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WALL·E

7,9
130.349
Animación. Ciencia ficción. Romance. Infantil En el año 2800, en un planeta Tierra devastado y sin vida, tras cientos de solitarios años haciendo aquello para lo que fue construido -limpiar el planeta de basura- el pequeño robot WALL•E (acrónimo de Waste Allocation Load Lifter Earth-Class) descubre una nueva misión en su vida (además de recolectar cosas inservibles) cuando se encuentra con una moderna y lustrosa robot exploradora llamada EVE. Ambos viajarán a lo largo de la galaxia ... [+]
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Críticas 451
Críticas ordenadas por utilidad
9 de noviembre de 2010
13 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si el mundo actual es una basura… imagínese cómo será en el futuro. La basura siempre ha salido desde el vertedero hasta de los interiores de la pantalla de un televisor. Nos ha empantanado hasta la nuca, los codos y el entrefajo y entrecejo. ¡Vaya desperdicio! La imagen que puede desprender tanta piltrafa es un montón de bazofia amontonada sin criterio y mundo repleto, rodeado y sitiado de satélites que han teñido el planeta azul de un gris metálico desalentador. Puede que esa sea una de las imágenes que se impriman en la retina del espectador al ver el filme del director de “Buscando a Nemo”.

La primera media hora de “WALL•E” es magnifica. Sustentada en el mutismo deja en paños menores al inicio de cualquier drama post-apocalíptico. Desde Charlot hasta “Cortocircuito” pasando por “2001” hay un tramo humano, cinematográfico y tecnológico que parece querer recoger y reciclar parte del cine pasado para convertirlo en futuro. George Lucas hizo lo propio en “La guerra de las galaxias” y le salió un clásico de masas. Pixar siempre ha partido del clasicismo para envolverlo de tecnología y contemporaneidad estética para dictar sentencia y diferencias. Puede que el argumento de la película de Andrew Stanton espante a padres y niños al ser una propuesta cimentada desde la ausencia de diálogos y netamente visual. Otros huirán cuando vean un mensaje ecológico con una cinta que ha contaminado mentes y cuyos residuos permanecen perpetuamente enterrados.

Y para colmo llega la historia de amor de rigor. También su leitmotiv nos indica que los sentimientos están por encima de directivas, mandatos y misiones divinas. Demasiado buen rollo entre tanta chatarra. De acuerdo, “WALL•E” es blanda y le sobra toda la parte en la pretende homenajear a “2001”. No queremos palabras sino silencios pero a día de hoy Pixar dudo que se atreva con un filme mudo sustentado en la imagen y su banda sonora. Me quedo con su historia de amor metálico, espacial y sobre todo especial por ingenio y talento desmesurado y esta vez conducido por el lado correcto.
Pero aparte de su lección de ecologismo, habla sobre algo importante, sobre volver a ser humanos.

Imagínense por un momento que la humanidad que establece WALL•E viese la filmografía porno de Traci Lords o al Herschell Gordon Lewis más sádico en vez de esa vieja cinta en VHS de “Hello, Dolly!”… Desde luego, otro HAL cantaría.
Maldito Bastardo
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8 de agosto de 2008
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tenía muchas ganas de ver la película por todas las buenas críticas que había leído sobre ella. Eso además, hacía que me diera miedo el hecho de que no cumpliera mis expectativas.
Sin embargo a los 10 minutos el robot más tierno y "humano" de la historia me tenía ganada. Y es que la primera media hora de la película es realmente de manual, eso es hacer buen cine sí señor. Conseguir pasar de la sonrisa a conmoverte con cada gesto de Wall-e.
Lo único por lo que no le pongo el 10 redondo es porque cuando Wall-e y Eve no están en la pantalla, la película pierde un poco de magia.
Por lo demás, no creo que sea necesario volver a mencionar que Pixar está a la cabeza en cuanto a este tipo de films, ya que no solo auna la mejor animación con unas historias prodigiosas como ya nos han demostrado con títulos anteriores.
Yo no me quedo con la animación ni con la banda sonora (de fábula). Con lo que realmente me quedo es con la ternura que ayer sentí visionando esta maravillosa historia de amor cargada de momentos memorables. Lo que todos recordaremos será la sensación de volver a ser niños, de emocionarnos con esta gran película. No dejeís de verla.
Mari_Polin
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20 de abril de 2011
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sólo esto le faltaba a Pixar: dotar de humanidad a los "seres" más fríos que haya dado la ciencia ficción. Es cierto que no es la primera vez que un pedazo de hojalata se pone los pantalones y siente como nosotros, el tema es la forma, una vez más, que tiene Pixar (o llámese Stanton) para dar lugar a las secuencias animadas más conmocedoras en años.

