Fitzcarraldo

Película que es muchas cosas: amor por el belle canto, la obsesión de un excéntrico personaje y es también el esfuerzo para conseguir un sueño.

La historia se ambienta en el siglo XIX cuando Brian Fitzgerald "Fitzcarraldo", hombre de negocios controvertido y vanidoso, obsesionado con la ópera, se empeña a toda costa en invertir su fortuna y emplear toda su energía en construir un teatro en plena selva para poder escuchar al mejor tenor de la época en medio de la Amazonía.

Werner Herzog, hombre tenaz y comprometido en sus proyectos, se puso a prueba con este rodaje pues las dificultades que acaecieron fueron muchas: limitaciones técnicas, sin efectos especiales, un vapor de 329 toneladas; hubo algunos choques culturales con los indígenas; y el actor Kinski con sus enfrentamientos y disputas.

Película que no se olvida: emocionante, colorista, con una tensión narrativa de primer orden, con un tinte documental de las que a él gustaba hacer, en fin, una impresionante aventura que cualquier cinéfilo debe conocer. Incluso el propio Herzog, nada dudoso de autocomplacencia o ligereza, consideraba este título la mejor de sus películas.

La banda sonora es sensacional, compuesta por el grupo de “rock progresivo meditativo” Popol Vuh de su amigo Florian Fricke. Interpretaciones del famosísimo tenor Enrico Caruso y otros; y usa además, extractos operísticos como “Ernani” de Giuseppe Verdi y otros. Fotografía de lujo de Thomas Mauch. Y gran puesta en escena.

El reparto es esencialmente un Klaus Kinski en todo su fervor megalomaníaco, a quien le encaja a la perfección el personaje loco e insistente de Fitzcarraldo que por momentos parece querer salir de la pantalla con su revuelto pelo rubio y sus salidos ojos que le concede esa mirada tan peculiar y loca. Está preciosa y muy bien Claudia Cardinale. Paul Hittscher estupendo como Capitán. Miguel Ángel Fuentes hace un gran trabajo en el rol de Cholo. José Lewgoy justo en su punto como Don Aquilino, y Grande Otélo como jefe de estación.

Aconsejo que quien pueda vea esta película, pues el el relato de la ficción en que el personaje coloca toda su fuerza, dinero y afán en una misión imposible que se resuelve a medias. Todo esto es una verdadera lección de vida. Demuestra así esta cinta el triunfo como posibilidad fehaciente. Película, a medio camino entre el "elogio de la locura" y aquello de que "la fe mueve montañas".

Además podemos degustar imágenes de gran belleza con serenidad e interés, a la vez que se crea un clima de tensión alrededor de esa lentitud. Película de Herzog excelente en todo sentido: técnico, actoral, musical y de belleza.

Una experiencia inolvidable. Quien ha visto este film no lo podrá olvidar jamás. Sospecho que lo amará o lo odiará, pero nunca provoca indiferencia. Todo es grandilocuente, desmesurado, extraordinario. Sin contar con los recursos de las películas de acción del siglo XXI, es una historia atrapante, alocada, con un imágenes y fotografía insuperables, donde el espectador se va introduciendo en el febril y obstinado objetivo del protagonista, sufriendo en carne propia los avatares que se presentan.
Es interesante investigar los distintos contratiempos que se produjeron para realizar esta película, tan o más increíbles como la ficción, como así también la relación de admiración pero de odio mutuo entre el director W. Herzog y el protagonista K. Kinski, que llegó a niveles de insólita violencia.

Que no os engañen, esta es una película muy de derechas. Y lo peor no es eso, es que te la quieren colar como cine de autor. Cine comercial de autor en tal caso.

La primera hora está bien, se nos presenta el contexto geográfico e histórico y dices aquí puede haber una gran historia sobre la fiebre del caucho. Pero al final es un McGuffin, a Herzog lo que le interesa son sus aficiones y narcisismo y se monta una historia inverosímil, refrito de Kipling, Conrad y Apocalipsis Now pero vacío.

Lees alguna crítica y ves lo ególatras que son algunos, ¿pero qué sueño? Un sueño es acostarme con Megan Fox; un sueño no es que el barrio se turne para plancharme la ropa, eso no es un sueño, es explotación.

-Mamá tengo un sueño, montar una empresa grande y no pagar a nadie
- Bien hijo, qué gran soñador eres.

¿Y el otro? El de la continuación de Lope de Aguirre? Por favor, hazte una sesión doble y abre los ojos. En esta película en todo momento se ensalza el personaje de Fitzcarraldo, se le quiere por parte de Herzog, porque es su alter ego. En Lope de Aguirre solamente se le muestra como un ser despreciable a cada momento peor.

Volvamos al meollo ¿Pero qué es eso de qué los jíbaros te van a ayudar a subir el barco por la ladera? Pero vamos a ver que de 5 millones de indígenas en ese período murieron 4,5 trabajando como esclavos y siendo asesinados por pistoleros en Brasil y Perú. Y Herzog los pone a currar de gratis. Menos mal que no hizo “La puerta del cielo”, me imagino a los coolies levantando el tren by the face y contentos.

El verdadero protagonista histórico era un peruano, hispano, mestizo, y no el rubio Tarzán que domina y vuelve triunfante del subdesarrollo con la música sonando. Es lo mismo que los helicópteros de Apocalipsis Now bombardeando el pueblo vietnamita.

Viendo esta película, no te queda claro quién está más perturbado si Kinski o Herzog, desde luego que comprendo más al primero ahora. Claudia Cardinale sale un rato de de florero y encima regulero.

Herzog tenías en tus manos la película de denuncia definitiva sobre uno de los tres mayores holocaustos capitalistas de la historia, el del caucho, y terminas por ponernos ópera, poner a los tiraflechas a currar por la patilla y encima te marcas una maqueta del barco en los rápidos que las he visto mejores en un concurso de Montaplex para ciegos.

Lo mejor es que explican los mapas en dos ocasiones y lo hacen bastante bien. Más cartografía y menos tontería.

Si me la contaran que se realizaría en esta época sería imposible de hacer y no sería nada redituable; a ver: un teatro de ópera en una ciudad de Perú, un barco de vapor en el Amazonas y en la montaña, cientos de indios peruanos como extras, la explotación de los mismos haciendo tareas infrahumanas (como saltarían las asociaciones sindicalae y de defensa de los aborígenes), la mutilación de una parte de un bosque del Perú (aquí entrarían a sabotear la filmación los imbéciles oportunistas de Greenpeace), y dentro de este contexto un actor inmanejable como Kinski. Los productores dirían esto es una locura, llevará un presupuesto enorme y será irrecuperable. Pese a todo esto salió una epica, epopéyica película, grandiosa en todo sentido con dos primeras horas con una parsimonia interesante mezclando buen cine con buenas partes documentales de la selva peruana y un final precipitado acelerando sus tiempos.

Un esperpéntico melómano está decidido a cumplir su particular sueño: contruir una ópera para poder escuchar a su idolatrado Caruso ¡En lo alto de la selva andina!. Con este pretexto se inicia una larga y tortuosa odisea por agua y por tierra, mostrándonos la grandiosidad de la selva peruana. El film recuerda y mucho a "Aguirre, la cólera de Dios", no solo por la gran interpretación de Kinski, sino también por el protagonismo de una basta selva parece engullir a los protagonistas.