El príncipe

Tengo un amigo que es funcionario de prisiones, y alguna vez habla sobre códigos de conducta de los que participan los internos, siempre a través de una compleja jerarquía donde el poder, las lealtades, así como las traiciones forman parte de ese micro universo.

EL PRÍNCIPE está muy bien filmada, su resolución es correcta, grande y a la vez diminuta, sin que por ello me contradiga. Impresionante fotografía, así como las caracterizaciones, alejadas de una fórmula esquemática, a la que hubiera resultado muy sencillo recurrir.

Evidentemente las cárceles en Chile, en la época que relata, poco tendrían que ver con las de Europa, pero... eso sí, el frente común de la situación penitenciara, puede reflejar situaciones similares, en cualquier lugar del mundo, siempre, como es lógico, a salvo de sus propias particularidades.

Curiosa.

Hay un refrán contra las obras que abusan de elementos llamativos y truculentos que reza: "A mal Cristo, mucha sangre". Realizar una película sobre la homosexualidad y sus tribulaciones en una prisión/pocilga chilena para filmar obsesivamente penes erectos (otros realizadores se dedican a mostrar tetas con la misma rijosa obsesión) dice mucho del realizador y sus gustos y poco, muy poco, de la problemática tratada.

En fin, una película con menos sutileza que un sueño húmedo de Torrente, con recurrentes y vergonzantes movimientos de cámara enfocando primero los rostros de los personajes, que poco parecen interesar al director, para rápidamente descender a lo que verdaderamente parece interesarle, los penes de marras. ¿Escandaloso?, penoso más bien.

Opera prima como director del chileno Sebastian Muñoz, adaptando la novela de género carcelario escrita por Mario Cruz. Y cuyo guion corre a cargo de Luis Barrales y Sebastián Muñoz. La acción de la película tienen lugar en la ciudad chilena de San Bernardo en la década de los setenta, un poco antes de las elecciones presidenciales que llevarían a Salvador Allende al poder.

Un drama carcelario sórdido y claustrofobico en una cárcel chilena de auténtica pesadilla, con sexo indiscriminado y brutal entre los internos y guardianes maltratadores.

Alfredo Castro uno de los mejores actores chilenos interpreta a "potro" es líder de la celda donde va a parar un joven gay que ha matado a su mejor amigo, en lo que parece ser un ataque de celos. Entre ellos dos comienza a haber una relación tanto sexual como de protección. Durante la película vemos numerosos flashbacks que nos van narrando como era la vida del joven Jaime apodado en la cárcel como "El príncipe", aunque frena un poco el ritmo ya que resulta mucho más interesante el día a día carcelario.

El actor Juan Carlos Maldonado interpreta bien su papel de chaval serio e introvertido que prácticamente desde el principio sabes en lo que se va a convertir en prisión. Un papel muy destacable es el del actor argentino Gastón Pauls que interpreta a otro recluso llamado Che Pive.

La película es totalmente previsible y nos recuerda a muchísimos filmes carcelarios, quizá este se centre más en las conductas homosexuales de los presos, algo que resulta un poco raro que en esa prisión el número de heterosexuales parece mucho menor.

En resumidas cuentas "El príncipe" es un buen drama que consigue revolverte las tripas en algunas escenas duras, pero muy bien interpretado y que merece la pena echarle un vistazo.
Destino Arrakis.com

Esperable pero no por ello despreciable. La naturalidad y la crudeza con que se narra el drama carcelario no deja de ser interesante, con pocas licencias a la imaginación se desarrolla con un toque de sobreactuación de los momentos dramáticos. El reparto actoral llena de vida a sus personajes, que conlleva esa buena sintonía y vibración en sus secuencias. No hay tapujos para las buenas actuaciones. La trama está lo suficientemente armada como para poder desarrollar a los personajes, que vivan los sufrimientos y las alegrías que la acción les conlleva. No intenta explicar la profundidad de sus actos, si no que los expone con todas sus aristas para el entendimiento de la historia. Eses pequeños giros en el guion no dejan que el espectador se acomode en lo esperable, pero no se sale de lo establecido. Intentar sobrevivir es la máxima de sus personajes que la llevan a la perfección sin disimulo ni reservas.