Yo, Claudio (Miniserie de TV)

Así se titula uno de los capítulos de la serie, el que sin duda resume mejor la esencia de la misma. De cómo el aparentemente inferior a los de su familia sobrevivió a sus conspiraciones y corruptelas al parecer inofensivo para los demás. En especial, las de - como el propio Claudio la define - su pérfida abuela Livia.
Con unos decorados casi teatrales pero con un guión y unas interpretaciones propias de obras de Shakespeare, "Yo, Claudio" es lo más cercano que existió en los setenta a "Juego de Tronos". Claro que aquí no hay ficción, sino un retrato histórico y fiel sobre la familia Julia, desde Augusto hasta Nerón.
Derek Jacobi borda el papel del protagonista, destacando otros secundarios como Sian Phillips - inolvidable como villana -, John Hurt dando vida al loco de Calígula, o Patrick Stewart en el papel de Sejano.
Será de 1976, pero ciertamente no ha envejecido nada. Su mensaje sigue vigente y la endogamia real, también.
Finalmente, una advertencia. Cuidado con la cantidad de personajes que aparecen, casi todos emparentados de alguna manera, o te perderás con sus nombres.
Mi nota: 8,5

No; no es una de romanos, esta producción de la vieja BBC, sino una obra de teatro en tres actos; repartidos entre trece capítulos. Se basa en las sendas y consecutivas novelas de Robert Graves “Yo Claudio” y “Claudio el dios y su esposa Mesalina”, que nos narran desde el punto de vista del propio emperador Claudio; la historia de la familia imperial desde hacia la mitad del reinado de Augusto hasta la muerte del propio Claudio (aprox. del 19 ac al 54 dc).

Y digo que es una obra de teatro porque como tal está representada; sin exteriores, sin grandes alardes de cámara. Dejando el relato a la pericia de los actores en la declamación de sus diálogos; y en el acierto de éstos.

Y como no podía ser de otro modo vive y bebe de la condición humana; del poder, de la ambición, de la codicia, del amor, del odio, de la pasión, de la lujuria, de los celos, de la venganza. Y donde se suceden; conspiraciones, crímenes (de Estado o no), engaños, intrigas palaciegas, nepotismo, abuso de poder, incesto... y todo lo que los poderosos pueden permitirse. Siendo en todo momento leal con las obras en la que se basa.

He tenido la oportunidad de volverla a ver recientemente, y a pesar de la ya envejecida textura de sus imagines, me volvió a fascinar una vez más; obligándome a verla hasta su final, a una media de dos capítulos diarios; y en detrimento de series más actuales.

Quien conozca sólo las novelas, la puede ver con la tranquilidad de que no le decepcionará. Quien ya haya visto la serie alguna vez, seguro que querrá verla de nuevo. Y a quien se disponga a verla por primera vez, no sabe cuánto; le envidio.

La he vuelto a ver después de muchos años y no ha envejecido nada, es atemporal. Ahí es uno de los puntos fundamentales en los que te das cuenta de su calidad. Las interpretaciones, ver a estos actores, es un auténtico lujo. El guión magnífico. Realmente es pura interpretación - la puesta en escena es eminentemente teatral-sin artificios, sin música, casi sin decorados. Sian Philips, Derek Jacobi, George Baker, John Hurt,,no se con cual quedarme. Pero cada vez que pienso en la dinastía claudia pienso en ellos, incluso habiendo leido libros antes. Purito arte.

Los críticos recelan de lo nuevo a pesar de sus incuestionables logros. Esto se llama neofobia. Análogamente, veneran lo antiguo... porque sí, porque es añejo... y a pesar de sus evidentes deficiencias. Esto se llama ceguera.

"Yo, Claudio", serie casposa, destartalada, fea, es, junto a las dos versiones de "Furia de Titanes" (1981 y 2010), el mejor ejemplo. Me da igual que esté basada en una -ignoro si magnífica- novela de Robert Graves, y poco importa si el argumento de la serie cuenta con el "aval" del rigor histórico. Si esos supuestos méritos se despliegan en unos escenarios cutres pésimamente iluminados (¡Dios, esos focos tan estridentes!), con una estética tan televisiva que prácticamente estás viendo los micrófonos y las cámaras (todo esto ya lo notaba yo de niño); si pasan por un maquillaje que canta tanto (parece que el emperador lleva una masa de harina debajo de la piel); si presentan con tanto puritanismo y tanto desaprovechamiento la historia de Mesalina; si, en fin, es sosa, fría y británica hasta decir basta (es imposible creerte que esos escoceses son romanos), simple y llanamente no hay por donde cogerla. Estos defectos se acrecientan, además, con el paso del tiempo, que la ha hecho envejecer peor que al propio Claudio.

La serie "Roma", que indefectiblemente comparan con esta, la supera con creces en todos y cada uno de sus aspectos, hasta el punto de convertir en ridícula la comparación.