Brian Pettifer como el raro amigo vestido siempre con smoking setentero y pajarita resulta inquietante en su a aparente escasez de inteligencia.

La puesta en escena resuylta notable, de cómo hacer intemporal una historia, con un buen diseño de producción de Ross Dempster (“2012”, “Infierno blanco” o “Godzilla”), rodándose en Glasgow, recreando una ciudad sórdida, triste, nublada, con calles semidesiertas, barrios obreros pobres, vehículos viejos, esto maximizado por la fotografía de Fabian Wagner (“Juego de tronos”, “Los demonios de Da Vinci” o “Victor Frankenstein”), con grandes angulares, con tonos mortecinos, emitiendo una Glasgow feista, ajada, cochambrosa, a esto se suma un score de galería de temas de los 50 y 60 que confieren un aire que contribuye a su atemporalidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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18 de octubre de 2015
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Unos diálogos bastante ácidos, a la par que humorísticos, interpretados de forma sublime por una irreconocible y siempre brillante Emma Thompson acompañada de un talentoso y desinhibido Robert Carlyle, ponen los cimientos de esta muy recomendable comedia negra donde la muerte se convierte en cliente asiduo de una barbería tradicional. Para ser la primera película de su protagonista masculino como realizador, demuestra una serenidad digna de directores más experimentados, lo que le augura un gran futuro tras las cámaras si sigue por este camino.

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Cine de Patio
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