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Voto de Tony Montana:
10
7,9
130.343
Animación. Ciencia ficción. Romance. Infantil En el año 2800, en un planeta Tierra devastado y sin vida, tras cientos de solitarios años haciendo aquello para lo que fue construido -limpiar el planeta de basura- el pequeño robot WALL•E (acrónimo de Waste Allocation Load Lifter Earth-Class) descubre una nueva misión en su vida (además de recolectar cosas inservibles) cuando se encuentra con una moderna y lustrosa robot exploradora llamada EVE. Ambos viajarán a lo largo de la galaxia ... [+]
11 de agosto de 2008
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pixar pertenece al grupo de artistas que con su obra vuelven a la pureza del arte, a la limpieza de una simple idea que podría tener lugar en la cabeza de cualquier niño de no más de cinco años, a la construcción de una historia a la que subordinar una tecnología sencillamente pluscuamperfecta sobre la que erigir genialidad tras genialidad, un grupo de brillantes privilegiados que han sabido ser uno solo y poner siempre el escalón en un nivel superior al que ya habían subido y, por imposible que parezca, mejorar lo que ya parecía intocable, y convertir una aparente cinta de dibujitos animados en arte y en vida. Y es que WALL•E no es, ni más ni menos, que la muestra de que siempre se puede dar un paso más allá, de que no hay nada insuperable y colocan el listón más alto con la historia de ese pequeño robot.

Y es que el comienzo de esta obra reviste a toda la historia de un fondo bastante amargo y descorazonador, quizás el colmo del pesimismo y de la tragedia, la soledad llevada al extremo, y quizás algo poco amable que contarle a un niño que espera ver una película de robots y viajes en el espacio. Pero nada más lejos de la realidad, aquí Andrew Stanton consigue utilizar todo lo que tiene a su alcance para que, lo que podría ser algo bastante complejo de narrar, además de monótono se convierta en pura magia dotando de una humanidad asombrosa a un trozo de hojalata con el que el público desde el primer fotograma. Siguiendo las ideas maestras de la compañía, esas que se repiten en toda la filmografía desde Toy Story, se crea un perfecto cóctel que mezcla la poesía con la comedia y la ternura de un robot que lo único que busca es a algo o alguien que le haga caso y que le haga compañía, ya sea la pequeña cucaracha que le acompaña a todos lados o la simpática EVA, con la que, siguiendo esa vieja idea de armonizar clasicismo y modernidad y descubre sentimientos tan improbables en un robot como el amor sin condiciones y el sacrificio.

Hasta ese momento, la aparición algo terrorífica de EVA, vemos uno de los más certeros retratos de la soledad y el hastío que mejor ha reflejado la gran pantalla, con ese portentoso robot de reminiscencias chaplinianas y fordianas y de nostálgica pero a la vez nada desesperanzadora visión del mundo. Es el retrato de un ser desubicado en busca de su lugar en el mundo, casi un Tom Joad con cables en lugar de vísceras, una criatura que ansía encontrar una mano que le acune para no tener que hacerlo (quizás, el gesto más chapliniano que he visto en una película que no sea del genio británico, por todo lo que conlleva, por la carga de tristeza y de esperanza que transmite simultáneamente) y la de ser cuya identidad está constituida a base de recuerdos que almacena en su pequeño camión y que va llenando mientras busca incansablemente con su simpática cajita en la que transporta todo su mundo y todos y cada uno de sus sueños.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Tony Montana
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