La humanidad está presente, o en un ratón, o en un pececillo, o en un superhéroe. Ahora le toca el turno a un robotillo/limpiador que asiste a la devastación del planeta tierra. Su función es lavar los platos rotos, quizás termina siendo más humano que cualquiera de esos gorditos burgueses que deambulan por el espacio.
Lo conmovedor de Wall-e es la manera ausente de palabras que tienen los robots para comunicarse: dos gestos y ya se marca un carácter; dos gestos y ya se construye un lenguaje. Por eso mismo esa magia espontánea se pierde un poco cuando los humanos comienzan a hablar. Después de todo, esta era una perfecta peli muda al servicio de las hojalatas. al servicio de esos ojos primerizos con los que descubrimos nuevamente el mundo, y como nos sorprendemos ante él. Su sentimiento es la melancolía, después de todo, Wall-e se repliega y es feliz con tristeza viendo pelis de los sesenta y setenta, haciendo alusión a un mundo ya demasiado viejo, a un presente ya demasiado carcomido y gastado.

Que le estamos haciendo al planeta tierra, hasta donde somos tan fríos que una combinación de tornillos nos roba el corazón de pronto y su llamado a "Eva" termina siendo más conmovedor y significativo que dos mil "te quiero".
Juan Rúas
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11 de agosto de 2008
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pixar pertenece al grupo de artistas que con su obra vuelven a la pureza del arte, a la limpieza de una simple idea que podría tener lugar en la cabeza de cualquier niño de no más de cinco años, a la construcción de una historia a la que subordinar una tecnología sencillamente pluscuamperfecta sobre la que erigir genialidad tras genialidad, un grupo de brillantes privilegiados que han sabido ser uno solo y poner siempre el escalón en un nivel superior al que ya habían subido y, por imposible que parezca, mejorar lo que ya parecía intocable, y convertir una aparente cinta de dibujitos animados en arte y en vida. Y es que WALL•E no es, ni más ni menos, que la muestra de que siempre se puede dar un paso más allá, de que no hay nada insuperable y colocan el listón más alto con la historia de ese pequeño robot.

Y es que el comienzo de esta obra reviste a toda la historia de un fondo bastante amargo y descorazonador, quizás el colmo del pesimismo y de la tragedia, la soledad llevada al extremo, y quizás algo poco amable que contarle a un niño que espera ver una película de robots y viajes en el espacio. Pero nada más lejos de la realidad, aquí Andrew Stanton consigue utilizar todo lo que tiene a su alcance para que, lo que podría ser algo bastante complejo de narrar, además de monótono se convierta en pura magia dotando de una humanidad asombrosa a un trozo de hojalata con el que el público desde el primer fotograma. Siguiendo las ideas maestras de la compañía, esas que se repiten en toda la filmografía desde Toy Story, se crea un perfecto cóctel que mezcla la poesía con la comedia y la ternura de un robot que lo único que busca es a algo o alguien que le haga caso y que le haga compañía, ya sea la pequeña cucaracha que le acompaña a todos lados o la simpática EVA, con la que, siguiendo esa vieja idea de armonizar clasicismo y modernidad y descubre sentimientos tan improbables en un robot como el amor sin condiciones y el sacrificio.

Hasta ese momento, la aparición algo terrorífica de EVA, vemos uno de los más certeros retratos de la soledad y el hastío que mejor ha reflejado la gran pantalla, con ese portentoso robot de reminiscencias chaplinianas y fordianas y de nostálgica pero a la vez nada desesperanzadora visión del mundo. Es el retrato de un ser desubicado en busca de su lugar en el mundo, casi un Tom Joad con cables en lugar de vísceras, una criatura que ansía encontrar una mano que le acune para no tener que hacerlo (quizás, el gesto más chapliniano que he visto en una película que no sea del genio británico, por todo lo que conlleva, por la carga de tristeza y de esperanza que transmite simultáneamente) y la de ser cuya identidad está constituida a base de recuerdos que almacena en su pequeño camión y que va llenando mientras busca incansablemente con su simpática cajita en la que transporta todo su mundo y todos y cada uno de sus sueños.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Tony Montana
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18 de octubre de 2008
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los humanos hubieran podido largarse del planeta como resultado de una hecatombe nuclear todavía posible, armas químicas terroristas, calentamiento global, o hasta de una crisis financiera que después de arruirnarnos abriera una guerra abierta de todos contra todos por la supervivencia... Pero hubiera sido un planteamiendo demasiado infantil. Siguiendo la causa que ya planteó "Erase una vez el Hombre" años ha, la hominidad se ve amenazada por la proliferación de la basura y por una regresión tecnológica paralela de la ecoinnovación y el reciclaje.

El caso es que los humanos abandonan el planeta. De hecho, parece como si lo hubieran abandonado espiritualmente antes, con la sofisticación de las industrias de la evasión. Si sus pensamientos ya estaban en otros mundos, ¿por qué no sus cuerpos?

Empiezan siglos de aburrido éxodo intergaláctico a ninguna parte, sin naves en llamas más allá de la puerta de Tanhausser. La hominidad vegeta en sillones flotantes, se vuelve excrecencia, más tontorrona que nunca. Sólo un impulso infantil de rebeldía logrará liberarla de HAL 9000. Setecientos años después vuelven a casa con la buena nueva de la ramita de olivo traída por la paloma EVE y la valentía del perrito WALL•E.

Y así vuelve la hominidad a erguirse y a asentar su imperio sobre la tierra. Desembarca esa especie bonachona a emprender de nuevo quimeras tales como la búsqueda de la planta de las pizzas.
Corsair
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